Irán

Los reformistas aspiran a desplazar a los conservadores en el Parlamento

El presidente Rohani mide hoy sus fuerzas en las urnas para decantar la balanza de poder hacia el sector más aperturista del régimen iraní

Una mujer con un cartel del ex vicepresidente Mohammad Reza Aref, ayer, en una calle de Teherán
Una mujer con un cartel del ex vicepresidente Mohammad Reza Aref, ayer, en una calle de Teheránlarazon

El presidente Rohani mide hoy sus fuerzas en las urnas para decantar la balanza de poder hacia el sector más aperturista del régimen iraní

«Es muy importante votar hoy al Parlamento y a la Asamblea de Expertos para que el mundo sepa cómo somos los iraníes en realidad. No queremos estar aislados, hay que seguir en la línea del presidente Hasan Rohani y, por tanto, yo voy a apoyar a los reformistas», expone a LA RAZÓN Mohammad, ingeniero de 26 años, completamente entregado al movimiento reformista y lleno de esperanza por la oportunidad que se abre para Irán en términos de libertad política y prosperidad económica. Éste es el sentir de muchos iraníes que ha sabido capitalizar la corriente reformista. Los mensajes optimistas han calado en el electorado por medio de figuras políticas ilustres, pero también a través de las redes sociales, donde circulan todo tipo de memes. El sistema de mensajes ruso Telegram se ha revelado como uno de los principales soportes de comunicación entre los jóvenes y cuenta con más de 20 millones de iraníes registrados. Sin embargo, los reformistas no lo tienen nada fácil hoy para desbancar a sus rivales del Parlamento y de la Asamblea de Expertos. Los ultraconservadores están mejor organizados y, como explica el sociólogo Babak Mousavifard, continúan azuzando «los lemas de que Occidente es nuestro enemigo, teorías de la conspiración y consignas de abajo EE UU, abajo Reino Unido». El también profesor de la Universidad de Teherán Markaz añade que, como norma general, «los principalistas» (como ellos se denominan por seguir a rajatabla los principios de la revolución) tienen asegurado un 20% de los votos, pues el votante ultra siempre acude a las urnas. «Sus bases se activan cuando hay elecciones, están mucho más movilizadas», declara.

Uno de sus eslóganes –en respuesta al apoyo de la cadena BBC a los reformistas– es el de votar «o a los británicos, o a nosotros». Además, cabe recordar que en Irán se vota un viernes de oración –día festivo– y también se hace en mezquitas, lo que lo convierte en una especie de tradición en sus bases. Muchos de sus votantes han recibido consignas durante sus rezos en las mezquitas, pues la mayoría de los imanes de la República Islámica son «principalistas» y han hecho campaña por los «halcones». Mavihe Sadat, de 26 años, casada y con un chador negro que tan sólo deja ver su cara, los respaldará en las urnas. «Ellos se adecuan más a mis creencias religiosas, es un partido formado por líderes espirituales, prefiero que estén al frente del país», señala.

El sur de Teherán es una zona de menor poder adquisitivo, donde están mucho más involucrados en política y son más conservadores. Allí las mujeres visten como Sadat. En el norte, más adinerado, la preocupación ayer era hacer las compras del fin de semana para la celebración del Año Nuevo persa (en marzo). En la zona alta de Teherán, donde las chicas van maquilladas y hasta lucen sin complejos la tirita en su nariz recién operada, reina la apatía política. «Odio a los políticos, no voy a ir a votar», señala Mahsa mientras fuma su «shisha». A su lado, una pareja de amigos asiente. «Nada va a cambiar, prefiero hacer mis planes mañana». Si los reformistas lograran movilizar a este electorado tendrían una victoria segura, pero los jóvenes y la clase media-alta iraní dudan, pues en parte, para ellos, es elegir entre «lo malo y lo menos malo».

Asimismo, el Consejo de Guardianes ha rechazado a la inmensa mayoría de los candidatos reformistas, lo que complica su representación y anima a la pasividad, pero, de acuerdo con Mousavifard, hay una pequeña esperanza: «Al carecer de partidos políticos propiamente dichos, lo normal hoy es que salga elegido un tercio de los diputados reformistas, otro tercio conservadores moderados y otra tercera parte ultraconservadora». Debido a los problemas en el poder entre estas dos últimas facciones, «los moderados van a hacer pinza con los reformistas y así tendrán la mayoría de dos tercios en el Parlamento para legislar».

Rohani: en dos listas distintas

Hoy también se vota a la próxima Asamblea de Expertos, que se elige cada ocho años, y en la que muchos analistas ven el principio de un verdadero giro. Los 88 clérigos que la componen, una suerte de cónclave vaticano, se encargan de supervisar al líder supremo, pero también de elegirlo si éste fallece. Teniendo en cuenta que el actual, Ali Jamenei, de la línea dura, tiene ya 76 años y padece un cáncer de próstata, la nueva Asamblea que salga de estas elecciones podría elegir a su sucesor. Una estrategia eficaz para asegurarse un puesto es la que ha seguido Rohani, que concurre tanto en una lista reformista (que apenas ha podido lograr en total un 15% de candidatos aprobados) y con los 16 conservadores que le han permitido sumarse por su condición de presidente. Al convencer a clérigos de ambas corrientes, no es descabellado que Rohani se convierta en el próximo jefe del Estado iraní. Ambición no le falta. Mousavifard, no obstante, ve un obstáculo porque «hay una ley no escrita que establece que el líder supremo debe ser descendiente de Mahoma, es decir, llevar el turbante negro, y el de Rohani es blanco. Es como en la familia real, que hay que ser hijo de rey para el puesto». Por esa razón, el Consejo de Guardianes eliminó al nieto del ayatolá Jomeini –primer líder supremo de Irán– a presentarse a la Asamblea de Expertos. Con turbante negro «es un candidato muy fuerte y reformista, pero se le dio una excusa». Aun así, promete tener un largo recorrido.