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Unión Europea

La UE evita un Brexit caótico el 29 de marzo

Macron sitúa en un 5% las posibilidades de que May pase su acuerdo en los Comunes y los socios europeos se preparan para todos los escenarios a partir del 12 de abril.

«El Brexit en vuestras manos». Tusk, en la imagen junto a Juncker, apeló ayer a la clase política británica y aseguró que está en sus manos cómo termine el proceso de divorcio / Reuters
«El Brexit en vuestras manos». Tusk, en la imagen junto a Juncker, apeló ayer a la clase política británica y aseguró que está en sus manos cómo termine el proceso de divorcio / Reuterslarazon

Macron sitúa en un 5% las posibilidades de que May pase su acuerdo en los Comunes y los socios europeos se preparan para todos los escenarios a partir del 12 de abril.

Quien marca los tiempos, marca la senda. Los Veintisiete han decidido arrebatar la batuta del Brexit a Theresa May, ante las balbuceantes palabras de la primera ministra durante la jornada del jueves, quien fue incapaz de explicar sus planes si esta próxima semana vuelve a perder la votación en Westminster. Esta falta de confianza en la «premier» marcó la maratoniana cumbre celebrada este jueves y viernes en Bruselas.

Hasta el punto de que el presidente francés Emmanuel Macron llegó a cifrar en tan sólo un 5% las oportunidades de que a la tercera vaya la vencida y se produzca la tan ansiada luz verde sobre el acuerdo del Brexit de 585 páginas. De ahí la necesidad de presentar a May un Plan B con las cartas marcadas. Si la primera ministra no consigue el aval del Parlamento británico, se enfrenta a otra muesca en el calendario ya que antes del 12 de abril deberá aclarar si Reino Unido se presenta a las elecciones europeas o sale del bloque comunitario sin acuerdo. Una primera posibilidad que abre la puerta a una prórroga larga, cuya duración aún no está decidida, aunque durante esta cumbre se ha barajado que pueda prolongarse hasta finales de 2019. De esta manera, la posibilidad de un Brexit a las bravas se atrasa desde la fecha inicialmente prevista del 29 de marzo. La canciller Angela Merkel explicó con su pragmatismo habitual la jugada tras una cumbre mucho más complicada de lo previsto. «Veremos que decide el Parlamento británico. Por ahora hemos evitado una salida desordenada el 29 de marzo».

Un ligero balón de oxígeno –también para los Veintisiete que tienen más tiempo para preparar un eventual Brexit caótico– pero que lleva aparejado un artefacto explosivo. Los Veintisiete, sotto voce, siempre se han mostrado resignados a una extensión larga si lleva aparejado un vuelvo en el tablero en forma de convocatoria de elecciones, nueva estrategia negociadora o segundo referéndum. La participación en las elecciones europeas siempre ha sido un quebradero de cabeza para los socios europeos que temen que un ejército de eurodiputados euroescépticos británicos veten la designación de la nueva cúpula europea o las nuevas perspectivas financieras. al inicio de la nueva legislatura. Pero ante grandes problemas, grandes remedios. Resulta más que evidente el peligro de que una prórroga larga acabe diluyendo el Brexit y de que al final no acabe consumándose, precisamente la amenaza que Theresa May ha venido profiriendo desde hace meses. Parece prácticamente imposible que la primera ministra –resistente a casi todas las crisis– pueda hacer frente a la próxima.

Lo más probable es una nueva derrota en Wetsminster y la posible participación en las elecciones europeas conlleven su dimisión, aunque también es posible que May decida morir matando y active el botón del Brexit caótico. Una posibilidad que nadie llega a creerse del todo. Puede con que con esta oferta, los Veintisiete tan sólo estén empujando a Theresa May hacía su salida definitiva de Downing Street, después de la mala imagen durante el encuentro del jueves. A pesar de que la tenacidad de May le ha valido la admiración de muchos de sus colegas europeos, en las últimas semanas numerosos diplomáticos la dan por amortizada y creen que es más un obstáculo que una solución.

Nada es descartable. Lo reconoció ayer el propio presidente permanente del Consejo, Donald Tusk. «Hasta el 12 de abril, todo es posible: un acuerdo, una larga extensión, que Reino Unido decida replantearse su estrategia o revocarla o la retirada del artículo 50 que es una prerrogativa de Reino Unido». Antes de esta fecha, habrá un nuevo encuentro entre los Veintisiete y May. Las cumbres no han terminado.

Aparte del futuro político de la primera ministra, los Veintisiete se enfrentan al reto de mantener la unidad en las horas decisivas.

Aunque ayer todas las delegaciones parecieron satisfechas con el resultado final, durante algunas horas reinó el caos y una batería de propuestas y contrapropuestas desconcertó hasta a los más avezados.

A pesar de que el equipo de Tusk había preparado un documento que contaba con la unanimidad de los Veintisiete, la necesidad de un plan B ante la debilidad de May cambió completamente la estrategia. Esto hizo aparecer dos grupos: el comandado por Francia con el apoyo del Benelux –que redactaron la propuesta vencedora– y otro más pragmático con Alemania a la cabeza, Portugal, Grecia y Polonia, partidarios de un abanico de opciones mayor. Emmanuel Macron lideró el sector duro y consiguió mantener en el compromiso final la estricta condicionalidad de una prórroga corta (tan sólo hasta el día 22 de mayo) unida a la posibilidad de una extensión larga también con parámetros claros. De momento, el fantasma de la división parece haber sido conjurado pero la larga duración de la cumbre de ayer (casi ocho horas de las que Theresa May habló unos 90 minutos) evidencia la dificultad de hacer frente a situaciones de emergencia y a cambios en el tablero. «Aférrense al volante, miren hacía delante y abróchense los cinturones», pronosticó la semana pasado el vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen. Los Veintisiete han pasado unidos esta gran curva, pero lo difícil es saber cuándo llegará la última para no salirse del circuito.

Un escenario completamente distinto es el que se enfrenta la «premier» que a su regreso de Bruselas se topó con la rebelión de los «tories» más duros por entregar el control de los tiempos a la Unión Europea y las reservas del DUP a aprobar su acuerdo. Lo decía Macron, no suman los números.