Mauricio Macri: El liberal pragmático

Macri es un conservador (para que no le llamen gorila) muy suelto de cuerpo, como ya se verá. Tres veces casado, pintón, con ojos claros, algo chuleta, ingeniero civil, constructor con empresa propia y actual intendente-presidente de la capital federal. Aprovechando que tiene facultades legislativas, se dio un necesario baño de progresía autorizando en la ciudad el matrimonio homosexual frente a la Iglesia católica más dogmática del mundo y dando pie a una peregrinación de gays a Buenos Aires. Sus negocios han prosperado sobre el emporio de su padre, y es el virtual propietario del Boca Juniors, teórico club de los pobres. Es el único candidato presidencial procesado por un galimatías de escuchas telefónicas y captaciones de voz, urdido por policías federales con la presunta cooperación necesaria de Macri. Le gusta la noche, hasta el punto de que tiene abierto otro proceso por un asunto que revolucionaría la politología: la financiación de campañas electorales con el dinero que mueven la prostitución y los rufianes.

Será el hombre o será la función, pero estos constructores metidos a políticos siempre acaban rondando el banquillo. El «ballotage» (por vez primera) será el día de los rencores y los agravios. Como el voto es obligatorio bajo sanción, los que han votado a Massa, renegado del kirchnerismo, pueden votar a Macri, aun tapándose la nariz. Los hastiados de la señora «K» meditarán si fue lo mejor sufragar a Scioli, tan fiel servidor de la dama que mete el helicóptero en la Plaza de Mayo.