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África

El Sahel ante la amenaza digital: IA, terrorismo y propaganda

La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta clave para gobiernos militares, potencias extranjeras y grupos terroristas que la usan para manipular a una población con escaso acceso a información verificada

Una patrulla conjunta entre los soldados franceses de la fuerza Barkhane y los soldados de las Fuerzas Armadas Malienses en una foto de archivo Frederic Petry / Hans LucasAFP

El uso de la inteligencia artificial empieza a ser rutina. Sus usos parecen no tener límites. Puede ayudar al usuario a completar la declaración de la renta de forma correcta, explicar el final de una película psicológica o colaborar en la gestión de tareas. Sus aplicaciones positivas son abundantes. Pero también entraña sus propios riesgos. No sólo por el temor a que se convierta en una especie de Skynet del mundo real, sino porque los humanos, que ya se sabe que son muy peligrosos, pueden utilizarla con fines menos lícitos. Sea para escribir trabajos de la universidad, copiar en los exámenes… o generar campañas de desinformación en el Sahel.

Las campañas de desinformación en esta región africana son habituales desde hace años. Las fuerzas en conflicto, desde Rusia hasta Francia, pasando por los grupos terroristas y las juntas militares, manipulan las redes sociales y tergiversan las noticias para adaptarlas a sus narrativas. Los periodistas que se vuelven demasiado incómodos son asesinados o secuestrados. Y la juventud, que es el futuro, se muestra como el principal objetivo de la manipulación informativa.

Canciones de Beyoncé y discursos bilingües

Uno de los ejemplos más llamativos del uso de la IA en la desinformación en el Sahel puede encontrarse en Burkina Faso. El país está gobernado desde 2022 por el capitán Ibrahim Traoré, apodado como “el nuevo Sankara”, cuya popularidad oscila entre la adoración de las masas y el temor latente que despiertan sus crímenes contra la población civil burkinesa. Hace escasas semanas que se difundió un vídeo del presidente burkinés en las redes sociales, evidentemente generado con inteligencia artificial. En él se veía a Traoré acompañado de una supuesta espía francesa que había sido capturada… ¿por él mismo?

Este es sólo uno de los vídeos accesibles en la web. También pueden escucharse discursos de cinco minutos donde el dictador habla en un inglés perfecto, aunque en realidad no lo hable; imágenes suyas abrazando a niños felices en una aldea o estrechando la mano a Donald Trump; incluso se han generado gracias a la IA diversas canciones que ensalzan su figura, algunas de ellas “cantadas” por Beyoncé.

Hace falta entender los números. Uno de los posts que difunden el vídeo del discurso falso de Traoré, publicado en X a finales de mayo, tiene a fecha de hoy más de 13.000 reposts, 21.300 “me gusta” y 1.300 comentarios. El comentario más gustado dice así: “Este es el presidente que África necesita. Temerario, inteligente e inspirador. África merece más, hemos sufrido lo suficiente. Ha llegado el momento de reclamar lo que nos pertenece”.

El uso de la inteligencia artificial por parte de las juntas militares encuentra su origen en su estrecha colaboración con Rusia. No hay un jugador en el tablero que maneje con mayor soltura las herramientas de IA para difundir desinformación en el Sahel. El ejemplo más reciente se encuentra en la Operación "Storm 1516", una operación de desinformación promovida por el Kremlin que fue denunciada por Francia el pasado mes de mayo. Según las autoridades francesas, desde Moscú se lanzaron a partir de 2023 hasta 77 campañas de desinformación dirigidas contra Ucrania y Francia, pero también interesadas en manipular las elecciones estadounidenses y la percepción de Europa en el Sahel. La Operación "Storm 1516" utilizó en este tiempo herramientas de IA generativas a través de sitios web falsos como la red "Pravda". Estas páginas generaron millones de artículos en 2024. Un ejemplo popular se halló en un bulo que afirmaba que un activista antillano había revelado una relación amorosa entre su hermano y el presidente francés, Emmanuel Macron. Una noticia que falsa fue amplificada en el Sahel para desacreditar a Francia.

