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Estados Unidos camina hacia el cierre parcial

El Senado rechaza la propuesta del Congreso a unas horas del límite para evitar la suspensión de pagos

La Razón
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El drama del «apagón» de Washington a causa del plan presupuestario republicano aprobado en la Cámara Baja (donde éstos tienen mayoría tras las elecciones de 2010) para evitar una suspensión parcial de pagos del Gobierno federal puso ayer al presidente Barack Obama en el centro de todas las miradas ante la votación de esta propuesta en el Senado (de mayoría demócrata). «No me resigno. No podemos tener ningún tipo de negociaciones con sentido bajo el nubarrón de una posible suspensión de pagos. Nuestra moneda es la reserva del mundo. Tampoco debemos permitir que nuestras diferencias en política nacional que no están relacionadas con el presupuesto pongan en peligro nuestra economía y la del mundo», respondió el presidente de Estados Unidos. Obama subrayó que los «cientos de miles» de funcionarios que se verán afectados «son los clientes de todos los negocios de este país».

Republicanos y demócratas dedicaron toda la jornada de ayer a echarse la culpa los unos a los otros a causa del apartado presupuestario que principalmente les divide: el «Obamacare» (como llaman en Washington a la reforma sanitaria de Obama, piedra angular de su campaña presidencial de 2008). Todo comenzó por incluir en el texto su financiación en la ley de gastos. Fue entonces cuando los republicanos de la Cámara de Representantes, que le han declarado la guerra al «Obamacare», decidieron aprobar la ley de gasto sin la parte que contempla la financiación de la reforma sanitaria. Así que cuando llegó ayer al Senado, donde los demócratas son mayoría, fue rechazada por 54 votos en contra y 46 a favor. Por lo que los senadores la enviaron de nuevo a la Cámara de Representantes para que la cambien y vuelvan a votarla. La pelota quedó así en el tejado de los conservadores, que replicaron que no aceptarían lo decidido por la Cámara Alta. Así las cosas, al cierre de esta edición, todo parecía indicar que las dos cámaras iban a dedicar toda la jornada a rechazar la ley del otro hasta la medianoche (seis de la mañana en España), hora límite para que se produzca el «apagón».

17 de octubre, día clave

Los conservadores criticaron a los demócratas del Senado que se hayan tomado el fin de semana libre y se resistan a aprobar la medida de la Cámara de Representantes. Su votación pretendía evitar el «cierre» del Gobierno, pero con dos condiciones que atentan contra los principios del partido de Barack Obama: retrasar la nueva ley de Sanidad y eliminar los impuestos sobre el instrumental médico. A pesar del desencuentro entre ambos partidos, se esperaba que a lo largo de la tarde de ayer el Senado reanudase la sesión. Pero el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, de Nevada, y sus compañeros de partido dejaron claro que quieren una ley clara y sin enmiendas que retrasen la nueva norma sanitaria.

Cuando el Gobierno de Estados Unidos se ve obligado a cerrar, también lo hacen los parques nacionales, 800.000 funcionarios de los 2,1 millones tienen que dejar de prestar sus servicios y las tramitaciones de pasaportes se retrasan. En cambio, esto no afecta ni a los aeropuertos ni a los servicios de seguridad. A pesar de todas las trabas, hoy se pondrá en marcha parte de la ley sanitaria de Obama.

Por otra parte, ayer Wall Street empezó a resentirse por la incertidumbre presupuestaria mientras se prepara para la fecha que realmente preocupa a los inversores. Para el próximo 17 de octubre los legisladores de Washington deben haber aprobado el techo de deuda de Estados Unidos. Para entonces, el secretario del Tesoro, Jack Lew, sí que ha advertido que la primera economía del mundo se habrá quedado sin dinero para pagar sus facturas.

El «apagón» de 21 días de Clinton y el «affaire» Lewinsky

El último «apagón» del Gobierno de EE UU se produjo con el presidente Bill Clinton en 1996. Fue entonces cuando la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, envió unos presupuestos con los números elaborados por el Congreso en vez de confiar en la oficina de Presupuestos. En un principio, Clinton se negó a aceptarlos, pero más tarde no tuvo más remedio que llegar a un acuerdo. El Gobierno estuvo cerrado durante 21 días, entre finales de 1995 y principios de 1996. Fue entonces cuando se pidió ayuda a voluntarios y becarios para trabajar en la Casa Blanca. Fue precisamente en la etapa en la que Monica Lewinsky trabajaba como becaria de la Administración Clinton y comenzaron los encuentros entre ella y el presidente que desembocaron en una importante crisis en su mandato.