
Sucesos
Una niña supera la leucemia pero muere días después por una grave negligencia médica
Una familia ha logrado que la justicia reconozca que la muerte de su hija podría haberse evitado y recibirá una indemnización de 20 millones

La trágica muerte de Ava Wilson, una niña de 11 años,, ha puesto en el centro del debate la seguridad en la prescripción de analgésicos en el ámbito hospitalario. La historia, que ha llegado a los tribunales de Illinois, revela cómo una serie de decisiones médicas aparentemente rutinarias pueden tener consecuencias fatales, y plantea interrogantes sobre la gestión del dolor en pacientes pediátricos con antecedentes oncológicos.
Ava, originaria de Crown Point (Indiana), padecía leucemia linfoblástica y acudió al Hospital Infantil Advocate en Park Ridge para una revisión en octubre de 2020. Aunque los análisis indicaban que su leucemia estaba en remisión —ya no había rastro de la enfermedad en su sangre—, la niña presentaba síntomas de dolor intenso, dificultad para caminar y tenía algunos valores alterados en las analíticas: plaquetas y glóbulos rojos bajos, las enzimas hepáticas elevadas y la presión arterial baja. La niña lloraba de dolor y tenía dificultades para poder caminar, pero los médicos en lugar de ingresarla para realizarle un control más exhaustivo y tratar de averiguar el origen de esa situación, mandaron a casa a la niña y le recetaron una dosis muy elevada de analgésicos, entre los que había morfina, gabapentina y hidroxicina. Había logrado superar el cáncer de sangre pero dos días después moriría mientras dormía debido a una grave negligencia médica, informa el diario "Mirror"
El equipo legal que representa a la familia de Ava sostiene que la cantidad de morfina recetada —el triple de la dosis habitual— y la combinación de estos medicamentos, potenciaron un cuadro de intoxicación aguda que terminó con su vida mientras dormía, apenas dos días después de su revisión médica. La demanda presentada por los padres acusa al hospital de homicidio culposo, argumentando que el personal sanitario debió haber ingresado a la niña para monitorizar su estado y tratar la causa de su intenso dolor, en lugar de enviarla a casa con una medicación excesiva.
Expertos en salud advierten que la combinación de morfina, gabapentina y hidroxicina puede ser peligrosa, especialmente en pacientes pediátricos. La morfina, un opioide potente, puede potenciar los efectos sedantes y depresores del sistema nervioso central cuando se combina con otros fármacos, aumentando el riesgo de intoxicación y paro respiratorio. La propia Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha alertado sobre los riesgos asociados a la prescripción conjunta de estos medicamentos, especialmente en poblaciones vulnerables.
Durante el juicio, el hospital defendió su actuación alegando que las dosis estaban dentro de los rangos recomendados y que los síntomas de Ava eran compatibles con complicaciones relacionadas con su enfermedad. Sin embargo, la familia argumenta que la atención debió ser más cuidadosa y que la decisión de enviar a la niña a casa sin un seguimiento adecuado fue un error grave.
El jurado, tras deliberar, ha otorgado a la familia de Ava una indemnización de 20,5 millones de dólares, reconociendo que su muerte pudo haberse evitado. La sentencia refleja la gravedad de un caso que evidencia las posibles consecuencias de una prescripción inadecuada y la necesidad de protocolos más estrictos en la gestión del dolor en pacientes pediátricos con antecedentes oncológicos.
Por su parte, expertos en salud pública advierten que, ante el aumento de casos de intoxicaciones por medicamentos en niños, es imprescindible reforzar la formación del personal sanitario y promover protocolos que prioricen la vigilancia y el control en la prescripción de fármacos peligrosos. La historia de Ava, aunque trágica, puede servir para impulsar cambios que eviten futuras pérdidas similares y refuercen la confianza en la atención médica pediátrica.
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