Asia
Pekín estudia sus cartas para el contraataque
- La respuesta del país asiático después de que Donald Trump elevara ayer los aranceles se hace esperar. Pekín prometió represalias, sí, pero no especificó ni el cuándo ni el cómo. Y al tiempo que los mercados globales aumentaron esperanzados ante la llegada de un posible acuerdo, se especulaba con las medidas que el Gobierno de Xi Jinping podría tomar tras ese silencio. Si unos días antes la agencia de noticias estatal publicaba un artículo titulado «Si quieres hablar, podemos hablar. Si quieres luchar, lucharemos», en el que se reconocía la presión de EE UU, ayer los expertos analizaban cómo combatir a la primera economía mundial. Grandes opciones pero, como exponían, con sus inconvenientes.
La primera sería la de volver a incrementar los aranceles a los productos norteamericanos e, incluso, ir a por aquellos que más daño puedan hacer a Trump: los de los estados en los que el mandatario consigue más votos. Sin embargo, la medida podría no doblegar a Washington, al no afectar a toda la economía nacional, y perjudicar al gigante asiático, que todavía depende en buena parte de la exportación. Otro de los golpes bajos de Pekín sería el del boicot a sus productos, pero que de tener efecto rebote rebajaría enormemente las opciones de los consumidores chinos. Realizar arduas y prolongadas inspecciones aduaneras o cuarentenas a bienes norteamericanos para retrasar las importaciones, o enviar a inspectores para verificar las licencias y operaciones comerciales, también podrían servir.
China podría interrumpir la cadena de suministro global, ya que es responsable de la manufactura de numerosas piezas y componentes que las firmas estadounidenses necesitan para sus productos terminados, pero eso dañaría su reputación de proveedor de confianza. La devaluación de su moneda frente al dólar haría que sus exportaciones pudieran competir en los mercados extranjeros. Sin embargo, esto podría provocar que se encarecieran las importaciones de petróleo, entre otras, y subiera la inflación, sin olvidar que las fortunas chinas podrían tratar de sacar dinero del país y, con ello, desestabilizar el sistema financiero.
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