"Black Dolphin"
La prisión para asesinos, caníbales y violadores de la que sólo se puede salir muerto
Las cárceles rusas son centros de internamiento especialmente duros para los reos. Pero una de ellas destaca sobre el resto: "Black Dolphin".
Cuando Vladimir Putin asumió el poder en Rusia, una de sus primeras decisiones fue endurecer las condiciones de las cárceles del país para acabar con la delincuencia. Y lo ha logrado porque según han denunciado en numerosas ocasiones organismos internacionales, las condiciones de vida en ellas son extremas y las violaciones de los derechos humanos son continuas.
El inquilino del Kremlin le dio una vuelta de tuerca al concepto de Gulag -los centros de detención para prisioneros políticos, que acabaron convirtiéndose en campos de trabajos forzados para delincuentes comunes, aristócratas, hombres de negocios y terratenientes- para crear un sistema de prisiones terrible.
A primeros de año, el medio independiente ruso "Meduza" denunciaba el trato al que eran sometidos los ucranios confinados en Crimea. Pero esta situación no sólo se da con los prisioneros de guerra. Un informe de la BBC revelaba que los reclusos de muchas de las prisiones rusas sufren torturas y violaciones, unos actos infames cometidos con el beneplácito de las autoridades penitenciarias y que sirven como método de chantaje, intimidación o para arrancarles una confesión. Las torturas fueron denunciadas en el 90% de las regiones de Rusia entre 2015 y 2019, según el llamado proyecto ruso independiente "Proekt".
Pero la más dura de todas es la conocida como "Black Dolphin", donde sus "ilustres inquilinos" son desde peligrosos asesinos a caníbales y violadores. La Colonia Penitenciaria IK-6, está situada en Sol-Iletsk (Oremburgo), una lejana ciudad fronteriza con Kazajstán (a más de 1.600 kilómetros de Moscú), en mitad de la nada, sin poblaciones cercanas y con una sola carretera que es la que conduce hasta ella.
El centro es de uso "exclusivo" de delincuentes con penas de hasta 25 años, de los que ninguno ha logrado salir vivo de allí. Los 700 reos allí confinados acumulan más de 3.500 asesinatos, a una media de cinco por reo. Construida en el siglo XVIII fue un campo de trabajos forzados y un hospital penitenciario. En el año 2000 se produjo su mayor transformación. Ese año Vladimir Putin llegó al poder y la convirtió en una prisión de máxima seguridad. Es una de las prisiones más antiguas del país y recibe su nombre por una estatua situada en la parte delantera del edificio realizada por los propios presos. Por fuera parece un hotel, con una amplia entrada y jardines. En la planta baja no hay ningún tipo de estancia, para evitar que los reclusos puedan intentar cavar un túnel para escapar.
El interior es como un "Gran Hermano" custodiado por un grupo de guardias de élite las 24 horas del día. Las celdas está situadas detrás de tres puertas de acero, una "celda dentro de una celda". Allí, dos presos deben convivir en poco más de 4 metros cuadrados. Debido a la peligrosidad de los criminales allí encerrados, los guardias hacen rondas cada 15 minutos. Duermen con las luces encendidas y no pueden taparse la cara con las mantas.
En las pocas ocasiones que les dejan salir de sus celdas, lo hacen esposados con las manos en la espalda y doblados por la cintura, una técnica de uso exclusivo de "Black Dolphin" que evita que los reos puedan tener una visión de su entorno inmediato, permite controlarlos mejor y, sobre todo, para evitar las agresiones a los agentes que los custodian. También se les vendan los ojos para garantizar que no comprendan bien la distribución de la prisión. En cada salida, los vigilantes llevan con ellos un pastor alemán. La proporción entre guardias y presos es de uno a uno. Toda precaución es poca.
La cárcel a diferencia del resto, carece de patio y el único ejercicio permitido es caminar de un lado a otro en otra celda mientras los guardias revisan las pertenencias en busca de productos de contrabando. Sólo están permitidos libros, periódicos y una radio. Tampoco hay cafetería en "Black Dolphin". Los presos comen en sus celdas cuatro veces al día y el menú es siempre el mismo: sopa y pan.
El teniente Denis Avsyuk, supervisor del la prisión, mostró su frialdad y desprecio hacia los reos en una entrevista a National Geographic: “Llamarlos gente hace que se te doble la lengua solo con decirlo. "Nunca he sentido ninguna simpatía por ellos". Según Avsyuk, la única forma de escapar es morir, ya que los reclusos están encarcelados de por vida. Tienen un cartel en cada celda con la lista de todos los crímenes que han cometido. De esta manera, les recuerda en cada momento lo que han hecho y evita que los carceleros puedan sentir algún tipo de empatía o relajación.
En un documental de National Geographic, Nikolai Astankov, que cumple cadena perpetua por matar a una familia entera y quemar sus cuerpos, explicaba que que no valía la pena dedicar demasiado tiempo a pensar en su destino. "Si piensas constantemente en cómo estás aquí, en lo que te espera, en que nunca serás libre, en que te dejarán aquí solo, simplemente no lo lograrás", dijo.
Astankov y su compañero de celda se despiertan cada día a las 6 de la mañana y durante las siguientes 16 horas no se les permite sentarse en sus camas. El máximo beneficio al que optan es a poder ver la televisión. Un derecho que obtienen cuando cumplen su décimo aniversario en el penal, pero que deben sufragarlo los familiares.
"Te filman constantemente en tu celda", dijo Astankov. “Te vigilan las 24 horas del día. Hay detectores de luz, de movimiento… además cada 15 minutos un guardia pasa por las celdas por lo que hay que estar constantemente atento”.
El centro de máxima seguridad de Black Dolphin tiene al asesino más conocido de Rusia. Vladimir Nikolayev cumple condena por asesinar a un hombre, descuartizarlo y comerse su carne. El "Hannibal Lecter ruso" dijo con toda frialdad en una entrevista lo que ocurrió tras el asesinato: "¿Qué iba a hacer? Lo arrastré al baño, lo desnudé y comencé a cortarlo", dijo. "Le corté la cabeza, los brazos, las piernas. De repente, algo me llamó la atención y pensé en probarlo. Corté un trozo de carne de su muslo y lo herví. Lo probé y no me gustó, así que lo troceé y lo freí en una sartén", añadió.
Pero no se quedó ahí: "Le di un poco de carne a uno de mis amigos, se la llevó a casa e hicieron albóndigas. Comieron un poco y se las dieron a sus hijos. Les dije que era canguro, y como no tenemos canguros por aquí no sabían lo que era", reveló.
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