Tortura

El hijo del presidente de Uganda secuestra a un opositor: "Todavía me queda castrarle"

El controvertido sujeto subió fotografías del proceso y se jactó de estar utilizando al prisionero "como saco de boxeo"

Muhoozi Kainerugaba posa con miembros de las Fuerzas Especiales ugandesas.
Muhoozi Kainerugaba posa con miembros de las Fuerzas Especiales ugandesas.AP/SIPAAP/SIPA

Uno se permite imaginar cómo habría sido la cuenta de Twitter de Adolf Hitler. La de Stalin. La de Jack el Destripador. La de Idi Amin. ¿Qué clase de publicaciones habrían subido estos sujetos capaces de exterminar a millones, a miles, o incluso a unas pocas decenas de la forma más horrible? Y cabe a preguntarse cuántos repost, likes, comentarios y seguidores habrían conseguido en el mundo de hoy. Uno piensa que hemos dejado las atrocidades atrás. Pero un individuo prueba en la actualidad cómo habría sido ese universo cyberpunk alternativo, y demuestra que el ser humano, aunque dueño de una tecnología sofisticada, sigue formando parte de esa masa vociferante que clama sangre los sábados que toca circo. Su nombre es Muhoozi Kainerugaba y es el hijo del presidente de Uganda. También es el jefe del Ejército ugandés.

Kainerugaba es muy activo en la red social X. Publica decenas de publicaciones al día. Amenaza a Jay-Z con robarle a Beyoncé igual que anuncia con varias horas de adelanto que sus tropas se disponen a invadir República Democrática del Congo. Fiel a su padre y deseoso de sucederle en el mando del país, también dedica una parte importante de su tiempo a amenazar a líderes opositores. A algunos dice que les decapitará. A otros les avisa de que pronto irá a por ellos. Hordas de fieles aplauden sus comentarios y fustigan su vanidad, adornándole con palabras bonitas que hinchan su ego y le empujan a escribir más y más, hasta que su cuenta es suspendida durante una o dos semanas; luego vuelve, da gracias a Dios por haberle hecho tan guapo y retoma el ritmo de publicaciones.

Kainerugaba se jacta de ser un hombre peligroso y dice que nunca bromea. Uno puede preguntarse cuánto hay de ficción y cuánto de real en el personaje que se ha montado, pero no cabe duda de que es un hombre peligroso. La mejor prueba de ello se obtuvo este viernes, cuando compartió en directo el secuestro, el encierro y la tortura de Eddie Mutwe, el guardaespaldas uno de los más importantes líderes opositores del país, Bobi Wine.

Empezó con el secuestro de Mutwe, que Wine calificó como “violento” en su propia cuenta personal. Además, denunció que soldados ugandeses habían rodeado la sede de su organización. Kainerugaba contestó que “Este PAYASO, Kabobi, tiene razón en una cosa. Soy completamente despiadado con los traidores de nuestro país. ¡Como Kabobi!”. Después retó a Kabobi a un combate de boxeo. Hasta aquí, podría considerarse un viernes cualquiera en la vida del primogénito del presidente ugandés. Luego, sus comentarios empezaron a subir de tono:

“Cada vez que insulto a Kabobi, consigo miles de seguidores. ¿Qué pasará cuando lo le pegue una paliza pronto?”. Añadió poco después que “Solo entregaré a Eddie a Mzee [su padre] cuando me dé la orden. Para entonces, ya habrá aprendido la historia de la NRA y la UPDF. Y comprenderá que el NRM es un partido que representa a todo el país. Jamás será derrotado”. En este momento podían leerse hasta 777 comentarios en la última publicación, muchos de ellos apoyando a Kainerugaba para que diera una lección al guardaespaldas apresado. El cual se encontraba encerrado “en el sótano”, según otra publicación del protagonista de este artículo.

Kainerugaba se vanaglorió de haber afeitado la cabeza y la barba del guardaespaldas, dijo que él nunca bromea y para demostrarlo subió una fotografía del secuestrado, efectivamente, completamente rapado, junto con un texto que decía: “Aprendiendo Runyankore”. Runyankore es la lengua de la etnia a la que pertenece la familia presidencial. Esta afirmación, que puede interpretarse como una muestra de poder e impunidad, acompañada del rostro desencajado del desafortunado prisionero, aún alcanzó cientos de miles de reposts, algo que no hizo sino alimentar el ego del salvaje, que más tarde escribió: “Por cierto, esta foto se la hicimos cuando se estaba haciendo pis encima”. Lo del pis debió hacerle gracia, porque poco después quiso actualizar a su público: “Actualización sobre Eddie: se sigue meando encima”.

Kainerugaba estaba pletórico. Bobi Wine aceptó con un tono desesperado ese combate de boxeo, preguntándole “cuándo y dónde. Dicen que Twitter es la jungla pero el Twitter en África es otro nivel, y el hijo del presidente (y, recordemos, jefe del Ejército ugandés) respondió con su habitual sorna: “Kabobi aceptó mi reto. Ahora estoy practicando con su supuesto "comandante militar". Lo uso como saco de boxeo”. Incluso llegó a decir que "aún no he terminado con él, todavía me queda castrarle".

Que confirmase por su propia mano que el guardaespaldas de Bobi estaba siendo torturado habría sido suficiente para parar a cualquiera, pero no para Kainerugaba, que preguntó a sus seguidores si querían ver un vídeo del proceso. Ante la riada de súplicas, digno de su macabra personalidad, finalmente respondió que subiría un vídeo “cuando Beyoncé venga a buscarme”. Quizás alguien debería decirle a la cantante que meta un poco de sensatez en la mente de este hombre, ya que su propia esposa (porque está casado) no está siendo capaz de hacerlo.

Algunos de los tweets transcritos en este artículo ya han sido eliminados. Uno supone que el padre de este animalito le pidió que lo hiciera. Pero que hayan sido borrados no quita que la tortura ocurriera, que fuera compartida a tiempo real en redes sociales, que Kainerugaba sigue impune y que cientos de miles jalearon el espectáculo de la misma manera que cientos de miles lo habrían hecho con los criminales del pasado. No sabemos cómo habría sido si Hitler hubiera tenido Twitter, pero desde ayer nos podemos hacer una idea bastante exacta. Considerando que Donald Trump también subió ayer en su cuenta una fotografía donde aparecía vestido como Papa gracias al uso de la Inteligencia Artificial, uno sólo puede suponer que este es el mundo que nos ha tocado vivir.