Política

Río de Janeiro

La gira de Moro para promocionar su ley de mano dura

Sergio Moro en una exhibición de armas en el Ministerio de Justicia brasileño. Foto: Reuters
Sergio Moro en una exhibición de armas en el Ministerio de Justicia brasileño. Foto: Reuterslarazon

El ministro brasileño pretende combatir la corrupción, el crimen organizado y los delitos violentos

El ministro de Justicia y Seguridad Pública del Brasil, Sergio Moro, comienza su gira promocionando por cinco ciudades su plan para atacar la corrupción, el crimen organizado y los delitos violentos, una de las principales promesas de campaña del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.

Los 3 flagelos "están relacionados", afirma Moro, que fue el juez de Lava Jato, el famoso y gigantesco caso de corrupción que llevó a la cárcel al ex presidente Lula da Silva. "El crimen organizado usa la corrupción para obtener la impunidad y está vinculado a buena parte de los homicidios", explicó

El proyecto de ley que será enviado al Congreso y que ya ha sido presentado, busca modificar más de una decena de normas.

“Delincuentes cuello blanco y mafias”

A Moro lo ven dentro y fuera de Brasil como sinónimo de la lucha anticorrupción. Entre 2014 y 2018 condujo la operación Lava Jato, que develó una gigantesca trama de desvíos de dinero público orquestada entre políticos, empresarios y funcionarios de la petrolera estatal Petrobras, un escándalo que tuvo ramificaciones en el resto de América Latina a través del caso Odebrecht.

Ahora como ministro pretende dejar grabada en la ley una de las banderas de su gestión como juez: el encarcelamiento de condenados en segunda instancia sin necesidad de que se agoten los recursos judiciales ante tribunales superiores.

Dice que se trata de un cambio fundamental para combatir la impunidad y evitar que los delincuentes de "cuello blanco"se beneficien con la lentitud del sistema judicial.

Actualmente la Corte Suprema permite que la prisión comience a ejecutarse tras la condena en segunda instancia, aunque debe ordenarla cada tribunal. La cuestión debe ser tratada otra vez este mes por el Supremo Tribunal Federal (STF).

Otra medida planteada por Moro transforma en delito penal la financiación ilegal de campañas electorales ("Caja 2"), una práctica muy común en la política brasileña. Hoy es apenas un delito electoral.

En el ámbito de la seguridad ciudadana, la prioridad del gobierno es "sacar a los delincuentes de las calles"para reducir los homicidios.

La idea es encerrar en cárceles de máxima seguridad a dirigentes de organizaciones narco y privar a sus miembros de los beneficios que existen actualmente para reducir penas.

Inspirado en la legislación italiana contra las mafias, Moro propone incluir en el texto de la ley a las principales facciones criminales, como el Primer Comando de la Capital (PCC, con base en San Pablo) y el Comando Vermelho ("rojo", cuyo bastión está en Río de Janeiro), más las milicias parapoliciales que controlan e imponen su ley en numerosas favelas.

En relación con la superpoblación de las cárceles, controladas por las facciones, el ministro afirmó es un asunto que será abordado de forma separada y defendió la "ampliación de inversiones"para aumentar los cupos.

“Ley de gatillo fácil”

Otro punto, -el más polémico del proyecto- define como "legítima defensa"la intervención de un policía que, "en conflicto armado o en riesgo de conflicto armado inminente, previene una agresión injusta en su contra o contra terceros". Y establece que el juez puede reducirle el castigo o eximirlo si identifica un exceso producto del "miedo, sorpresa o emoción violenta". Esta ley ha sido bautizada por sus detractores como “la ley de gatillo fácil”.

"Estamos dejando claro que determinadas situaciones cotidianas configuran legítima defensa. Ya se hace en la práctica", alegó Moro.

Negó que represente una carta blanca para que los policías den ejecución sumaria a presuntos delincuentes: "No, no es una licencia para matar. Quien diga eso está equivocado".

Añadió Sergio Moro: "La policía no precisa esperar a que le disparen para actuar. El conflicto armado entre policías y delincuentes no es una estrategia de seguridad pública recomendable".