Elecciones
Lombardía tiene la última palabra
Los desequilibrios de la ley electoral otorgan a esta región un papel decisivo para decantar la victoria en las urnas
¿Qué puede esperarse de una ley electoral que su propio autor definió como «la cerdada»? Roberto Calderoli, de la Liga Norte, era en 2005 ministro para las reformas en el Gobierno de Silvio Berlusconi cuando logró que se aprobase la reforma del sistema que decide cómo los votos de los italianos se transforman en diputados y senadores en el Parlamento.
¿Qué puede esperarse de una ley electoral que su propio autor definió como «la cerdada»? Roberto Calderoli, de la Liga Norte, era en 2005 ministro para las reformas en el Gobierno de Silvio Berlusconi cuando pergeñó y logró que se aprobase la reforma del sistema que decide cómo los votos que los italianos depositan en las urnas se transforman en diputados y senadores en el Parlamento. Pese a las continuas críticas de parte de todos los partidos y los infructuosos intentos para cambiarla, la ley electoral sigue vigente y puede determinar el resultado de las elecciones de los próximos domingo y lunes.
La «porcata» (cerdada, en italiano), tiene básicamente dos desequilibrios: el primero es que el porcentaje mínimo de votos a superar para lograr representación no es el mismo en la Cámara de los Diputados y en el Senado. En la primera el corte se sitúa en el 4%. En el segundo, en el 8%. El otro desequilibrio, cuyos efectos son aún más perversos, es el reparto del premio de la mayoría, que otorga un número de parlamentarios suplementarios a la coalición más votada. Mientras que en la Cámara Baja este premio se contempla teniendo en cuenta las papeletas logradas en todo el país, en la Alta es distinto. Los senadores de premio se reparten de forma separada en cada región. De esta manera, quien logra concentrar el voto en las demarcaciones regionales más pobladas obtiene una sobrerrepresentación en el Senado.
Silvio Berlusconi, líder de la coalición de centro derecha con su formación, el Pueblo de la Libertad (PDL), espera aprovechar los resquicios que ofrece la «porcata» para dinamitar la victoria del izquierdista Partido Democrático (PD) que vaticinan las encuestas. Para ello, debe obtener un resultado aceptable en algunas de las regiones que siempre se le han dado mejor, como Lombardía, Véneto, Sicilia o Campania. Se la juega sobre todo en su tierra, en las urnas lombardas. Si consigue que su coalición, formada por el PDL, la Liga Norte y otras formaciones menores, siga quedando por delante de la izquierda en Lombardía, logrará al menos 27 senadores de los 49 en juego.
En el caso de Sicilia, a la coalición ganadora se le otorgan 14 senadores y al resto, 11. Con resultados también positivos en Campania y Véneto, caería en las manos de «Il Cavaliere» la semilla con la que sembrar la inestabilidad en el próximo gobierno.
«Si Berlusconi se mantiene como el primer partido en estas regiones, impedirá la mayoría del PD en el Senado», vaticina Emilia Patta, cronista política del diario italiano «Il Sole 24 Ore». De esta manera, al líder del PD, Pier Luigi Bersani, no le quedaría otra opción que llegar a un acuerdo con la coalición centrista liderada por el primer ministro saliente, Mario Monti. «Una parte de los votantes izquierdistas está muy concienciada con las particularidades de la ley electoral, por lo que votará por el PD en el Senado, pero no en la Cámara de los Diputados, donde algunos se permitirán el lujo de votar por partidos minoritarios como Revolución Civil, de Antonio Ingroia», opina Patta.
El intento de mantener a la coalición liderada por el PDL como la más votada de Lombardía se enfrenta a un grave problema: el descrédito provocado por la corrupción. De forma simultánea a las elecciones generales, en esta demarcación, en Lacio y en Molise también se celebran comicios regionales. En los dos primeros casos ha habido que adelantar la cita con las urnas para renovar los gobiernos regionales de forma anticipada porque los casos de corrupción han provocado su caída.
Los protagonistas de los escándalos han sido algunos de los más importantes barones del PDL, como Roberto Formigoni en Lombardía y Renata Polverini en Lacio. Formigoni, miembro del movimiento católico Comunión y Liberación, llevaba como presidente regional lombardo desde 1995. Pretendía perpetuarse en el cargo, pero las investigaciones por supuestas irregularidades en su gestión han provocado su caída.
El fin de Formigoni, unido a la desaparición de la escena política también por corrupción de Umberto Bossi, fundador de la Liga Norte y otro de los protagonistas de la zona septentrional de Italia, deja a la derecha con pocos nombres para tratar de volver a enamorar al electorado en Lombardía. Sólo le queda al PDL su líder máximo, Silvio Berlusconi, quien a sus 76 años sigue derrochando energía con la idea bien clara de que las elecciones, el futuro de Italia y tal vez hasta el suyo propio depende en buena parte de lo que decidan los votantes lombardos, los más indecisos, por cierto, de todo el país transalpino.
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