El eje Moscú-Pekín
Xi Jinping arropa a Vladimir Putin en su cumbre en Pekín
Putin desembarca en China para tratar "asuntos internacionales" con su "querido amigo" Xi
El presidente ruso, Vladimir Putin, llegó este martes a Pekín, donde se reunirá con su homólogo y "querido amigo" Xi Jinping en el marco de una importante cumbre multilateral que reúne a representantes de unos 130 países, un evento eclipsado por la actual guerra entre Israel y la organización militante palestina Hamás. El aterrizaje de Putin supone una oportunidad para presumir de su firme alianza con China frente a Washington y sus aliados, mientras se espera que hagan hincapié en su visión común de un nuevo orden mundial justo en un momento de extrema inestabilidad internacional.
En su cara a cara, los poderosos aliados podrían debatir el conflicto palestino-israelí, según informó el martes la agencia de noticias rusa RIA citando al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Mientras que los líderes occidentales han respaldado firmemente a Israel, Rusia y China han evitado calificar de terrorismo el atentado de Hamás del 7 de octubre, en el que murieron más de 1.400 israelíes. En su lugar, pidieron el fin de la violencia y la reactivación de los esfuerzos para forjar una solución de dos Estados, un concepto de hace décadas que israelíes y palestinos jamás han conseguido poner en práctica.
Una vez más, China agasaja con los brazos abiertos al presidente ruso, en la que es su primera gran misión en el extranjero desde que fue acusado de crímenes de guerra en Ucrania. El motivo del viaje de Putin es el décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), un ambicioso proyecto chino para ampliar las rutas comerciales mundiales con otros países y extender las conexiones de transporte e infraestructuras. Esta iniciativa, lanzada hace una década, ha sido a menudo criticada por cargar a los países participantes con una pesada deuda, pero sigue siendo una pieza clave de las ambiciones globales de la segunda economía mundial.
La exhibición del fortalecimiento de la relación entre los mandatarios pone de relieve la creciente división mundial a medida que China, Rusia, Corea del Norte e Irán se alinean en un frente, y Estados Unidos y sus aliados de la OTAN y del Pacífico, en el otro. Mientras tanto, numerosas naciones del Sur Global se muestran reacias a tomar partido.
Severamente sancionada por Occidente por su ofensiva contra Ucrania, Rusia busca ahora reforzar sus ya óptimos lazos económicos, militares y energéticos con China. No obstante, sus relaciones bilaterales se han desequilibrado a medida que se ha visto debilitado y aislado por la contienda, por lo que ahora se encuentra en una posición de mayor dependencia con respecto a Pekín.
Putin ha elogiado públicamente a Xi como un "líder firme, tranquilo y fiable", destacando su estrecha relación y su visión común frente a Occidente. Su vínculo, que se ha visto simbolizado por cuarenta reuniones en la última década y una declaración conjunta de "amistad sin límites", sirve como testimonio de su asociación estratégica. De hecho, Xi visitó Moscú en marzo como parte de una serie de intercambios entre ambos países. China ha condenado las sanciones internacionales impuestas a Rusia, pero no ha abordado directamente la orden de detención dictada contra este por la Corte Penal Internacional por su presunta implicación en el secuestro de miles de niños en Ucrania. Y es que el gigante asiático no es uno de los 123 países miembros de esta Institución Internacional, por lo que no está obligada a trasladar a su socio a La Haya para que sea juzgado. Este mismo mes, el líder ruso visitó Kirguistán, pero China es el primer país fuera de las antiguas repúblicas soviéticas que visita este año.
Con todo, esta cumbre se produce bajo la sombra de dos preocupantes conflictos que han sumido al mundo en la división: la invasión de Ucrania por parte de Rusia, iniciada en febrero de 2022, apenas tres semanas después de la última reunión de los líderes en la capital china, y la guerra de Israel contra Hamás, que amenaza con intensificarse a escala regional.
Ambas potencias han criticado las acciones de Israel en respuesta al ataque por sorpresa del grupo militante palestino Hamás, y también han hecho un llamamiento al alto el fuego, en la última muestra de sus esfuerzos por intensificar su liderazgo alternativo al de Estados Unidos, que afirma el derecho permanente de Israel a tomar represalias. El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, habló el domingo con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien pidió a China que utilizara su "influencia" en Oriente Próximo para presionar en favor de la calma. China mantiene una cálida relación con Irán, donde la cúpula religiosa apoya tanto a Hamás como a Hizbulá, un grupo militante libanés que podría abrir un segundo frente contra Israel. Este año, China medió en un acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, antiguos enemigos regionales.
Por su parte, Moscú presentó una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que condenaba la violencia y el terrorismo contra civiles, pero no mencionaba a Hamás. El Consejo la rechazó el lunes por la noche. Asimismo, el lunes Putin transmitió a Netanyahu que quería ayudar a evitar un desastre humanitario en Gaza y además realizó una serie de llamadas a los principales actores regionales, árabes e iraníes. Según el Kremlin, Putin expresó su voluntad de trabajar para "poner fin a la confrontación palestino-israelí y lograr una solución pacífica por medios políticos y diplomáticos".
Por otra parte, la condena de Occidente a Moscú por su invasión de Ucrania ha puesto a China en la cuerda floja diplomática. La cruenta guerra en Ucrania otorga a Pekín, como mediador "neutral", una fuerte posición de poder frente a Rusia y un mayor contrapeso frente a Estados Unidos. Pese a su neutralidad y a sus intentos de posicionarse como posible pacificador, el continuo apoyo económico de China a Rusia, a pesar de las sanciones internacionales, arroja un retrato diferente. Rusia ha dado su aprobación tácita al "documento de posición" de China sobre el conflicto ucraniano, que no incita ni a China ni a Rusia a hacer nada concreto para detener el derramamiento de sangre, al tiempo que regala a China una " medalla" diplomática.
Las cifras récord de comercio, las maniobras militares conjuntas y la profundización de los lazos diplomáticos apuntan a la creciente solidez de la relación chino-rusa, incluso cuando las líneas divisorias mundiales se endurecen.
Está previsto que Putin se reúna con estos días con el presidente de Vietnam, Vo Van Thuong, el primer ministro de Tailandia, Srettha Thavisin, el presidente de Mongolia, Ukhnaagiin Khurelsukh, y el presidente de Laos, Thongloun Sisoulith. En repetidas ocasiones, el presidente ruso ha destacado la importancia del Sur Global a la luz del emergente orden mundial multipolar y se ha comprometido a reforzar los vínculos de Rusia con las naciones asiáticas.
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