Bruselas
Erdogan mantiene el pulso con Merkel
La canciller alemana lanza un jarro de agua fría al líder turco tras dudar de su voluntad para cumplir el pacto migratorio con la UE. La negativa de Ankara a reformar su ley antiterrorista retrasa el levantamiento de los visados para viajar a Europa
La canciller alemana lanza un jarro de agua fría al líder turco tras dudar de su voluntad para cumplir el pacto migratorio con la UE. La negativa de Ankara a reformar su ley antiterrorista retrasa el levantamiento de los visados para viajar a Europa
En su quinta visita a Turquía en siete meses, la canciller alemana Angela Merkel no logró llegar a un acuerdo con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, respecto a la exención de los visados para ciudadanos turcos, uno de los puntos clave en el acuerdo entre Bruselas y Ankara que busca aliviar la crisis migratoria. Para que los ciudadanos turcos puedan viajar sin visado por el espacio Schengen, la UE exige a Turquía el cumplimiento de 72 condiciones, entre ellas, una adaptación de su ley antiterrorista, algo a lo que Erdogan se opone en rotundo.
Aunque, en un primer momento, se preveía la entrada en vigor de este trámite el 1 de junio, tras este encuentro la canciller reconoce que es muy improbable. «Las dudas con las que llegué no han sido del todo aclaradas y las condiciones no se han cumplido», declaró Merkel poco después de concluir la primera cumbre humanitaria de emergencia de la ONU, centrada en impulsar el acuerdo firmado el 18 de marzo para frenar el flujo de migrantes y refugiados hacia Europa.
A pesar de la firme negativa turca, Merkel esquivó las voces que vaticinan un fracaso del acuerdo e hizo un ejercicio de optimismo diciendo que las conversaciones seguirían su curso. A pesar de las dificultades del pacto con el actual Gobierno turco, la líder germana, quien vio en el contrato con Ankara el mejor enfoque para aliviar la crisis, volvió a subrayar ayer que el convenio «es de interés mutuo». En paralelo, la Oficina Presidencial de Turquía aseguró que la cooperación con Europa para tratar la inmigración ilegal seguiría en marcha.
La crisis migratoria modificó por completo la relación de Europa con Turquía, un país a cuya adhesión a la UE se había opuesto siempre Alemania. El flujo migratorio sin precedentes que desbordó Europa hizo aflorar un pacto con un Gobierno autocrático, según el cual Ankara ayudará a frenar la oleada de refugiados hacia Europa a cambio de una serie de condiciones y beneficios financieros y burocráticos. El convenio, que nació con serias dudas acerca de su efectividad, podría darse por suspendido si Erdogan no cede frente a las condiciones de Bruselas y sigue oponiéndose a cambiar su ley antiterrorista. La principal dificultad a la que se enfrenta el acuerdo con Turquía, país «al que Europa está pidiendo socorro», según las valoraciones de los analistas alemanes, son las amplias diferencias políticas existentes entre la UE y Turquía. Estas tensiones se agravaron el pasado viernes tras la decisión del Gobierno turco de anular la inmunidad a 148 parlamentarios, la mayoría pertenecientes al partido kurdo. A pesar de su voluntad de entendimiento con Ankara, Merkel aseguró que «he dejado claro [a Erdogan] que la acción tomada en el Parlamento turco inquieta profundamente a Europa» y volvió a reafirmar valores europeos, como el poder judicial y los medios de comunicación independientes.
Europa desconfía de Turquía, pero el descontento tiene lugar igualmente en sentido inverso. Así se deduce de un artículo del presidente turco en el diario británico «The Guardian», en el que denunció el laxo compromiso europeo en la cuestión migratoria y acusó a la UE de aplicar un «doble rasero» en esta cuestión. No sin antes asegurar que Turquía, «un país que emplea más parte de su PIB a los refugiados que ningún otro lugar del mundo», ya había acogido a tres millones de migrantes sirios, Erdogan exigió más acción europea. «Sólo 177 refugiados sirios han sido acogidos desde marzo en la UE», dijo. El polémico líder acusó a Europa de «no haber advertido el problema hasta que los refugiados aparecieron en las calles de sus ciudades y organizaciones terroristas como el Estado Islámico (EI) empezaron a atacar a ciudadanos europeos».
Intentando lograr un equilibrio entre los valores de la UE y la voluntad de que la cooperación turca pueda ayudar a solventar la crisis, Merkel tiene entre manos una delicada misión, cada vez más empañada por el escepticismo. La canciller llegó el domingo a Estambul a la sombra de fuertes presiones internas, como las del primer ministro bávaro, Horst Seehofer, que la acusó de adoptar una actitud demasiado sumisa ante las exigencias de Erdogan. Desde Bruselas también hay una desconfianza hacia la gestión política que encabeza el líder turco. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, aseguró que «Merkel debe dejar claro a Erdogan que su política no es compatible con los valores europeos». Lo que busca este político, según Schulz, es conformar «un Estado de un solo hombre» y el partido que lidera, el AKP, es «totalmente presidencialista». A pesar de ello, no cree que sea preciso anular el acuerdo con Turquía. «Debemos cooperar pero no seguir callando», añadió.
Los puntos incumplidos
- Reconocer Chipre
Chipre forma parte de la UE desde 2004. Sin embargo, Turquía no reconoce al país como tal y hasta que no lo haga se va a enfrentar al veto de Nicosia.
- Pasaportes biométricos
Turquía debe empezar a emitir pasaportes biométricos si quiere que sus ciudadanos eviten tener visado para entrar en la UE.
- Reformar la ley antiterrorista
Ankara debe reformar su ley y adaptarse a los estándares del Consejo de Europa y de la Corte Europea de Derechos Humanos.
- Corrupción y delitos financieros
Bruselas ha exigido a Turquía una serie de nuevas medidas para luchar contra la corrupción y la criminalidad.
- Derechos humanos.
A pesar de que no se menciona la libertad de expresión, Ankara debe realizar reformas para mejorar los derechos humanos de los turcos.
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