Política

Represión en Venezuela

Primer día de Guaidó: "Ahora hay que buscar el apoyo de los generales"

La represión deja 22 muertos en dos días de protestas lideradas por los barrios pobres que antes apoyaron a Chávez

Varias personas observan el cadáver de una persona muerta por una bala durante las protestas en Caracas, ayer
Varias personas observan el cadáver de una persona muerta por una bala durante las protestas en Caracas, ayerlarazon

La represión deja 22 muertos en dos días de protestas lideradas por los barrios pobres que antes apoyaron a Chávez.

La conversación pública cambió en Venezuela. La mañana de ayer jueves despertó con gente evaluando qué significa tener dos presidentes, uno mandando y otro «encargado». Una situación inédita que despertó incluso la discusión sobre la validez del pronunciamiento.

–Lo único que logra es que lo metan preso –dijo Alicia Márquez, empleada de una estación de gasolina.

–No se van a atrever porque ya varios países lo reconocieron. Ahora hay que buscar que los militares lo apoyen –respondió Alfredo Machado, un electricista que repostaba combustible.

–Lo que sí es verdad es que esto ya no puede continuar, no se aguanta –cerró la mujer antes de dejar que su interlocutor se fuera sin pagar nada por el carburante.

La escena se repetía en distintos sectores de Caracas, aunque la conversación siempre era interrumpida por el aspecto social de la profundización de la crisis política venezolana en las últimas horas: las protestas en los barrios más pobres de la capital.

Durante tres días, es allí donde se ha visto la mayor cantidad de protestas de 2019. Ya no son las típicas zonas del sureste donde viven las clases medias, sino en las cercanías del propio palacio presidencial donde los vecinos alzan la voz por mejorar su calidad de vida y exigen a Nicolás Maduro que se aparte del poder.

«Aquí no hay agua desde hace un año, hay que subir a buscarla al cerro. El gas ahora se consigue menos que antes y hemos tenido que cocinar con leña, y no me hagas hablar de la comida o las medicinas», manifestaba Andrea Cedeño, de 33 años. Ella, habitante de Cotiza, es vecina de una comunidad que como nunca antes ha salido a las calles a reflejar su descontento. «Si Maduro se queda montado ahí nos tendremos que ir todos del país, o morirnos aquí», apuntó rotunda.

Y muerte es lo que ha sobrado. Tan solo en la jornada del 23 de enero se contabilizaron 17 personas asesinadas en las protestas que se sucedieron en todo el territorio nacional. Una cuenta preliminar del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, que aún esperaba la confirmación de más fallecidos. Extraoficialmente se hablaba de dos cadáveres más.

En cualquier caso, no se veía en Venezuela un número de muertos tan alto desde el 30 de julio de 2017, cuando la elección de la chavista asamblea constituyente produjo disturbios en varios lugares del país. Esas víctimas del 23 de enero se suman a las otras cuatro muertes acontecidas desde que «se alzaron los pobres» dos días antes, para acumular 22 fallecidos en apenas tres días, todos por armas de fuego. La ONG defensora de derechos humanos Provea contabiliza un total de 229 personas fallecidas en el contexto de las protestas desde que Maduro está sentado en la silla presidencial.

Ayer no fue una excepción, y al cierre de esta edición, cuando apenas comenzaba a caer la tarde, ya se daba parte de tres personas muertas en Caracas. Dos de ellas fueron identificadas pues cayeron en la madrugada durante manifestaciones que fueron reprimidas por la Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana. Eran Frank Correa, de 25 años, y Kevin Cárdenas, de 16 años. Murieron en disturbios que se extendieron por distintos rincones de la urbe, que dejaron destrozos y comercios saqueados.

La tercera víctima aún no había sido identificada pero el suceso ocurrió en el barrio José Félix Ribas de Petare, la favela más emblemática del país, donde las fuerzas policiales hicieron redadas para detener a manifestantes que se batieron a tiros con los cuerpos de seguridad durante la madrugada anterior, haciendo uno incluso de un arsenal de ametralladoras y granadas.

Esa inestabilidad promete continuar en los próximos días, con comunidades alejadas de la diatriba política. La queja principal termina siendo no solo por la permanencia de Maduro en el poder, sino por la precariedad en los servicios públicos, la poca disponibilidad de medicinas y hasta por la irregularidad con que la entrega de alimentos subsidiados –que a 2017 representan el 70% de las calorías que se consumen en Venezuela– llega a los hogares.