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Opinión

Leopard 2: mucho más que unos carros de combate

Los tanques alemanes son los más avanzados y eficaces de todos

Los tanques Leopard 2 están considerados uno de los vehículos de guerra más avanzados jamás creados | Fuente: Peter Steffen/DPA
Los tanques Leopard 2 están considerados uno de los vehículos de guerra más avanzados jamás creados | Fuente: Peter Steffen/DPADPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Las discrepancias de los aliados europeos sobre el envío de carros de combate Leopard II a Ucrania ha puesto el foco sobre el secreto a voces de las profundas divergencias europeas sobre la guerra de Ucrania, sus consecuencias y nuestro compromiso con la defensa de nuestras libertades. La línea divisoria parece situarse entre aquellos países que sufrieron el sanguinario yugo opresor soviético y los que no lo sufrieron.

La paradoja máxima es que el aliado más reticente al envío de los carros es Alemania, quizás el que de forma más dramática sufrió las consecuencias de la Guerra Fría ya que supuso su división en dos Estados. Alemania fue la autora de la Ostpolitik (se pone en marcha en 1969) que supuso el primer intento estructurado de entendimiento y distensión con el Bloque Soviético. Algunos lo vieron como un acto de apaciguamiento, pero visto con perspectiva un país partido en dos por la guerra fría no parecía tener otra salida.

Tanques Leopard y Abrams
Tanques Leopard y AbramsMiguel Rosellófreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@546dec3d

Muchos reprochan hoy a Alemania sus reticencias lo que ha puesto de manifiesto unas grietas más profundas de lo que hubiese sido deseable airear en público. Rusia ha llevado a cabo permanentes e intensas operaciones de manipulación y desestabilización en Europa, sin olvidar la injerencia en campañas y procesos electorales. Por otra parte, Europa en general y Alemania en particular acomodamos nuestras economías al gas ruso barato convirtiéndonos en rehenes energéticos, lo que pagamos muy caro al principio de esta guerra.

Las decisiones tomadas por Alemania y los EEUU en las últimas horas de enviar carros de combate de última generación, han cambiado radicalmente el panorama geopolítico y estratégico del conflicto. Sin embargo, las reticencias iniciales de Alemania han abierto heridas que no cicatrizarán fácilmente. La Dra. Claudia MAJOR, jefa de la División de Investigación del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y Estratégicos ha reconocido que a pesar del enorme apoyo que Alemania presta a Ucrania (dicen que son los terceros después de EE UU y el Reino Unido) la percepción de gobiernos y de la opinión pública internacional es que Alemania no hace lo suficiente y que cuando lo hace es con retraso y con reticencias.

Es verdad que el daño reputacional debe ser reparado para reconstruir la confianza entre aliados, esencial para preservar el esfuerzo de guerra y la solidez de la Alianza Atlántica. De hecho, EE UU y en el Reino Unido editoriales, analistas y columnistas siguen siendo extraordinariamente críticos con la actitud de Alemania ante la agresión rusa a Ucrania. En la BBC Kurt VOLKER ex embajador de los EEUU ante la OTAN, criticó duramente la falta de compromiso de Alemania con Ucrania. Las relaciones de Alemania con sus vecinos más cercanos han sufrido un duro golpe, Polonia, los estados Bálticos y otros países de Europa Oriental, no ocultan su profunda irritación y estas tensiones son un pesado lastre en la imprescindible unidad estratégica en estos tiempos de tempestad e incertidumbre.

La importancia de los carros Leopard 2 es esencial para la reconquista de territorios ocupados ilegalmente por Rusia. Son, de lejos los más avanzados y eficaces de todos los de última generación. Según los expertos es la combinación “casi-perfecta” de maniobrabilidad, consumo moderado de combustible, facilidad de operación comparado con cualquier otro carro de última generación (está diseñado para tropa de conscripción), versatilidad y potencia de fuego (puede disparar con toda precisión en marcha) y protección por la calidad de su blindaje. Es de hecho un carro diseñado para superar a cualquier sistema de armamento o carro que los rusos tengan en su inventario. Los rusos lo saben y de ahí su airada y agresiva reacción no exenta de amenazas directas a quienes sigan ayudando a Ucrania con sistemas de armamento cada vez más sofisticados y eficaces.

