Guerra en Gaza

Una palestina desplazada por la guerra en Gaza da a luz a cuatrillizos

Iman al-Masry huyó de la ciudad de Beit Hanoon hacia el final de su embarazo tras el inicio de la operación israelí en la Franja

Premature babies evacuated from Gaza'Äôs Al-Shifa hospital, at the Emirates Crescent Hospital in Rafah, southern Gaza, 20 November 2023.
Bebés prematuros evacuados del hospital Al-Shifa de GazaHAITHAM IMADAgencia EFE

Iman al-Masry hubo de dejar atrás su hogar en la ciudad de Beit Hanoon, en el noroeste de la Franja de Gaza, como consecuencia de los ataques israelíes en respuesta a los atentados de Hamás del 7 de octubre. La mujer de 28 años recorrió a pie junto a sus tres hijos cinco kilómetros hasta el campo de refugiados de Jabalia en busca de un medio de transporte que los condujera hasta Deir el-Balah, hacia el sur de Gaza, donde aún no habían llegado los combates. Iman estaba embarazada de seis meses.

«La distancia era demasiado larga», trasladó a la cadena de televisión qatarí Al Jazeera. «Afectó a mi embarazo». Dos meses después, Iman dio a luz por cesárea a cuatrillizos en un hospital del sur de Gaza. Nacieron sus hijas Tia y Lynn y a sus hijos Yasser y Mohammed en mitad del conflicto más devastador de las últimas décadas, que se ha cobrado la vida de más de 22.000 personas, según el recuento actualizado del Ministerio de Sanidad gazatí.

La alegría, como cabía esperar, duró poco. Las autoridades le pidieron a su familia que abandonara cuanto antes el hospital en compañía de los recién nacidos, excepto Mohammed, que era demasiado frágil para ir con ellos. Tenían que hacer hueco a otros pacientes que han sufrido las secuelas de la guerra.

Ahora, con Tia, Lynn y Yasser, viven en un estrecho aula convertida en refugio en Deir el-Balah, junto con otros 50 miembros de su extensa familia, informa el medio de comunicación panárabe. «Mohammed sólo pesa un kilo. No puede sobrevivir», confiesa sobre uno de sus hijos, que continúa ingresado en un hospital del campo de refugiados de Nuseirat.

Como otras madres, Iman esperaba seguir la tradición y celebrar el nacimiento de sus bebés «rociándolos con agua de rosas», explica. Pero 10 días después, ni siquiera habían podido bañarlos por las enormes dificultades para encontrar agua potable en Gaza. La entrada de suministros básicos apenas sirvió para paliar la escasez de alimentos, medicamentos y productos higiénicos. «Normalmente, cambio los pañales de los bebés cada dos horas. Pero la situación es difícil y debo ser ahorrativa», señala. Su marido, Ammar al-Masry, de 33 años, decía estar desolado por no poder mantener ni proteger a su familia.