Relaciones internacionales
Golpe bajo de China a los nuevos aranceles de Trump
Las tarifas a coches y productos agrícolas, sectores clave en EE UU, pretenden castigar al presidente
Las tarifas a coches y productos agrícolas, sectores clave en EE UU, pretenden castigar al presidente.
Choque de trenes a la vista. Sin moverse un ápice de su postura inicial, Pekín respondió recíprocamente ayer al anuncio hecho por Estados Unidos el viernes de imponer aranceles a los productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares (43.144 millones de euros). La decisión de China fue gravar con tasas del 25% a 659 productos estadounidenses, un paso más en el tira y afloja que mantienen las dos mayores economías del planeta y que amenaza con desembocar en una guerra comercial de consecuencias impredecibles.
El Ministerio de Finanzas chino cumplía así con su palabra y, al igual que la Administración norteamericana, fijaba el próximo 6 de julio como fecha para comenzar a aplicar los nuevos aranceles. Ese día, según la Oficina del Representante de Comercio Internacional de EE UU, quedarán gravados 818 productos chinos por un valor estimado de 29.400 millones de euros anuales y, después de que la Administración someta a consulta la fecha de entrada en vigor, le llegará el turno a otros 284 productos valorados en 13.000 millones de euros. Por su parte, China empezará castigando a un total de 545 productos americanos por un monto también de 29.400 millones de euros, para continuar gravando otros 114 una vez que Washington aplique los suyos.
Con este ojo por ojo y diente por diente, ambos países han estudiado sus objetivos cuidadosamente y han elegido los sectores en los que más daño podrían infligir. En el caso de China, además de decidir castigar a vehículos y bienes acuáticos estadounidenses, sus disparos más certeros irán a parar a los productos agrícolas y ganaderos como el cerdo, el arroz, el maíz, el sorgo, el trigo y la soja. China compra a EE UU semillas de soja por un valor de 10.339 millones de euros, por lo que los mayores afectados serán los productores de esta legumbre, que deberán estar preparados para asumir pérdidas multimillonarias. Con ese mismo tiro China tratará de alcanzar a Trump, quien recibió en las elecciones pasadas una buena cantidad de votos de los agricultores del Medio Oeste y los trabajadores en la industria del motor, principales perjudicados.
Por su parte, Washington ha puesto el punto de mira en el programa «Made in China 2025», con el que su presidente Xi Jinping quiere convertir al país comunista en un referente mundial en innovación. Por eso, los productos relacionados con la industria aeroespacial, maquinaria, robótica y tecnológica serán los primeros que quedarán gravados por el proteccionista Trump, un mandatario que ya en su camino hacia la Casa Blanca proclamó su intención de acabar con el déficit comercial que su país mantiene con Pekín, cifrado en unos 375.000 millones de dólares.
Si bien durante su primer año de mandato, el magnate neoyorkino dejó de lado este asunto para ganarse el favor de China en el conflicto abierto con Kim Jong Un, ahora Trump no deja títere con cabeza. Canadá, México o la UE han salido perjudicados por una Administración que recientemente aprobó impuestos a las importaciones de acero (25%) y aluminio (10%). Esto y sus acusaciones de prácticas comerciales injustas y de que otros países «roban» a EE UU le están generándole muchas enesmitades.
Pese al despliegue de armas previo al inicio de la contienda, China trataba de apagar los tambores de guerra. «A la luz de los miopes actos de la parte estadounidense... China se ve forzada a adoptar medidas firmes y decididas para contestar», rezaba un comunicado del Ministerio de Comercio que añadía que «lanzar una guerra comercial no beneficia al mundo. Hacemos un llamamiento a todos los países para que actúen juntos para detener un movimiento tan obsoleto y atrasado, y para salvaguardar el interés de toda la humanidad».
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