Elecciones en Israel
Irán y el proceso de paz pierden tirón en Israel
Netanyahu afirma que la victoria de Hertzog será un «peligro» para el país
Son muy distintos los escenarios pintados por los dos candidatos principales en las elecciones del martes, para la eventualidad de sus respectivas victorias. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el jefe de la Unión Sionista, el laborista Itzjak Hertzog, se presentan como adversarios que sugieren para Israel vidas totalmente diferentes, afirmando el primero que si gana el laborismo será «peligroso» para Israel, y asegurando el segundo que «con el Gobierno actual se perdió la esperanza». Existe una diversidad de problemas, en el ámbito de la seguridad, las relaciones exteriores y la economía, pero según las últimas encuestas, la mayor parte de la ciudadanía votará pensando en la agenda socio-económica, y no en Irán ni en el conflicto palestino.
En el sondeo publicado por el diario «Yediot Ahronot», el 55,2% aseguró que serán los temas económicos y sociales los que determinen su voto, mientras que el 28,4% dijo que lo determinante será la seguridad y la política.
En realidad, en los temas de política regional y seguridad no hay diferencias abismales entre Netanyahu y Hertzog. Sus concepciones son mucho más parecidas que la imagen general de sus partidos. Probablemente la gran diferencia esté más en el camino que en el objetivo final. Aunque Netanyahu intenta mostrar a Hertzog y a la ex ministra de Exteriores, Tzipi Livni, como «un peligro» porque «se rendirán a todos los dictámenes que se intenten imponer al país», lo que el jefe laborista propone está lejos de acercarse siquiera a una línea de ese tipo. También él sostiene que «no podemos aceptar un Irán nuclear», y sus críticas a Netanyahu no pasan por creer que hay que ser suave con Irán, sino por la línea que ha seguido, que lo ha llevado a un enfrentamiento con la Administración Obama. Es más, Hertzog da a entender que Netanyahu no fue suficientemente duro con quienes atacaron a Israel, y escribió que «combatió a nuestros aliados en lugar de a nuestros enemigos».
En el tema palestino es donde puede haber una diferencia mayor, pero más por consideraciones prácticas. Netanyahu congeló las negociaciones con los palestinos, por el anuncio de que el presidente Mahmud Abas y Hamas apoyaban conjuntamente al nuevo Gobierno palestino. «La paz con Israel o con Hamas», dijo entonces el jefe de Gobierno, lo cual no le impidió negociar indirectamente con Hamas en Egipto meses después de la guerra en Gaza. Hertzog no elogia a Hamas; sin embargo, ya recalcó que su intención es tratar de reanudar las negociaciones con la Autoridad Palestina. «Lo intentaré», declara repetidamente, aunque no olvida criticarlos por su línea unilateral.
Pero no es que Netanyahu pida anexionar los territorios en disputa y Hertzog prefiera la retirada total. En absoluto. Estos no son los términos en los que se plantea el tema. El candidato laborista apoya el mantenimiento de «bloques de asentamientos» como parte de Israel (territorios sin población palestina, de Cisjordania) y la retirada de asentamientos aislados. Pero recalca que la separación es ineludible para garantizar que Israel siga siendo un Estado judío y democrático. El «premier» considera que ésto es irrealizable. «Se mantiene el objetivo de impedir que Israel se convierta en un Estado binacional», dijo a «The Israel Times», «pero en las circunstancias actuales en Oriente Medio, cualquier territorio que uno desaloja será utilizado por el Estado Islámico contra nosotros».
En lo económico, que en estas elecciones juega un papel central, puede que Hertzog, considerado por algunos analistas como un neoliberal, no esté tan opuesto a la política de libre mercado de Netanyahu. Aquí las diferencias serán más grandes por los entornos que los acompañan, ya que el partido laborista –según el analista económico Avi Temkin del periódico «Globbes»– presionará fuerte para un cambio de rumbo.
La calle israelí habla estos días de «mahapáj» (vuelco), pero con énfasis en lo dramático del cambio. Esa palabra se usó en 1977 cuando por primera vez, tras casi tres décadas de laborismo, la derecha israelí ganó las elecciones y llevó a Menajem Begin al poder. Todos los sondeos vaticinan una victoria de La Unión Sionista sobre el Likud. El margen más estrecho es de dos escaños, pero hay encuestas que les anuncian cuatro a su favor. Sea como sea, lo que determina en el sistema parlamentario israelí quién será el ganador no es el partido más votado sino quién logra formar coalición. Por eso Netanyahu ayer exhortó directamente a quienes lo quieren ver a él como primer ministro, que no dividan el voto, y elijan a los partidos cercanos a él como El Hogar Judío o Kulanu.
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