Terror en Irán

Dos bombas matan a más de 100 iraníes en un ataque cuando conmemoraban al general Soleimani abatido por EEUU en 2020

Los artefactos fueron detonados en un cementerio de la ciudad de Kerman (centro), donde se conmemoraba el cuarto aniversario del asesinato del líder de la Guardia Revolucionaria

Al menos 103 personas murieron y doscientas resultaron heridas –muchas de ellas se encuentran en estado de extrema gravedad, por lo que el balance seguirá incrementándose en las próximas horas— tras la doble explosión registrada en la mañana de este miércoles en el sur de la ciudad de Kermán, situada a más de 800 kilómetros de la capital en el sur de Irán. El régimen de los mulás ha decretado para este jueves jornada de luto nacional.

Una multitud –varios miles de personas— se concentraba en el cementerio de Kermán para conmemorar el cuarto aniversario de la muerte del comandante de la Guardia Revolucionaria Qasem Soleimani, abatido en un ataque con drones por las fuerzas de Estados Unidos en el aeropuerto de Bagdad, cuando explotaron “dos bolsas que contenían explosivos”, según la información ofrecida por la agencia de información Tasnim. La primera de las dos explosiones se produjo a apenas 700 metros de la tumba del general Soleimani, según información de otra agencia iraní, IRNA. La segunda, ocurrida quince minutos después, se registró a un kilómetro de distancia de los fastos por el “mártir” Soleimani. Horas después volvía una multitud hasta el lugar para entonar el ya clásico “muerte a Israel” y “muerte a Estados Unidos”.

Las autoridades del régimen investigan la matanza –una de las más importantes registradas en el país dese la Revolución Islámica de 1979— como un atentado “terrorista”. Por su parte, el presidente de la Corte Suprema iraní, Gholam Hosseim Mohseni-Ejei, aseguraba ayer que “los agentes y perpetradores de este terrible crimen serán sin duda castigados”. “Una inteligencia responsable y las agencias de seguridad están obligadas a investigar con diligencia todas las pruebas y perpetradores y llevarlos ante la justicia”, aseguraba.

Además, el presidente iraní Ebrahim Raisi afirmó en una nota oficial que “sin lugar a dudas, los perpetradores de este acto cobarde serán pronto identificados y castigados por este crimen odioso por las agencias de seguridad”. “Los enemigos de la nación han de saber que estas acciones no quebrarán la determinación del pueblo de Irán”, zanjó el jefe del Gobierno.

No tardaron países y actores no estatales aliados de Teherán en mostrar sus condolencias al régimen. El presidente ruso, Vladimir Putin –que se reunió el pasado mes de diciembre con su homólogo iraní—, lamentó en la tarde de ayer la matanza en el cementerio de Kermán. “La muerte de la pacífica gente pacífica que estaba visitando el cementerio es cruel y cínica”, aseguraba ayer el mandatario ruso.

Desde su refugio en Beirut –donde en la víspera Israel había acabado con la vida del número dos de Hamás—, el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, expresó este miércoles sus “condolencias” por los “numerosos mártires” del cementerio de Kermán. El Gobierno de Irak –uno de los países con mayor influencia de Teherán— difundió un comunicado de condena en el que describió lo ocurrido en Irán como “un cobarde atentado terrorista”. “En una muestra de solidaridad, nuestro Gobierno quiere manifestarse junto a Irán, expresar su apoyo tanto al Gobierno iraní como a su pueblo en este difícil momento”, concluía la nota emitida por Bagdad.

Condolencias de los hutíes

Por su parte, la oficina política de los hutíes de Yemen –el grupo rebelde pro iraní controla amplias zonas del norte y el oeste del país después de más de ocho años de guerra contra una coalición internacional liderada por Arabia Saudí— lamentaba “los atentados criminales” perpetrados en el aniversario del “martirio” de Qasem Soleimani.

El zarpazo terrorista sufrido en Kermán se produce en un momento en que el régimen iraní parece haber contenido la disidencia interna tras meses de dura represión y propaganda. La muerte de la estudiante Mahsa Amini a manos de la conocida como Policía de la moral en septiembre de 2022 desató una de las mayores oleadas de protestas en Irán. Sus protagonistas, jóvenes urbanos y universitarios, reclamaron de manera valiente la caída del régimen y la implantación de la democracia.

La matanza terrorista –y secuestros— perpetrada por Hamás en suelo israelí el pasado 7 de octubre ha puesto en evidencia la coordinada y permanente estrategia del régimen iraní para ampliar su influencia en el conjunto de Oriente Medio. En su afán por expandir sus tentáculos y destruir al Estado de Israel, Teherán apoya a una serie de fuerzas y milicias proxy a lo largo y ancho de la región.

Desde Hamás desde su feudo en Gaza hasta Hizbulá en el sur del Líbano pasando por los rebeldes yemeníes –los conocidos como hutíes- y varias milicias radicadas en Siria e Irak, el régimen teocrático iraní se esfuerza por llevar hasta media docena de frentes la guerra contra “el ente sionista”. Consciente de su inferioridad frente a las FDI en un hipotético enfrentamiento bélico directo, Teherán sabe que solo a través de una batalla desigual, invisible y en múltiples frente librada mediante ataques con proyectiles, atentados terroristas, sabotajes y actividad guerrillera está en condiciones de infligir daño a su némesis israelí.

Aunque no han faltado nunca las palabras de aliento de los altos cargos del régimen a Hamás o los hutíes, Teherán ha negado siempre su responsabilidad e implicación en la actividad violenta de estas fuerzas por interposición. Al margen de Gaza, donde las Fuerzas israelíes se emplean a fondo para desarticular el poder bélico de Hamás desde hace casi 90 días, los dos frentes que más preocupantes para la comunidad internacional son en estos momentos el mar Rojo, escenario de una cadena de ataques por parte de los insurgentes yemeníes contra buques mercantes vinculados a Israel, y la frontera israelo-libanesa, donde desde el pasado 7 de octubre se enfrentan las FDI y el partido-milicia chií Hizbulá.