Disturbios

La ira de los inmigrantes estalla en los suburbios de Estocolmo

Cientos de jóvenes incendian coches y se enfrentan a la Policía en cuatro noches de disturbios en la periferia de la capital sueca

Disturbios en el barrio de Kista, en Estocolmo esta madrugada
Disturbios en el barrio de Kista, en Estocolmo esta madrugadalarazon

Ventanas rotas, cientos de coches quemados, enfrentamientos con la Policía, ocho jóvenes detenidos... ¿Una «banlieue» francesa? No, la pacífica Estocolmo. Todo empezó la noche del domingo en Husby, un barrio pobre y de mayoría inmigrante del oeste de la capital sueca, cuando cientos de jóvenes salieron a la calle para protestar violentamente contra la muerte hace una semana de un hombre de 69 años abatido por la Policía en defensa propia. El malestar se extendió rápidamente a otra decena de barrios de la periferia las noches del martes y el miércoles. Rinkeby, Skarpnäck, Norsborg, Kista, Fittja, Bredäng, Flemingsberg, Edsberg y Tensta. Dispersos por el sur y el oeste de Estocolmo, todos ellos acogen a inmigrantes de primera y segunda generación y encabezan los índices de desempleo y exclusión social.

«Provocaron un incendio y los Bomberos acudieron al lugar, escoltados por agentes. Entonces empezaron a lanzarles piedras», explica Diana Sundin, portavoz de la Policía, poco acostumbrada a hacer frente a este tipo de disturbios. Sólo Malmö, la tercera ciudad de Suecia y con un 20% de población extranjera, vivió episodios similares en 2009. "Se trata de lugares que nunca se han visto afectados por esto antes y resulta triste oírlo. Parece como si la gente de otras áreas se está aprovechando de la atención concedida a Husby", explica el agente de Policía Kjell Lindgren al diario "Aftonbladet".

Hubo que esperar al martes para que el primer ministro, el conservador Fredrick Reinfeldt, condenara en el Parlamento (Riksdag) la ola de violencia e hiciera un llamamiento a la calma. «Contamos con grupos de jóvenes que creen que pueden y deben cambiar por la fuerza la sociedad. Seamos claros. Esto no está bien. No podemos permitir ser gobernados por la violencia», advirtió Reinfeldt, que aseguró que el nivel de criminalidad en Husby en inferior a la media de Estocolmo.

Con todo, los disturbios de Husby hacen preguntarse a muchos si la rica e igualitaria Suecia no ha fracaso a la hora de integrar a sus inmigrantes. El paro, que apenas alcanza el 3,3% en la capital, se eleva hasta el 8,8% en esta ciudad periférica. Asimismo, sólo un 3,6% de los vecinos de Estocolmo recibe ayuda social, frente a un 12% de los vecinos de Husby, donde el 20% de los jóvenes ni trabaja ni estudia. Para Shahnaz Darabi, una mujer iraní que llegó a Suecia hace 19 años y regenta una floristería, "muchos jóvenes se sientan en casa y sólo ven la televisión de sus países de origen, no aprenden sueco, no tienen trabajo, viven de los subsidios y no pueden avanzar. Están estancados".

Precisamente, la oposición de centro izquierda culpa al Gobierno de estar favoreciendo la desigualdad con su política de recortes presupuestarios y bajadas de impuestos. «Hemos fracasado a la hora de dar esperanzas de futuro a la mayoría de la gente de los suburbios», aseguró Anna-Margrethe Livh, del Partido de Izquierda, al diario «Svenska Dagbladet». Según un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Aunque la mayoría de los suecos ha experimentado un aumento del nivel de vida durante los últimos años, Suecia es el país donde la pobreza relativa ha aumentado más desde 1995 (del 4% de la población al 9%). De esta forma, el país escandinavo ha pasado del primer lugar al 14º, aunque sigue por debajo de la media de la OCDE (11%).

En cambio, quien se frota la mano es la ultraderecha, que, soñando con sacar tajada del rechazo a los inmigrantes, ha pedido al Gobierno que imponga el estado de sitio en los barrios conflictivos. Todos los sondeos anticipan desde hace tiempo una fuerte subida de votos para los xenófobos Demócratas Suecos, que lograron colarse en el Parlamento en las legislativas de 2010.

Rami Al Jamisi, portavoz de la asociación Megáfono, que trabaja con jóvenes de la periferia, denunció el trato racista recibido por la Policía, que ya ha abierto una investigación. Nos han tratado como "negros"y "monos", lamentó. Mientras, los habitantes del barrio temen una estigmatización. "Es una lástima que esto haya ocurrido. Ya tenemos una mal reputación. La gente piensa: '¡Husby, qué miedo! Esto empeorará las cosas", asegura una vecina.