Reino Unido

Starmer confía en su credibilidad para llegar al Número 10

A un año de las elecciones, el líder laborista muestra cautela en su programa económico para mantener su ventaja de 20 puntos

A protester throws glitter over and disrupts (L) British Labour leader Keir Starmer during his keynote speech at the Labour Party Conference in Liverpool.
A protester throws glitter over and disrupts (L) British Labour leader Keir Starmer during his keynote speech at the Labour Party Conference in Liverpool.Stefan RousseauDPA vía Europa Press

Todas las encuestas vaticinan un cambio de era en Reino Unido con las elecciones generales previstas para el próximo año. Con una ventaja de hasta 20 puntos frente a los conservadores, dan por hecho que el laborista Keir Starmer se convertirá en el próximo primer ministro. No obstante, el político prefiere mostrar cautela. Es consciente de que la ventaja se basa más en el agotamiento de los votantes hacia el actual Gobierno `tory´ que en un real entusiasmo por su programa o su falta de carisma. Por lo tanto, tiene que ofrecer razones convincentes por las que, tras más de trece años en la oposición, el partido merece recuperar de nuevo el poder. Y esa era su gran misión con el esperado discurso en la conferencia que la formación celebraba en Liverpool.

La intervención no comenzó como se esperaba. Cuando apenas se había subido al escenario, un manifestante se abalanzó sobre Starmer cubriéndolo con purpurina al grito de “la verdadera democracia está dirigida por los ciudadanos”. Pero el episodio acabó jugando a su favor. “Si cree que eso me molesta, es que no me conoce. Protesta o poder: por eso hemos transformado nuestro partido”, recalcó.

Tras la gran debacle electoral de 2019 -cuando cosecharon los peores resultados desde 1935-, Starmer, quien tomó las riendas del partido en 2020, tenía que demostrar se había roto completamente con la era Jeremy Corbyn (bautizado en su día como el Pablo Iglesias británico). Y el objetivo se cumplió con creces con sus palabras sobre la masacre de cientos de civiles israelíes por parte de Hamás. “Condeno totalmente el asesinato sin sentido de hombres, mujeres y niños, incluidos ciudadanos británicos, a sangre fría por parte de los terroristas de Hamás”, matizó en contraste con la postura mostrada esta semana por su predecesor que en la actualidad está suspendido de la formación por su fracaso en acabar con el antisemitismo.

Tras el movimiento protesta de Corbyn, el nuevo dirigente de la oposición quiere garantizar que el laborismo es ahora un partido moderado capaz no sólo de gobernar, sino de garantizar el ansiado crecimiento económico que necesita el país.

Starmer y su equipo han pasado el último año tratando de establecer una reputación de responsabilidad económica tras el desastroso paso por Downing Street de la fugaz Liz Truss. Antes del catastrófico `minipresupuesto´ de septiembre de 2022 de la entonces primera ministra conservadora, que espantó a los mercados financieros y precedió a un fuerte aumento en el costo de las hipotecas, los `tories´ siempre superaban en las encuestas a los laboristas como el partido en el que más se confiaba para dirigir la economía británica.

Pero ahora las tornas están cambiando. Starmer no quiere correr riesgos y ha prohibido a sus colegas hacer promesas de gastos sin financiación. Ha descartado cualquier subida del impuesto sobre la renta y ha prometido no revelar ningún impuesto nuevo antes de las próximas elecciones.

La portavoz de Economía del partido y número dos del laborismo, Rachel Reeves -una economista que trabajó para el Banco de Inglaterra y cuenta con los elogios públicos del que fuera gobernante de esta institución, Mark Carney- lo dejó bien claro en su discurso del lunes: “El cambio sólo se logrará sobre la base de una disciplina férrea”.

Lejos de la globalización por la que en su día apostó Tony Blair, el laborismo de Starmer tiene ahora una línea más similar con la que está implementando el presidente Joe Biden en Estados Unidos con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés). “Es la inversión la que permite a las empresas expandirse, crear empleos y competir con rivales internacionales, con nuevas plantas, fábricas y laboratorios de investigación llegando al Reino Unido, no a Alemania, Francia o Estados Unidos”, remarcó la portavoz de economía en su discurso del lunes.

La prudencia gusta a los mercados, pero la falta de detalles crea dudas a los analistas sobre cómo se va alcanzar la promesa de “construir un Reino Unido mejor” y reducir una inflación (6,7%) que sigue por encima aún del objetivo del 2%.

Aunque bien es cierto que en 1992 y 2015 las grandes esperanzas de victoria para el partido se descarrilaron, pese a la ventaja que mostraban en las encuestas, en esta ocasión mucho se tienen que torcer las cosas para que Starmer no se mude el próximo año a Downing Street.

La gran victoria la semana pasada en las elecciones parciales en el distrito escocés Rutherglen y Hamilton West alimentan incluso la esperanza de una mayoría holgada sin necesidad de coaliciones. Ante el declive de los nacionalistas del SNP, los laboristas pueden recuperar el que en su día fue uno de sus grandes feudos.

Algunas voces de su círculo aseguran que el político se muestra inquieto. La enorme ventaja de la que goza en las encuestas hace que las elecciones previstas para 2024 dependan más de los errores de los laboristas que de los aciertos del Gobierno conservador de Rishi Sunak. Ahí surgen las primeras críticas. Starmer, aseguran esas voces, está yendo demasiado a asegurar el tiro, le falta osadía en sus propuestas

No obstante, el martes fue fácil perder la cuenta de las ovaciones que recibió ante un público entregado. “Haremos crecer cada rincón de nuestro país. Romperemos el dominio del declive conservador y caminaremos hacia una década de renovación nacional”, matizó.

Con todo, la gran pregunta es si Starmer puede inspirar a todo el país en general. Aunque subió al escenario al son de Lionheart de Tom Grennan, las últimas encuestas de Savanta muestran que los votantes están mucho más inclinados a describirlo como un tipo “aburrido”. Y apenas queda un año para insuflar entusiasmo.