Extrema derecha
La ultraderecha toma la calle contra la inmigración
Gana el pulso a la contramanifestación convocada por la izquierda.
Gana el pulso a la contramanifestación convocada por la izquierda.
«Este es el florecimiento de algo peligroso que está profundamente enraizado», escribió el periódico británico «The Guardian» como pie a las imágenes de los disturbios de Chemnitz en las que varios jóvenes hacían el saludo hitleriano. Una sentencia que en su premonición fue recogida por la revista «Der Spiegel» para desentrañar un movimiento que ayer, una vez más, volvió a sacar a miles de ultraderechistas a las calles de esta localidad en el este de Alemania. Unas seis mil personas, según datos del periódico «Bild», se sumaron ayer a la «marcha silenciosa» convocada por el partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), tras la muerte el pasado domingo de una persona, presuntamente a manos de dos inmigrantes.
La protesta arrancó pasadas las cinco de la tarde de forma pacífica y entre grandes medidas de seguridad, para evitar incidentes como los que se han repetido en los últimos días en esta ciudad alemana. Algunas horas después los organizadores suspendieron abruptamente la marcha después de que su salida fuera aplazada continuamente por la Policía. Sin embargo, durante los primeros instantes, la manifestación se celebró sin incidentes destacables, aunque la Policía tuvo que intervenir para que los asistentes no se acercaran a los grupos de contramanifestantes de izquierda que intentaron bloquear parte de la ruta de la marcha. Según la Policía la derecha populista reunió a 4.500 personas ayer en Chemnitz mientras que la contramanifestación de los partidos de izquierda logro sumar a 3.500 y perdió, por tanto el pulso simbólico.
La manifestación de extrema derecha estuvo promovida, además de por AfD, por el movimiento xenófobo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) y a ella se sumó el colectivo ultraderechista local Pro Chemnitz, que disolvió la concentración que había convocado una hora antes para sumarse a la protesta principal. El lema de la convocatoria de Pegida fue recordar a «todos los fallecidos a causa de la multiculturalidad a la fuerza de Alemania» y de criticar la «política migratoria ilegal» vistiendo «preferiblemente de negro», sin pancartas, y portando sólo banderas alemanas y rosas blancas «como expresión de dolor». En la misma marcha estuvo presente el polémico Björn Höcke, líder de AfD en el estado federado de Turingia y uno de los representantes del ala más extremista del partido, conocido por haber criticado el monumento al Holocausto en el centro de Berlín. Al mismo tiempo, unas cinco mil personas formaron parte de varias contramanifestaciones, la mayor de ellas organizada por una alianza de 70 organizaciones bajo el lema «Corazón en lugar de odio», y a la que se sumaron políticos del Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y La Izquierda. Aunque las marchas se desarrollaron sin incidentes destacables, un grupo de contramanifestantes bloqueó parte de la ruta de la marcha ultraderechista y colocó ediciones de bolsillo de la Constitución alemana en el suelo. La jornada de ayer coincidió con el 79 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Una efeméride que aprovechó el ministro alemán de Exteriores y anterior titular de la cartera de Justicia, Heiko Maas, para hacer un alegato a la democracia.
La Policía de Sajonia tuvo que pedir refuerzos a la Federal para poder garantizar la seguridad en la ciudad y evitar enfrentamientos, especialmente después de las críticas recibidas en los últimos días por su falta de respuesta ante las cacerías neonazis del pasado fin de semana. En la madrugada del pasado domingo un alemán de 35 años y origen cubano fue acuchillado durante las fiestas de Chemnitz. Poco después se arrestó a dos personas en relación a este asesinato, dos peticionarios de asilo de Siria e Irak.
Ese mismo domingo una marcha de unos 800 ultraderechistas por el centro de la ciudad acabó con persecuciones a viandantes de aspecto extranjero, en las que varias personas resultaron heridas, y que el Gobierno alemán condenó y tachó de «cacerías de odio».
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