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Los demócratas rechazan el plan migratorio republicano

Descartan la oferta del presidente de legalizar a 1.800.000 jóvenes indocumentados a cambio de 25.000 millones para pagar el muro

La Razón
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Descartan la oferta del presidente de legalizar a 1.800.000 jóvenes indocumentados a cambio de 25.000 millones para pagar el muro.

Donald Trump ha vuelto a trastabillar a sus rivales políticos. Tras ofrecer un plan que protegería a cerca de 1,8 millones de jóvenes indocumentados. Un millón más de los que cubría el DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals). Eso sí, a cambio de casi 25.000 millones de dólares con los que financiar el muro en la frontera. Bombardeados entre el fuego amigo que disparan los suyos y las tácticas de un hombre acostumbrado a las maniobras suicidas, los principales responsables del Partido Demócrata acusan al presidente de oportunista. Objetan que usar a los niños en beneficio propio. Lamentan que vista con hipérboles sus promesas insensatas. Pero tampoco saben bien como eludir el fondo del asunto. Se trataría del acuerdo en matería migratoria más resonante, de las últimas tres décadas. Para el senador Dick Durbin, uno de los más activos en la negociaciones con la Casa Blanca, «los dreamers [soñadores, así se conoce a los menores protegidos de la deportación por el DACA] no deberían ser tomados como rehenes de la cruzada del presidente Trump para dividir a las familias y desperdiciar miles de millones de dólares de impuestos estadounidenses en [la construcción de] un muro ineficaz». Nada que no hubiera dicho antes, por otro lado.

Cuesta creer que los demócratas dejen escapar la oportunidad de semejante acuerdo. La cuestión es cómo atemperar, y digerir, y vender, sus peores aristas. No será fácil. Y no sólo por la exigencia de fondos multimillonarios para levantar el muro. La Casa Blanca también aspira a liquidar la lotería de visados, restringir y/o acabar con las posibilidades de reunión familiar, aumentar los visados para personas altamente cualificadas, aflojar la normativa que rige las deportaciones y, finalmente, reducir en casi el 50% el número de inmigrantes que reciba el país cada año. En suma, todo o nada. Su oferta ampara al millón largo de niños y adolescentes situados al borde de la expulsión. Amenazados por acabar en unos países que, diga lo que digan sus pasaportes, no son los suyos. Donde a veces no tienen ni familiares. Al mismo tiempo obligaría a los demócratas a tragar con la práctica totalidad de las aspiraciones trumptianas en matería migratoria. Muchas de ella banderas de los sectores más cercanos al Tea Party. Comenzando por el muro, claro, y de ahí seguido hasta multiplicar las facilidades para nuevas expulsiones.

«Existe un fuerte apoyo bipartidista para una ley DREAM», escribió en Twitter el senador Luis V. Gutiérrez, «pero Donald Trump ha presentado otra propuesta extremista que ataca a los inmigrantes, siembra el miedo en nuestras comunidades y separar a las familias. ¡Eso no es un acuerdo, señor presidente, y el pueblo estadounidense lo sabe!». Según el senador de Illinois, «Sería mucho más barato erigir una estatua de 50 pies con el dedo corazón apuntando hacia América Latina. Tanto un muro como la estatua serían tan ofensivos como inútiles, y servirían para expresar la profunda desconfianza que Trump siente por los latinos».

El anuncio de Trump también desconcertó a parte de su propio partido que ve como una especie de amnistía la concesión de la ciudadanía a los casi dos millones de «soñadores». Pese a las críticas el presidente norteamericano se mostró ayer convencido de que los republicanos aceptarán su iniciativa. En una entrevista con la cadena CNBC, aseguró que en su partido «se ha virado mucho y se va a virar más, como yo lo he hecho». Trump se mostró confiado en que se vaya a alcanzar un «buen acuerdo».