Represión en Venezuela
Los héroes que hicieron frente a la represión de Maduro
Su coraje en las manifestaciones tuvo un precio: heridas, depresión, invalidez. Son las víctimas de las fuerzas del orden de Venezuela en la oleada de protestas
Su coraje en las manifestaciones tuvo un precio: heridas, depresión, invalidez. Son las víctimas de las fuerzas del orden de Venezuela en la oleada de protestas.
Probablemente la vida de muchos venezolanos habrá cambiado durante los casi 120 días de protestas contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Pero nada se compara con la de aquellos que perdieron a sus seres queridos o los que quedaron marcados de por vida por la represión de los cuerpos de seguridad del Estado.
De acuerdo a cifras oficiales del Ministerio Público, durante tres meses han resultado heridas 1.934 personas. La tensión subió ayer de forma especial en la víspera de la votación, cuando se elegirá una Asamblea Nacional Constituyente que redactará una nueva Carta Magna, en medio de estrictas medidas de seguridad y con el rechazo de la oposición y la comunidad internacional. Las protestas de la oposición desafiaron hasta el último momento al Gobierno. Ambas partes se acusan de provocar heridos y de ser los causantes del desorden generalizado que impera en Caracas y en buena parte del país.
Hay miles de historias; de heridos por bombas lacrimógenas, perdigones, canicas e incluso balas, pero en LA RAZÓN reunimos el testimonio de tres venezolanos que no volvieron a ser los mismos tras participar en las protestas convocadas por la Mesa de la Unidad Democrática.
Yoliter Rodríguez: una bomba lacrimógena le provocó una parálisis
La señora Yoliter Rodríguez no se arrepiente de haber estado en la línea de fuego el día en que una bomba lacrimógena, lanzada por la Guardia Nacional Bolivariana, le dio de frente y directo al rostro durante las protestas contra el Gobierno. Dice que, como en una película, recuerda cada momento desde el 26 de abril, cuando estaba en la autopista Francisco Fajardo de Caracas y algo le impactó.
«Nos dirigimos a Altamira y en la autopista a la altura de El Rosal empezaron a disparar al aire, cerca de las dos de la tarde me golpeó una bomba en la cara y con el humo no se veía nada. La Guardia Nacional estaba buscando agredir a la gente, a unos matarnos y a otros mutilarnos. Porque yo me siento así. Tengo la frente fracturada, para eso me tienen que hacer una operación y ponerme un kit de cráneo de plástico, porque no me pueden poner una placa metálica por la curvatura de la frente. Me quedó un hueco que estaba allí», afirma.
Fueron los sanitarios de Cruz Verde los que le prestaron los primeros auxilios. Su vida cambió ese día. Sufre constantes dolores de cabeza, se cansa, no puede estar mucho tiempo sola, tiene una pequeña parálisis facial en el lado derecho de la cara, hasta hace poco recuperó la vista por el ojo derecho y sufre depresión por la situación por la que atraviesa. No tiene pensión y tampoco puede trabajar como lo hacía meses atrás. «Me ha cambiado mucho tener que depender tanto de alguien. En el momento que recibí el golpe me arrepentí, pero ahora que lo pienso, no», sentencia como testigo de haber sobrevivido a la represión del Gobierno de Nicolás Maduro.
Yrma Bello: la profesora a la que le partieron los labios
La imagen de una señora atacada y arrastrada por la fuerza del agua de una «ballena» (vehículo de control de manifestaciones que dispara agua a presión) recorrió el mundo hace unos meses. Yrma Bello vive en el estado de Bolívar, al sur de Venezuela, y fue víctima de la represión de la Guardia Nacional Bolivariana. De ese día y del día siguiente no recuerda nada.
«Todo lo que sé es por el registro que quedó de ese momento. A pesar de que la Fiscalía me ha hecho ver los vídeos, no recuerdo nada. Pero gracias a Dios estoy viva y recuperándome. Perdí el humor acuoso del ojo izquierdo, un pequeño problema en el labio que me tienen que operar y un dolor que se me disipa por el brazo izquierdo. Viendo los vídeos pienso que me indignó la forma en que estaban tratando a una joven. Me coloqué frente a la guardia para reclamarles y me imagino que pasé por inocente creyendo que no me pasaría nada», afirmó. Bello, de 50 años, es profesora y pese a lo que le ocurrió ese día, el 19 de abril –labios rotos, rostro hinchado y con hematomas– señala que no se arrepiente de manifestarse en contra de un sistema político que va en contra de sus principios. No tiene rencor contra los Guardias Nacionales que la atacaron desde el vehículo. De hecho, con el rostro todavía hinchado dijo a sus represores que ellos también eran víctimas de un Gobierno, el de Maduro, que los había llevado a cometer delitos. «Estoy llorando, pero soy fuerte. Pienso todos los días en cada libertario, en cada guerrero caído. Para mí son ángeles libertarios. Dios me dio una oportunidad de seguir y así lo haré», relata.
Alfredo Duque: La policía bolivariana le lanzó un objeto que le «apagó la vista»
Alfredo Duque, un joven venezolano de tan solo 30 años, perdió la visión completa de su ojo derecho. El trágico incidente tuvo lugar el pasado 3 de junio, cuando efectivos de la Policía Nacional Bolivariana le dispararon un objeto directamente al rostro.
El joven vive en El Valle, una zona al oeste de Caracas donde poco se protesta, pero cuando ocurre, las manifestaciones suelen tener en grandes dimensiones. Aquel sábado 3 de junio, los vecinos de El Valle comenzaron a protestar al mediodía y la jornada se extendió hasta pasadas las 10 de la noche. A esa hora, Alfredo y unos amigos decidieron estar a las afueras de su edificio y desde allí manifestarse. El joven describió a LA RAZÓN los hechos tal y como los recuerda. «De repente, los vecinos comenzaron a gritar que venía la Policía». Todos corrieron a resguardarse en el edificio y Alfredo, preso de los nervios, corrió hacia la calle. Hubo bombas lacrimógenas, unas detonaciones y sintió que el ojo «se le apagó». Su testimonio es desgarrador: «Me llevé las manos a la cara y estaba sangrando. Ya para ese momento no podía ver. Empecé a pedir ayuda, pero estaba con puros desconocidos. Fue un muchacho el que me ayudó y me llevó a mi edificio. Llamé a mi madre y desde allí me llevaron para una clínica. A estas alturas no sé decir qué fue lo que me impactó, pero al día siguiente, en los alrededores recogieron perdigones de goma, que son de los pequeñitos. Quizás fue eso», relató el joven. Con todo, el venezolano cambia el tono y se vuelve entusiasta y esperanzado cuando cuenta a este diario que ya le pusieron una prótesis en el ojo y hace poco retomó la rutina en su trabajo, tras varias semanas de reposo.
«No puedo conducir una moto, no puedo hacer deportes, ni ir a la playa. Al principio fue difícil, pero poco a poco tendré que irme acostumbrando. Antes me costaba enfocar las cosas, bajar por las escaleras, pero son acciones que iré perfeccionando poco a poco. Es realmente difícil esto que estamos viviendo», sentencia Alfredo.
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