Parlamento Europeo
La izquierda, una crisis de líderes
Atrapados entre las renovadas fuerzas políticas populistas y la crisis del proceso de integración europeo, los principales partidos de izquierdas de Europa continúan sumergidos en su profunda crisis de identidad y programática.
Hace dos años, en este mismo periódico, advertí del riesgo de que los partidos populistas hicieran suyos los axiomas de la izquierda hasta conseguir desplazarla. Lo que está sucediendo en el Partido Democrático de Italia ejemplifica las dificultades de las principales fuerzas políticas socialdemócratas. Hasta hace unos meses, la esperanza de una nueva primavera de la izquierda europea estaba en manos y en los votos del Partido Democrático italiano y de su joven y empático líder Matteo Renzi. La amplia victoria de este partido en las elecciones europeas ofreció la ilusión de que su programa político era la respuesta que la izquierda europea estaba esperando. El fracaso en el referéndum sobre la reforma de la Constitución impulsada por Renzi, su dimisión como primer ministro (un acto valiente dentro de la pobre cultura política italiana) y el elevado riesgo de división dentro del Partido Democrático podrían ser el presagio del fin de ese programa político, al menos en la forma en que ha sido presentado hasta ahora. Matteo Renzi ha repetido que necesita una nueva narrativa para reorganizar su mensaje político y ganar el consenso perdido, empatizando de nuevo con la gente.
En Francia, por primera vez en la historia de la Quinta República, el presidente ha renunciado a presentarse a la reelección. Lejos de suponer sólo una decisión política personal, la renuncia de François Hollande tiene que analizarse en el contexto de la victoria de Benoît Hamon en las elecciones primarias para la elección del candidato presidencial dentro del Partido Socialista francés. El programa político de Hamon queda muy lejos de la cultura política de la élite de la izquierda en Francia y parece bastante irrealizable. Lo que es peor, Hamon no ha explicado cómo va a encontrar los recursos para realizar su idea de un nuevo Estado del bienestar para Francia. Éste es otro aspecto de la crisis política y programática que padece la izquierda europea hoy en día.
El desastre político de Jeremy Corbyn en Reino Unido abre la caja de Pandora de las crisis de identidad política de las fuerzas socialdemócratas en Europea, ya no entendida como una Unión Europea sino como una entidad cultural y geopolítica. El partido está roto y el programa político de Corbyn ha fracasado a la hora de conectar con los ciudadanos británicos y su historia. El error fue encontrar una respuesta fácil siguiendo el viento del populismo, tratando de recuperar los apoyos perdidos a través de una propuesta política de un euroescepticismo menos descortés pero que no puede funcionar en esa cultura.
El Partido Socialista en España no está en mejor forma. La pobre actuación de Pedro Sánchez como secretario general fue otra prueba de la incompetencia de la retórica vacía que hay detrás de esa rapidez cuando no hay una sólida elaboración compartida de la evolución de la cultura política de la izquierda, de unas creencias profundas y una pausada reflexión de las posibles soluciones para enfrentar la crisis económica y política de España y de la Unión Europea.
Y ésta es exactamente la cuestión donde reside el problema. Lo que se necesita no es una nueva narrativa sino mejores políticas con cualidades. En Italia, como en el resto de Europa, la élite política carece bastante a menudo de cualidades, no tienen habilidades adecuadas y una cultura política de expresar valores, creencias y soluciones alternativas para los problemas de los ciudadanos. El problema es viejo y las responsabilidades abarcan las últimas dos generaciones del «establishment» de la izquierda.
En Alemania, Martin Schulz parece dar alguna esperanza a los partidos de izquierda. La respetada agencia de noticias Insa informa de que en las últimas semanas, el Partido Socialdemócrata, el SPD, ha recuperado el 10% de los apoyos y ha sobrepasado a la CDU de Merkel en las preferencias de los alemanes. Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo, está ganando apoyo volviendo a la tradición del Estado de bienestar de las fuerzas socialdemócratas. Ahora bien, Schulz puede proponer este programa gracias a la buena situación de la economía alemana, pero tiene que ser cauto para no patinar en algunos rasgos populistas de su campaña política que podría arruinar su programa.
Después de la tercera vía de Tony Blair, del europeísmo de Mitterrand –capaz de introducir cambios radicales cuando era necesario– y de la habilidad de Schroder aceptando reformas estructurales en Alemania, los partidos políticos de la izquierda europea han perdido parte de su identidad. Y lo que es peor, han perdido parte de su cultura política siguiendo otras derivas políticas diferentes, más atractivas, para mantener el voto de la gente. Es la vieja frase de De Gasperi sobre la diferencia entre una político y un hombre de Estado. El primero está pendiente de las siguientes elecciones, mientras que el segundo mira por las próxima generaciones. La izquierda ha tenido muchos políticos mirando por el futuro de su partido pero muy pocos hombres de Estado.
*Profesor de Ciencias Políticas en en la Universidad Luiss de Roma
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