Reformas en Cuba

La ley del silencio impera entre los disidentes

La ley del silencio impera entre los disidentes
La ley del silencio impera entre los disidenteslarazon

Que nadie se engañe, nada ha cambiado. La disidencia cubana amaneció ayer paralizada y estupefacta ante la noticia de la muerte de Fidel Castro, pero sobre todo temerosa de que aumente en los próximos días la represión contra ellos. La mayoría de los vapuleados líderes de la oposición contraria a los Castro permanece vigilada estrechamente por policías y agentes de seguridad vestidos de civil, más o menos encubiertos, que se han apostado en las cercanías de sus casas. Así lo reconocieron a LA RAZÓN algunos de ellos, los pocos con los que quisieron hablar, todos muy cautelosos, seguros de que estaba siendo escuchado lo que decían.

«A pesar de que estamos seguros de que va a aumentar la represión, vamos a enfrentar con toda nuestra valentía este momento difícil, y nuestra posición es luchar unidos para resolver el problema de nuestra patria», aseguró Aida Valdés Santana, responsable del capítulo de Presos Políticos del Foro de Mujeres por el Voto Plural. «El clima es muy tenso, porque el país está muy dividido entre los seguidores de los Castro y aquellos que nos oponemos a ellos y que creemos que la muerte de Fidel es un momento para dar un paso hacia adelante», añadió Valdés Santana. Aun así, se mostró bien escéptica de que realmente a corto plazo cambie algo. «A pesar de la magnitud de la muerte de un Castro, la realidad es que continúan los Castro en el poder, continúa Raúl su hermano, sigue en el poder la dinastía. Por eso tenemos que luchar más que nunca porque Cuba se habrá de verdad al mundo».

Incluso líderes como el expreso de conciencia y opositor Jorge Luis García Pérez («Antúnez») o Bertha Soler, que encabeza el movimiento de las Damas de Blanco, decidieron suspender la marcha que tradicionalmente hacen los domingos por la Quinta Avenida, una de las más céntricas calles de La Habana. «Quieren evitar provocaciones o actos sangrientos», explica Carlos Millares Falcón, analista político y director del Centro de Estudios Políticos y Sociales Democracia. «Sabemos que el pueblo cubano ha aceptado y está contento con la desaparición de Fidel aunque no lo exprese abiertamente, porque simboliza de alguna manera el comienzo del fin de más de cincuenta años de represión y abusos», asegura. No obstante, cree que esto no quiere decir que se termine la era de los Castro, pues su hermano Raúl, que sigue en el poder, continuará la misma política. Aun así Millares Falcón está convencido que la ausencia física del mítico comandante en jefe va a debilitar el régimen, y a la vez va a tener un gran impacto en los países latinoamericanos con regímenes totalitarios, como los de Venezuela o Bolivia, que ya no van a tener el apoyo del líder cubano que tantas «revoluciones» alentó en América Latina y otras partes del mundo.

«Aquí no cambia nada. La única buena noticia es que tenemos un dictador menos, pero aún nos queda otro, porque Raúl es un dictador igual que Fidel», comentó ayer Berta Soler, la líder del grupo Damas de Blanco, a Efe. El miedo es el mismo, si no mayor, tras la desaparición de la cabeza visible del régimen. Los disidentes no esperan ningún cambio político en Cuba, y por el contrario temen un aumento de la represión durante los nueve días de luto nacional. Políticamente en Cuba no cambia nada salvo el «progresivo empeoramiento» de la situación de los derechos humanos en la isla, donde la represión «va en aumento», según Berta Soler, al frente de una organización creada por las familias del «Grupo de los 75», disidentes condenados a largas penas de cárcel durante la ola represiva conocida como la «Primavera Negra» de 2003.

«En Cuba nadie quiere a la dinastía de los Castro, que son unos mafiosos. Si queremos una transición democrática en la isla, tiene que ser sin esa familia en el poder», subrayó la líder de las Damas de Blanco. Berta Soler señaló que el grupo convocará en los nueve días de luto oficial varias marchas marchas para pedir el respeto de los derechos humanos y la liberación de los presos políticos como las que organizan cada domingo, lo que podría provocar una respuesta contudente de las Fuerzas de Seguridad del régimen.