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Hollande se escuda en la privacidad

El presidente francés François Hollande comparece en rueda de prensa tras las revelaciones de su idilio amoroso con la actriz francesa Julie Gayet
El presidente francés François Hollande comparece en rueda de prensa tras las revelaciones de su idilio amoroso con la actriz francesa Julie Gayetlarazon

François Hollande superó ayer el examen oral de la Prensa pero no se ahorró el mal trago. Seiscientos periodistas, nacionales y extranjeros, aguardaban expectantes y escrutaron atentos cada una de las respuestas a sus afiladas preguntas.

François Hollande superó ayer el examen oral de la Prensa pero no se ahorró el mal trago. Seiscientos periodistas, nacionales y extranjeros, aguardaban expectantes y escrutaron atentos cada una de las respuestas a sus afiladas preguntas. El Gobierno al completo, en las primeras filas. Y pese a la consigna dominante de que la vida privada del presidente de la República sólo le concierne a él, una cierta gravedad e incluso incomodidad recorría la plana mayor del Ejecutivo. Y es que Hollande, que no aludió en ningún momento de su alocución introductoria a sus vicisitudes sentimentales y al escándalo de su amor secreto con la actriz Julie Gayet, no pudo evitar que la primera pregunta apuntara en esa dirección.

Pero el presidente, fiel a su estilo, eludió responder claramente para disipar toda duda sobre si Valérie Trier-weiler seguía siendo ayer, como se le preguntó, primera dama de Francia, aunque reconoció estar pasando por un delicado trance. «Cada cual en su vida personal puede atravesar dificultades. Es nuestro caso. Son momentos dolorosos. Pero los asuntos privados se dirimen en privado, éste no es lugar ni momento para hacerlo», recalcó, levantando un muro respecto a su vida privada, pero olvidando que en el caso del presidente de la República muchos de sus actos privados, sobre todo si pueden afectar al ejercicio de su función, son también públicos. No obstante, se comprometió a «aclarar antes del viaje oficial a Washington» el 11 de febrero «los pormenores» de su relación con Valérie Trierweiler y si le acompañará. Esquivó dar más detalles, aunque sí confirmó que su consorte oficial «continúa de reposo» y que ha abandonado la idea de perseguir judicialmente a la revista «Closer» por la publicación de las comprometedoras fotos, aunque se mostró «totalmente indignado». Dijo no obstante que «en Francia, como país de gran libertad, se debe respetar la dignidad y la vida privada de las personas». También rechazó la idea de institucionalizar el papel de primera dama, que no está definido jurídicamente. «Lo que importa es la transparencia y que los medios asignados sean conocidos y lo menos elevados posibles».

El silencio que Hollande ha guardado durante todo el fin de semana, y hasta la conferencia de ayer, describe nuevamente a un presidente cuyo punto débil es la toma decidida de medidas. Salvado el primer escollo, el gobernante socialista trató de recuperar los centímetros de estatura que ha perdido en los últimos días. Esta rueda de Prensa semestral tenía que marcar el lanzamiento de una nueva hoja de ruta para 2014. Su antídoto social y económico para sacar a los franceses del marasmo y la atonía en que la política de austeridad y de martilleo fiscal les ha sumido en 2012 y 2013. Para algunos observadores, el golpe de timón que ayer quiso imprimir Hollande llega incluso tarde. Otros dudan de su intención real de querer «recentrar» su política y del tono socialdemócrata o socioliberal incluso con que parecía querer teñirla. Frente a las insinuaciones de los periodistas, dejó claro que es un socialista «convencido» y que «el liberalismo no me ha invadido. Todo lo contrario», dijo después de haber desgranado algunas de sus principales recetas para enderezar a Francia. Empezando por el «pacto de responsabilidad» que el Gobierno ofrecerá a las empresas. Éstas verán aligeradas sus cargas sociales –supresión de las cotizaciones familiares– en 30.000 millones de euros, a cambio de aumentar las contrataciones, generar empleo y mejorar el diálogo social. Esta medida se articulará en un proyecto de ley que el Ejecutivo planteará como una cuestión de confianza en el Parlamento.

Hollande ha fracasado en su promesa de invertir la ascendente curva del paro en 2013 y ayer reconoció haber subestimado la crisis. Para que Francia cumpla el objetivo de déficit del 3% en 2015, aún tiene que ajustarse el cinturón. De ahí los 50.000 millones que pretende recortar en gasto público «sin poner en peligro nuestro modelo de protección social», dijo, y que supondrá acentuar la lucha contra los excesos en la Seguridad Social (600 millones de euros aproximadamente), pero también revisar el actual sistema de descentralización para evitar «solapamientos y duplicidades», redefinir las competencias y fusionar regiones y departamentos si es necesario.

Plusmarquista en impopularidad, Hollande es consciente de que su política entraña riesgos: «Sí, los tomo, pero sé que mi electorado y todos los franceses pueden comprenderlo», dijo. «Lo que importa es que al término de mi mandato haya hecho que mi país avance», añadió. El gobernante galo justificó sus intervenciones militares en Mali (que calificó de éxito) y Centroáfrica y anunció tres iniciativas franco-alemanas para «relanzar a Europa», como la «armonización de reglas fiscales para las empresas» de ambos países; coordinarse para la transición energética y trabajar en una «pareja franco-alemana que potencie la Europa de la Defensa».

En vísperas de las elecciones municipales del próximo mes de marzo, Hollande no mostró inquietud alguna. «Son comicios que tradicionalmente no son buenos para el poder vigente», admitió, pero confía en que esa constante no se reproduzca. Al contrario, ve con más preocupación las elecciones europeas del mes de mayo, «que pueden ser mucho más peligrosas» debido al ascenso del populismo.