Opinión

¿Los Leopard y los Abrams cambiarán el devenir de la guerra?

Los efectos dependerán del número, estado y cantidad de tanques enviado y de la formación de los soldados ucranianos

Tanque estadounidense M1 Abrams en Polonia24/01/2023
Tanque estadounidense M1 Abrams en Polonia24/01/2023U.S. ARMY / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTOU.S. ARMY / ZUMA PRESS / CONTACT

Los carros de combate de origen alemán Leopard 2 y Abrams producido por Estados Unidos son vehículos blindados de la misma generación. De hecho, ambos fueron diseñados en la década de los años 1970, entrando en servicio en 1979 y 1980, respectivamente. Sin embargo, los dos vehículos blindados sobre cadenas han sido modernizados de forma constante con el paso de los años, dando lugar a diversas versiones con prestaciones muy superiores a las del diseño inicial. Cada versión sucesiva suele incorporar mejoras en el armamento, el blindaje, la electrónica y, algo de gran importancia, los sistemas ópticos.

Los dos carros tienen cuatro tripulantes: jefe de carro, tirador, cargador y conductor. En la actualidad, tanto el Leopard 2 como el M1 Abrams disponen como armamento principal de un cañón de 120 mm, a pesar de que el carro estadounidense montaba inicialmente uno de 105 mm. El peso del carro alemán ronda las 65 toneladas, mientras que el estadounidense supera ligeramente las 70 toneladas. Sin embargo, la relación potencia/peso de este último es algo superior. De cualquier forma, debe siempre tenerse en cuenta que las prestaciones reales de las máquinas de guerra son materia clasificada.

Estos carros de combate tendrán enfrente al T-90 ruso, vehículo que fue desarrollado tomando como base el T-72 y que entró en servicio en el año 1992. Se trata, por tanto, de un tanque más moderno del que se conocen un total de cuatro versiones. Con una tripulación de tres, el peso del T-90 es

inferior a las 50 toneladas y está armado con un cañón de 125 mm. De forma tradicional, en los carros rusos han prevalecido la agilidad y el armamento.

Independiente de lo anterior, resulta de gran complejidad prever si los vehículos blindados que se enviarán a Ucrania serán determinantes en el actual conflicto bélico. Su efectividad en la práctica dependerá de muy diversos factores más allá de sus características técnicas.

El primero de ellos será la versión concreta de los carros de combate que se proporcionen al Ejército ucraniano. Efectivamente, existe una colosal diferencia entre las características técnicas de un Leopard 2A7+, que puede considerarse el último desarrollo de la serie, y las de un modelo de hace treinta años. Esto también es cierto si comparamos el rendimiento de un carro de combate M1 Abrams con uno del modelo M1A2 SEP.

Relacionado con lo anterior, resultará también fundamental el grado de conservación y operatividad de los vehículos de combate que se destinen a Ucrania. Por la información hecha pública hasta la fecha, no es posible precisar si se tratará de tanques nuevos, con pocos años en servicio o de vehículos que lleven largo tiempo almacenados, como es el caso de los Leopard 2A4 que posee el Ejército español. Estos vehículos, cuyas primeras unidades llegaron a España procedentes de Alemania en el año 1995, se encuentran actualmente custodiados por una unidad del Ejército de Tierra en la modalidad de almacenamiento de larga duración. Este dato es clave para anticipar el grado de efectividad de los vehículos blindados que el Ejército ucraniano recibirá.

Lógicamente, otro factor decisivo será la cantidad de unidades que se entreguen a los ucranianos. Las primeras noticias al respecto señalan que Alemania enviaría 14 carros de combate Leopard 2, lo que viene a equivaler aproximadamente a una compañía, auque siempre dependiendo de la orgánica particular de cada ejército. Por su parte, EE UU planea suministrar 31 de sus Abrams. Estas cantidades pueden considerarse anecdóticas frente al poderío militar acorazada del Ejército ruso. Se especula con que Rusia

podría disponer de algo más de 400 carros T-90, T-90A y T-90M en servicio activo más otros 200 en reserva. Pero, de forma adicional, tendría por encima de 2.000 tanques T-72 en servicio junto a unos 7.000 en reserva, además de centenares de carros de combate de otros modelos.

Y, finalmente, hay un factor que se obvia en todas las informaciones que están siendo proporcionadas. Para operar un sistema de armas complejo como lo es un carro de combate, es totalmente necesaria una formidable instrucción. Y no se trata únicamente de formar un equipo de cuatro tripulantes que sean capaces de operar el vehículo de forma eficiente y coordinada en muy diversos escenarios. Son cuestiones básicas saber aprovechar el terreno y disparar de forma eficiente. Pero, además de lo anterior, es totalmente necesario formarse para operar los carros de combate de forma conjunta a nivel de sección, de compañía e incluso de batallón.

Es decir, un carro de combate no puede compararse con un fusil de asalto que puede ser utilizar con mayor o menor fortuna una vez que está en manos de un soldado. En el caso de los tanques, resulta imprescindible alcanzar un nivel de instrucción mínimo para que el vehículo resulte determinante en cualquier enfrentamiento. Y la instrucción no queda únicamente limitada al nivel de unidades acorazadas: es clave también operar de forma efectiva en cooperación con la infantería, la artillería, la aviación, etc.

En conclusión, será el transcurso del tiempo lo que nos permitirá determinar si la medida adoptada por Alemania y Estados Unidos ha resultado realmente efectiva en la práctica o se ha quedado simplemente en un tranquilizador gesto de buenas intenciones. O que tal vez haya sido una manera de vaciar los “stocks” de los países donantes. No sería la primera vez en la historia que algo similar sucede.

Raúl José Martín Palma es catedrático de Física Aplicada en la Universidad Autónoma de Madrid