Hong Kong
La calma regresa a Hong Kong, pero aumenta el número de concentrados
Un mayor número de personas salió hoy a las calles de Hong Kon, tomadas por el movimiento pro democrático, tras la multitudinaria manifestación de ayer, viernes, en la que miles de personas volvieron a pedir mayores libertades democráticas para la excolonia britanica.
Un mayor número de personas salió hoy a las calles de Hong Kon, tomadas por el movimiento pro democrático, tras la multitudinaria manifestación de ayer, viernes, en la que miles de personas volvieron a pedir mayores libertades democráticas para la excolonia britanica.
El área de Admiralty, donde se concentra el grueso de las protestas, amaneció hoy con cerca de un millar de personas en las calles, una cifra muy superior a la de días previos.
Ayer, numerosos manifestantes -más de 10.000, según los organizadores- acudieron a la llamada de las asociaciones estudiantiles para protestar por la inesperada cancelación del diálogo entre el Gobierno local y en demanda de la implantación del sufragio universal sin restricciones para Hong Kong.
Durante la jornada de hoy centenares de personas se fueron sumando a los asentamientos de Occupy Central en el área financiera de Admiralty.
En el densamente poblado barrio de Mong Kok, el número de congregados fue decayendo a lo largo del día.
Los acampados en Causeway Bay, un área puramente comercial de la ciudad, son menos que en días anteriores, pues apenas superan el medio centenar.
El día transcurrió con normalidad en las áreas tomadas, a la espera de que los organizadores den a conocer sus siguiente pasos, tras anunciar ayer el comienzo de una “nueva ola” de protestas dentro su campaña de desobediencia civil, lo que parece indicar un plan de mantenerse en las calles a largo plazo.
Los estudiantes criticaron duramente la decisión del Gobierno de cancelar el pasado jueves la ronda de diálogo prevista con las organizaciones de protesta, en la que se esperaba tratar la reforma de la ley electoral de Hong Kong
Mientras el poder de convocatoria de las organizaciones estudiantiles quedó patente en la manifestación de ayer, los convocados están a la espera de cuál será el siguiente movimiento de los cabecillas de esta revuelta popular, en su plan de escalar las protestas como medida de presión al gobierno.
El secretario de la organización Scholarism, Alex Chong, que colidera el movimiento de desobediencia civil, instaba ayer a los manifestantes a tomar cada rincón de las calles bajo la intención de quedarse en ellas a largo plazo, hasta que el gobierno no se siente a atender sus demandas.
El jefe del Ejecutivo de la isla, Leung Chun-ying, a quien los líderes del movimiento piden su dimisión por considerarle una “marioneta” del Gobierno chino, se encuentra fuera de Hong Kong este fin de semana, al igual que su “número dos”, Carrie Lam, quien iba a ejercer de interlocutora oficial en los fallidas conversaciones con los estudiantes.
Además de las protestas callejeras, a Leung se le suma además la posibilidad de que la agencia anticorrupción de Hong Kong pueda abrirle una investigación sobre el cobro de 6,5 millones de dólares de una empresa australiana cuando ya estaba al frente de la jefatura de gobierno de la antigua colonia británica.
Según publicó el jueves el grupo de comunicación australiano Fairfax, Leung pudo haber recibido el dinero en dos pagos por parte de la compañía australiana de ingeniería UGL, para la que había trabajado antes de dimitir con el objetivo de lanzar su carrera política en un acuerdo por el que accedía a actuar como un asesor “de vez en cuando” para la empresa.
El movimiento prodemocrático de Hong Kong cumple hoy dos semanas de protestas y sentadas incitadas por la decisión adoptada el pasado 31 de agosto por el Gobierno de Pekín de conceder el sufragio universal para la isla pero estableciendo que la elección de sus candidatos sean elegidos previamente por un comité de clara influencia china.
Ello hizo estallar las movilizaciones, que arrancaron con una huelga universitaria a finales de septiembre para luego pasar a lo que ya se ha denominado popularmente como la “revolución de los paraguas”.
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