Política

Trípoli

La violencia sectaria se extiende a todo el territorio libanés

La Razón
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La ciudad libanesa de Trípoli vivió ayer su primer día de calma relativa tras cerca de dos semanas de enfrentamientos entre barrios rivales prosirios y antisirios, que han dejado una treintena de muertos. La peor oleada de violencia desde que comenzó la guerra en la vecina Siria hace más de dos años. En Bab el Tabaneh, de mayoría suní, los combatientes salafistas se tomaron un respiro. Sin embargo, los milicianos suníes advirtieron a LA RAZÓN que, después del discurso del presidente Bachar al Asad, emitido por la televisión Al Manar, de Hizbulá, volverían a rugir los kalashnikov. Este deprimido barrio antisirio se ha trasformado en zona de guerra.

Cientos de fachadas agujereadas por las balas o ennegrecidas por el fuego de mortero; el zoco completamente cerrado con verduras y frutas podridas en puestos abandonados y tanques apostados en las esquinas para mantener, sin éxito, el alto el fuego. Mientras, el barrio de mayoría alauí Jabal Mohsen está más protegido al situarse en lo alto de una colina. La violencia sectaria se ha instalado tan profundamente en estos dos barrios enfrentados que hasta los niños juegan con armas hechas con palos de madera a combates imaginarios. Los niños no van a la escuela desde hace semanas porque es peligroso y la mayoría de los centros escolares han cerrado. Lo más preocupante es que los milicianos de Bab el Tabaneh usan a sus hijos menores de edad en los combates. Abu Rawa está orgulloso de que su pequeño de 12 años empuñe el kalashnikov

y dispare contra los francotiradores de Jabal Mohsen. «Por qué no va a luchar mi hijo si nos están atacando», se justificó, orgulloso, mientras el pequeño nos hizo una muestra de su destreza con el arma. En los hospitales de Trípoli hay ingresados varios niños de Bab el Tabaneh que han sido heridos. Entre ellos, la hermana de Abdala, de trece años. Él, de 17, nos enseñó un vídeo grabado con su móvil de la pequeña disparando desde una esquina. Organizaciones civiles locales como el Centro de Rehabilitación de Víctimas de la violencia y Tortura están llevando a cabo iniciativas de reconciliación en estos barrios conflictivos y en las escuelas. Esta ONG de Trípoli construyó un parque con columpios en la línea divisoria entre los dos barrios rivales, pero está vacío porque a ambos lados de las escaleras se colocan francotiradores. La violencia ha llegado incluso a la zona del puerto, Al Mina, donde ayer cientos de vecinos se manifestaron para pedir el fin de los enfrentamientos e hicieron un llamamiento a la paz en la ciudad.

Pero parece que la violencia se está extendiendo por todo el país. En suburbios de Beirut hubo un tiroteo entre palestinos y seguidores del grupo Amal, el otro partido chií de Líbano. También en la ciudad sureña de Saida, de mayoría suní, cinco trabajadores sirios resultaron heridos por desconocidos en un tiroteo. Ante la creciente situación de inestabilidad, difícilmente se podrán celebrar las elecciones de junio en el país de los cedros.