Israel

Netanyahu rompe el acuerdo con la ONU y expulsará a 32.000 inmigrantes africanos

Inmigrantes africanos protestan en Tel Aviv portando cadenas como los esclavos
Inmigrantes africanos protestan en Tel Aviv portando cadenas como los esclavoslarazon

En las últimas 24 horas el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, protagonizó una saga que lo ha dejado expuesto y debilitado. La palabra que más se ha repetido en todos los medios israelíes durante la última jornada es zigzag, ya que Netanayhu anunció un acuerdo con Naciones Unidas para evitar la expulsión de 32.000 inmigrantes africanos, que incluiría también la redistribución e integración al mercado laboral de quienes permanecieran y la rehabilitación de la zona sur de Tel Aviv, afectada en los últimos años por la inmensa mayoría de los inmigrantes indocumentados.

Sin embargo, una ola de críticas en redes sociales y en el ámbito político hizo que primero congelara dicho acuerdo y finalmente lo cancelara, sin que pudiera presentar una solución alternativa a ninguna de las partes involucradas.

Quienes conocen de cerca a Netanyahu aseguran que se vio agobiado por las reacciones en Facebook, especialmente de activistas de derecha. Este grupo es su base partidaria, que habitualmente lo respalda – incluso cuando se trata de investigaciones policiales y hasta de acusaciones de corrupción y soborno - y en esta ocasión lo criticaron con dureza y un lenguaje que pueden permitirse en las redes sociales. Tampoco lo perdonó la prensa normalmente “amiga” y condescendiente.

En el ámbito político, el zigzag de estas últimas 24 horas podría marcar un punto de inflexión en la carrera política de Benjamin Netanayhu. Para llevar adelante la firma del acuerdo con Naciones Unidas eligió a un socio casi tan debilitado como él, el ministro del Interior, Arieh Deri, quien también es centro de una investigación policial por sospechas de corrupción. Su situación es delicada, ya que en el pasado fue condenado por delitos similares y cumplió una condena.

Ningún otro miembro del gabinete estaba al tanto de lo que Netanyahu preparaba y, tras el anuncio, todos salieron a criticarlo abiertamente, sin concesiones ni miramientos. Ni siquiera los miembros de su propio partido, el Likud, lo respaldaron. Y dentro del partido, ni siquiera sus seguidores más fieles y consecuentes, los mismos que habitualmente se enfrentan a la prensa para justificar cualquier conducta del mandatario.

La mayor presión provino de la extrema derecha, del ministro de Educación Naftali Bennett, quien hoy aparece como el máximo beneficiado por esta crisis.

Por otra parte, desde la oposición no sólo criticaron que desistiera de un acuerdo que podría haber evitado la deportación de decenas de miles de personas, sino también el proceso de toma de decisiones y cuestionaron “cómo podemos estar seguros de que en asuntos que atañen a la seguridad nacional Netanyahu no se maneja de la misma manera”.

En los pasillos del Parlamento israelí hoy inventaron una palabra que en hebreo hasta hoy no existía: “doblegable”. Benjamin Netanyahu ha visto hoy hacerse realidad una de sus peores pesadillas: aparecer como un político débil, influenciable y que se deja vencer por la presión de sus supuestos aliados. En esos mismos pasillos se escuchó pronunciar hoy, y en más de una ocasión, las palabras “elecciones adelantadas”. Por el momento, con signo de pregunta.