Machismo
Sanna Marin no incumplió sus obligaciones como “premier” de Finlandia por irse de fiesta
Una investigación del canciller de Justicia exculpa de las acusaciones de incumplimiento de sus deberes a la líder socialdemócrata
La socialdemócrata finlandesa Sanna Marin, que con 34 años se convirtió en 2019 en la mujer más joven en presidir un Gobierno en el mundo, fue objeto de desaforadas críticas de los sectores más conservadores y machistas el pasado verano tras salir a la luz en unos vídeos de fiesta con sus amigos. “Soy humana. Y yo también a veces anhelo la alegría, la luz y la diversión en medio de estas nubes oscuras”, llegó a decir Marin para defender que un político tiene también derecho como cualquier ciudadano a desconectar y evadirse en su tiempo libre.
La oposición de derechas acusó a Marin, que encabeza una coalición de centro izquierda de cinco partidos, de haber faltado a sus obligaciones institucionales e incluso haber deteriorado la imagen internacional de Finlandia. Tras semanas de investigación, el canciller de Justicia, Tuomas Pöysti, encargado de supervisar la legalidad de los actos de los miembros del Gobierno y del presidente de la República del país nórdico, ha concluido que Marin no incumplió ningún deber oficial por acudir a unas fiestas el pasado verano.
“No tengo motivos para sospechar que la primera ministra Marin haya actuado de forma incorrecta en su cargo o que haya hecho dejación de sus funciones”, explica Pöysti. También descarta el argumento esgrimido por el partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses de que la primera ministra debía haber delegado sus funciones en otro ministro dado que no podía hacer frente a las obligaciones de su cargo por haber consumido alcohol durante las celebraciones. Ante el ruido creado por las imágenes, Marin se sometió voluntariamente a un test antidroga por voluntad propia que dio negativo.
Par echar más leña al fuego, la Prensa publicó días después una foto de dos amigas de Marin besándose con el torso casi desnudo en una fiesta celebrada a principios de julio en la residencia oficial de la primera ministra en Helsinki, un día después de asistir a un festival de rock.
“También tengo días libres y noches libres. Y en verano es más fácil porque el calendario político no está tan lleno”, explicó Marín sobre las críticas. “No tenía reuniones reservadas durante el fin de semana en cuestión”, dice. “Tenía tiempo libre y lo pasaba con mis amigos y no hacía nada ilegal”, insistía la primera ministra para hacer frente a un escrutinio público al que no se la habría sometido si fuera un político varón.
En tercer lugar, la canciller de Justicia descarta que el comportamiento de la líder socialdemócrata de 36 años socavara la dignidad del cargo de jafa de Gobierno. “No corresponde al canciller de Justicia, como autoridad suprema en cuestiones de legalidad, evaluar la moralidad de la conducta de un ministro o las cuestiones relativas a su credibilidad política o la confianza de que goza”, concluye Pöysti.
Tras pasar la tormenta, Marin, la primera ministra que ha solicitado formalmente la histórica adhesión de Finlandia a la OTAN acabando con décadas de no alineamiento militar, reconocía en septiembre, durante una visita a la sede del Parlamento Europeo, que estaba orgullosa de las políticas puesta en marcha por su Gobierno. Un mandato marcado por decisiones difíciles fruto de la pandemia de coronavirus primero y de la invasión de Ucrania después.
“Estoy contenta porque en Finlandia un Gobierno liderado por cinco mujeres ha llevado a cabo una política muy progresista contra la crisis, y ha abordado grandes reformas en la sociedad finlandesa, sobre bajas familiares, obligación de escolarización en Finlandia, la pandemia y una reforma histórica de la sanidad. No somos solo mujeres representando a un género, hacemos política de verdad, tomando grandes decisiones, independientemente de nuestro género y nuestra edad”, aseguró entonces.
A cinco meses de que los finlandeses acudan a las urnas para elegir su nuevo Parlamento (”Eduskunta”), el Partido Socialdemócrata (SDP) de Marin está cinco puntos por debajo de los conservadores en sondeos (24% frente a 19%). Si bien esa estimación es mejor que el 17,7% logrado por Antti Rinne en 2019. Seis meses después el viejo sindicalista pasó el testigo a Marin para evitar una moción de censura que habría hecho caer al Gobierno.
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