La brecha de la divergencia entre aliados sobre el futuro y escenarios de conclusión de la guerra se está ensanchando. En Alemania los Verdes y Liberales, socios de la coalición de gobierno con el SPD son los que más han empujado al Canciller Federal Scholtz para intensificar el apoyo militar a Ucrania. La oposición encabeza por los democristianos de la CDU han criticado duramente al Canciller Scholtz en la sesión de control del Bundestag del 25 de enero por el retraso injustificable de la decisión.

El SPD, muy en consonancia con su Ostpolitikde la que históricamente son autores principales, teme que Alemania acabe siendo arrastrada a una guerra abierta con Rusia que está diciendo ya que estas decisiones suponen una grave escalada de la guerra y amenaza con represalias. Las dudas de Alemania, por lo menos lo que se percibe en la opinión pública internacional, podría suponer una sombre en las nuevas aspiraciones de Alemania de convertirse en un miembro más activo e importante en el panorama geopolítico mundial.

El SPD no parece desear la derrota total de Rusia, pues creen que eso sólo exacerbaría su nacionalismo y agresividad y que la geografía y la historia imponen la necesidad de entenderse con ellos en el futuro. Sin embargo, el actual régimen ruso entendería esos gestos como signo de debilidady de apaciguamiento, y eso alimentará, sin duda, este y otros conflictos, lo que tendrá consecuencias desastrosas. Por otra parte, el Reino Unido, Polonia y los Estados Bálticos entre otros, ven en esta guerra una oportunidad única para para pararle los pies al matonismo geopolítico ruso.

Otros aliados aseguran que esta estrategia supondría un mensaje claro a otras potencias con apetitos exacerbados, léase China. Los objetivos del gigante asiático van mucho más allá de Taiwán, y su expansionismo agresivo se ha extendido al Mar del Sur de China y las islas conocidas como “Collar de Perlas”, una estrategia que pretende dominar las aguas que rodean a todos sus vecinos, garantizarse el flujo de exportaciones y sobre todo suministro de petróleo y gas, así como eventualmente rodear también a la India por su flanco sur con acuerdos con Sri Lanka y Maldivas, y con Pakistán por el norte. Todo esto unido a la creciente influencia de China en África y América Latina supone un grave motivo de preocupación para occidente.

Es preciso subrayar que perseguir una victoria total, entendiendo por ello una clara derrota de Rusia y quizás un cambio de régimen, además de imposible, potenciaría en Rusia el resentimiento y el odio antioccidental, aplazando para más adelante otro conflicto, seguramente inevitable, que muy bien pudiese escalar fuera de control, lo que no está descartado en absoluto en el actual, si no se logra el justo medio entre las dos posturas maximalistas.

Estamos ante una situación potencialmente explosiva. Cada decisión, cada duda, cada enfrentamiento entre aliados, será interpretado, analizado y diseccionado por nuestros adversarios y competidores. Cualquier error puede tener consecuencias a largo plazo muy serias y quizás irreversibles. A todo esto, la quema del Corán por parte de un político sueco-danés de extrema derecha delante de la embajada de Turquía en Estocolmo, ha indignado al gobierno de Ankara y podría poner en serio riesgo la candidatura sueca a la OTAN pues se especula con que Turquía pudiese reactivar el veto a la ampliación que había aceptado levantar, lo que supondría un serio revés al fortalecimiento de la Alianza Atlántica.

Las democracias liberales, los aliados y especialmente los europeos, tenemos que decidir de una vez por todas, qué futuro queremos. Es imposible defender la democracia y la libertad desde la debilidad, la duda o el apaciguamiento. La paz y la estabilidad solo se pueden alcanzar con el justo equilibrio entre la fuerza y la diplomacia, desde la firmeza responsable y la cabeza fría.