Política

Oriente Medio

Objetivo: los guardianes de los ayatolás

En un paso más para aislar a Irán, Trump considera a la Guardia Revolucionaria un «grupo terrorista».

Desfile de la Guardia Revolucionaria iraní el 11 de febrero por el 40º aniversario de la revolución islámica
Desfile de la Guardia Revolucionaria iraní el 11 de febrero por el 40º aniversario de la revolución islámicalarazon

En un paso más para aislar a Irán, Trump considera a la Guardia Revolucionaria un «grupo terrorista».

Donald Trump mantiene su compromiso contra las viejas convenciones de la política internacional y lo ha confirmado a lo grande. Nada menos que designando a la Guardia Revolucionaria de Irán como organización terrorista. Nadie nunca dudó de que ésta haya protagonizado acciones violentas en numerosos países ni de su relación con Hizbulá. El anuncio, que como recuerdan todos los analistas llegaba en la víspera de las elecciones en Israel, resulta inequívoco en fondo y forma. Un paso sin precedentes, como destaca el propio comunicado de la Casa Blanca, que reconoce no solo que Irán patrocina el terrorismo de Estado, «sino que la Guardia Revolucionaria participa activamente, financia y promueve el terrorismo como una herramienta del gobierno». Hasta el punto de ser «el principal medio del gobierno iraní para dirigir e implementar su campaña terrorista global».

El propio Trump reconoce que se trata de la primera vez que Estados Unidos nombra a una parte de otro Gobierno como una organización terrorista. La razón esgrimida es que las acciones de Irán son «fundamentalmente diferentes de las de otros gobiernos». Un aviso para navegantes, pues a partir de ahora cualquier empresa o gobierno que negocie contratos con la Guardia Revolucionaria podría ser acusada de financiar el terrorismo.

Se trata de un movimiento radical que entronca con la decisión de Trump de romper el acuerdo nuclear firmado por Barack Obama, Europa, Rusia y China con el régimen de los ayatolás. Sí, comparece mal con su pretensión de abandonar Siria en manos de Bashar al Asad y sus socios, Rusia e Irán, pero al mismo tiempo telegrafía de forma meridiana quiénes son los enemigos de EE UU en la región y, por supuesto sus aliados, Israel y Arabia Saudí. En palabras del magnate, la decisión envía el mensaje a Teherán de que «su apoyo al terrorismo tiene serias consecuencias». «Seguiremos aumentando la presión financiera y elevando los costos para el régimen iraní», añade el presidente, «por su apoyo a la actividad terrorista hasta que abandone su comportamiento maligno y ilegal».

Como explicó Trump en noviembre, su Gobierno no dudará en situarse frente al país que ha declarado «abiertamente, y con gran fuerza, '¡Muerte a EE UU!' Y '¡Muerte a Israel!'», y al que tanto él como los asesores del Pentágono consideran uno de los principales patrocinadores «del terror en el mundo». Eso sí, entre los asesores de seguridad nacional no falta la oposición de quienes consideran que la medida debilitará la posición de EE UU en Irak, al tiempo que supone un riesgo añadido para sus unidades militares en todo el mundo.

La Guardia Revolucionaria es el cuerpo militar más prestigioso y poderoso del régimen que fue creado para salvaguardar el espíritu de la revolución islámica. Además de controlar amplios sectores económicos del país, cuenta con una división en el extranjero, la fuerza Al Quds, que opera en Irak, Siria o Líbano.

Sin esperase a la Casa Blanca, el comandante en jefe de los Guardianes, Mohamad Ali Yafarí, ya advirtió el domingo de que Teherán tomará «medidas recíprocas» y las tropas estadounidenses «no disfrutarán de paz en Oriente Medio». Para devolver la jugada, el jefe de la diplomacia iraní, Mohamad Yavad Zarif, pidió al Consejo Supremo de Seguridad Nacional que designe a las Fuerzas Armadas de EE UU en la región en «la lista de los grupos terroristas de Irán».