Parece adecuado preguntarle a la inteligencia artificial su opinión sobre el uso que se le pueda dar en las campañas de desinformación del Sahel. Grok, la IA creada por Elon Musk, apunta que “la inteligencia artificial plantea riesgos significativos para la desinformación en el Sahel, una región ya vulnerable por conflictos, inestabilidad política y acceso limitado a información verificada. Herramientas de IA, como los modelos de generación de texto o deepfakes, pueden producir contenido falso altamente convincente, como noticias manipuladas o propaganda, que se propaga rápidamente en redes sociales y plataformas locales, exacerbando divisiones étnicas o políticas”. Sin embargo, no evita romper una lanza a su favor al afirmar que “también ofrece soluciones: algoritmos avanzados pueden monitorear y detectar patrones de desinformación en tiempo real, ayudando a organizaciones locales a contrarrestar narrativas dañinas”.

Los terroristas artificiales

Luchar al fuego con fuego. Porque es cierto que nadie escapa al daño que provoca la desinformación. En el Sahel, los grupos terroristas también se valen de esta útil herramienta para difundir sus mensajes más allá de las fronteras, y lo hacen con un nivel de sofisticación alarmante. SITE Intelligence Group, que rastrea desde 2008 actividades online de supremacistas blancos y terroristas islámicos, señaló en un informe reciente que el Estado Islámico, incluyendo sus ramas del Sahel (EIGS, ISWAP) han utilizado herramientas IA para crear vídeos de noticias falsos que parezcan publicados por medios internacionales. La clonación de voz o las imágenes creadas de forma artificial colaboran a la hora de difundir su mensaje y permiten captar nuevos seguidores entre las generaciones más jóvenes.

De la misma manera, la IA también permite traducir sus mensajes propagandísticos a diversos idiomas, locales e internacionales. Esto tiene una relevancia considerable, dado que el Sahel es una región que se caracteriza por una multiplicidad de lenguas considerable: francés, árabe, peul, hausa, bambara… Las comunidades rurales, que rara vez hablan árabe o francés, pueden acceder de esta sencilla manera al contenido difundido por los grupos terroristas.

Debe entenderse que los conocimientos que tienen los jóvenes españoles y los jóvenes malienses o burkineses sobre la IA no son los mismos. Para un adolescente español, la inteligencia artificial forma ya parte de su día a día. Participa en las conversaciones con sus amigos. Un joven hijo de un agricultor peul en una región remota de Mali vive una realidad social distinta, sin duda, y también difiere su relación con la tecnología. Esto hace que vídeos o imágenes que un joven español identificaría rápidamente como generada por inteligencia artificial, adquieren un matiz de realidad inamovible para un adolescente que habita una zona rural maliense. Y el poder de convicción de la desinformación se acentúa en estos casos.

La periodista Èlia Borras, residente en Burkina Faso, indica en una breve entrevista para la LA RAZÓN que la inteligencia artificial “está alterando la realidad, y cualquier información tergiversada puede constarle la vida a mucha gente en un contexto de guerra”. Añade que “se está generando muy rápido una visión distorsionada de la realidad” y opina con acierto que “debería haber más factcheking en el Sahel para discernir lo que es verdad y lo que es IA […]. Entre el vacío informativo y la IA, la información ya no representa lo que pasa en el terreno, sino lo que algunos quieren que pase”.

Lo que algunos quieren que pase. Quizás se resuma todo en esta última frase. Que la inteligencia artificial corre el riesgo de transformar la realidad en una alternativa, quizás molesta, que pueda manipularse en el Sahel gracias al escaso acceso informativo que se posee sobre esta región. Que llegará un día, antes que tarde, donde las cuentas automatizadas hayan generado tanto contenido sobre las bondades de Ibrahim Traoré que nadie entenderá qué ocurrió cuando Burkina Faso sucumbe (si ocurre) a las garras del extremismo islámico.