Venezuela

La caída del petróleo golpea la hegemonía chavista

Maduro, en un acto de campaña esta semana en Barinas
Maduro, en un acto de campaña esta semana en Barinaslarazon

El país con mayores reservas de petróleo del mundo debe dinero por importaciones de comida. Ésa es una de las paradojas que el chavismo ha provocado en Venezuela. El desplome del precio del crudo a lo largo del año ha puesto de relieve las flaquezas de un Estado bolivariano que ha maltratado el tejido productivo. El Gobierno bolivariano ha pagado apenas una quinta parte de los 267 millones de dólares que debe a Uruguay por un acuerdo contraído en junio. También suma deudas con Jamaica y República Dominicana. El monopolio importador venezolano, Corpovex, ha pagado tan sólo 6.000 de los 19.000 millones en bienes que ha encargado este año, según un documento filtrado por Reuters, indicando que la entidad estatal mantiene deudas con el 74% de compañías con las que ha comercializado.

El desmantelamiento del sector privado impulsado por Hugo Chávez desde 2002 resquebrajó el ya frágil aparato productivo del país. Entre 1997 y junio de 2013 la industria manufacturera creció un un 26% anual, por debajo del 30,4% del aumento de la población, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). La expropiación masiva de empresas resultó en fracaso. Algunas quebraron y la mayoría perdió productividad. Como ejemplo, la Central Azucarero Sucre, que después de pasar a manos del Estado tan sólo producía el 0,63% de las 2.200 toneladas diarias de azúcar que consumen los venezolanos. Y lo hacía con pérdidas: el coste de producción de un kilo de azúcar era de dos dólares y se vendía en los mercados populares a siete céntimos.

El chavismo tapó esos agujeros gracias a los interminables ingresos del petróleo. Pero el «oro negro» no rinde como antaño y el Gobierno de Nicolás Maduro ha mantenido las mismas políticas reguladoras a lo largo de 2015, más férreas incluso en vista de las elecciones del domingo. El rígido control de precios con rebajas extremas en productos básicos y dos aumentos salariales del 30% cada uno han disparado la inflación al 85%, según el presidente, o al 200%, según gremios empresariales. En cualquier caso, el súbito aumento de precios ha potenciado la bachaquería (venta de productos en el mercado negro), un lastre del que Maduro acusa al sector privado de librar una «guerra económica» contra su Gobierno. «Perseguiremos la inflación y quien necesite apoyo que me lo diga; se lo digo al sector privado, y el que no pueda que me lo diga también y me entregue lo que tiene y yo se lo daré a la clase obrera», amenazaba el líder bolivariano a las compañías privadas a mediados de octubre. Esa «caza al empresario» culminó con la petición de Maduro de procesar judicialmente a Lorenzo Mendoza, dueño de Polar, la empresa que suministra una cuarta parte de los alimentos procesados en el país.

El gigante venezolano ha superado 1.835 inspecciones del Gobierno chavista. «Nadie se atreve a tocar a Polar», afirma Rosmari Reyes, en una de las colas en el barrio caraqueño de San Martín. «Los martes y jueves vengo a hacer cola yo, y los lunes y miércoles, mi marido. Venimos sin saber lo que habrá», asegura. «A mis 67 años nunca había pasado por una situación así, no tengo harina ni para cocinar arepas», torta típica hecha con harina de maíz.

Ese ambiente hostil contra la empresa privada no sólo ha generado escasez, sino un desplome del sector industrial. La producción manufacturera cayó un 35% en el tercer trimestre de este año respecto a 2014, según los resultados de la Encuesta de Coyuntura realizada por Conindustria. El descenso productivo explica la reducción en un 34% de las ventas, que afectan especialmente a la pequeña y mediana empresa.

El Gobierno bolivariano utilizó parte de las reservas de oro del país por valor de 1.500 millones de euros para hacer frente a sus deudas. Pero las pymes no gozan de esa posibilidad, ni de la protección de un Estado que ha aniquilado al sector privado.