Alexis Tsipras
Syriza sube en las encuestas cuanto más avanza su división
Un 42,5% de los griegos votaría hoy a Syriza, seis puntos más que en las elecciones generales del pasado enero. Los ministros «expulsados» por Tsipras amenazan con una escisión si el partido «insiste» en seguir con el rescate
Un 42,5% de los griegos votaría hoy a Syriza, seis puntos más que en las elecciones generales del pasado enero. Los ministros «expulsados» por Tsipras amenazan con una escisión si el partido «insiste» en seguir con el rescate
Hace algo menos de seis meses todos los ministros del recién elegido Gobierno juraron su cargo en tropel y eufóricos. También casi todos aprovecharon el evento para lanzar promesas casi por la inercia de la campaña electoral: «Vamos a recontratar a tantos funcionarios», «vamos a parar todas las privatizaciones», «vamos a acabar con la evasión fiscal», «vamos a bajar los impuestos a los más desfavorecidos»...
En el mismo palacio presidencial de Megaro Maximou, ayer juraron su cargo los nuevos ministros. Esta vez no hubo mensajes altisonantes, sino mucha frialdad y precaución. «La remodelación se adapta a la nueva realidad», señalaba el nuevo ministro de Energía, Panos Skourletis, hasta ahora ministro de Trabajo. Con el país y el Gobierno al borde del abismo, la prioridad es la estabilidad del Ejecutivo. Ese era el objetivo de Tsipras en la reorganización de su gabinete: destitución de los últimos dos ministros «rebeldes». Otros cuatro ya habían dimitido durante la semana.
Hombres de confianza
Tsipras optó por realizar los mínimos cambios y mantener a sus hombres de confianza en los puestos vacantes más importantes. Skourletis –antiguo portavoz de Syriza– ocupó el puesto de Lafazanis, mientras que el cargo al frente de Trabajo recayó en manos de Yorgos Katrougalos, hasta ahora ministro adjunto de Reforma Administrativa.
A su llegada al palacio presidencial, Katrougalos se comprometió a emprender nuevos retos, aunque «en la medida de lo posible y dentro de las condiciones socialmente justas». El margen de maniobra es escaso y la única prioridad es la implementación de las reformas exigidas por los acreedores, condición indispensable para acceder a las ayudas del tercer programa de rescate.
Katrougalos aseguró que «la cuestión no es sólo cerrar el acuerdo (con los socios), sino cómo se llevará a cabo». El Parlamento heleno tiene que aprobar el próximo miércoles el segundo paquete de medidas antes de iniciar las negociaciones para el memorándum. Ante esa nueva ronda de discusiones con las instituciones, el nuevo ministro de Trabajo afirmó que la intención de Atenas es «negociar duro los términos del acuerdo». Esta vez, sin embargo, la estrategia es negociadora. El nuevo viceministro de Defensa, Dimitris Vitsas, destacó que es un «período difícil» y que el lema del nuevo Ejecutivo debe ser «trabajo, trabajo, trabajo». En esa línea, el nuevo ministro adjunto de Finanzas, Trifon Alexiadis, subrayó que comienza «un esfuerzo muy difícil» porque «el fuego aún no se ha apagado» con los socios.
Tampoco la calma ha llegado a Syriza. Algunos de los ministros salientes plantaron batalla. El líder del ala radical y hasta ahora ministro de Energía, Panayotis Lafazanis, aseguró que «la lucha continuará para que Syriza cambie su posición y el nuevo memorándum no sea implementado en la práctica, y será anulado por los propios eventos». Lafazanis amenazó por primera vez con una posible escisión: «El partido está en peligro de experimentar una transformación si Syriza insiste en implementar (el tercer rescate)».
A pesar de las últimas turbulencias políticas, el Gobierno izquierdista y especialmente Tsipras no han perdido el apoyo de la población. Eso se explica porque el 73% de los griegos prefiere un acuerdo con los acreedores antes que volver al dracma, según una encuesta de Palmos Analysis publicada ayer. Incluso entre los partidarios de Syriza, un 66% opta por seguir en el euro antes que la ruptura.
Por eso, el giro del Gobierno en las negociaciones ha dejado intacto su respaldo. La intención de voto a Syriza alcanza el 42,5%, seis puntos por encima de los votos obtenidos en enero. Además, la ventaja con el principal partido de la oposición, los conservadores de Nueva Democracia, se amplía a más de diez puntos. Esa tendencia explica la confianza del Syriza a la hora de convocar unas posibles elecciones anticipadas para otoño, así como la nula presión de la oposición para forzar la celebración de comicios, o la dimisión del primer ministro. El margen de maniobra para Tsipras, por tanto, es todavía muy amplio en casa, pese a la división de su partido.
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