
Guerra comercial
Trump parte a su gira por Asia en la que se encontrará con Xi el jueves
Ambos gobernantes se reunirán en un intento por cerrar un acuerdo que ponga fin a la guerra comercial entre China y EE UU

En el Sudeste Asiático, asfixiado por inversiones chinas que superan los 200.000 millones de dólares, la ASEAN lanza una contraofensiva diplomática para neutralizar las políticas imprevisibles de Donald Trump, quien algunos apuntan como cazador de capitales y mediador oportunista. Mientras Pekín impone su hegemonía con la Ruta de la Seda y acuerdos asimétricos que generan dependencias letales, Washington contraataca con proteccionismo feroz y aranceles punitivos, poniendo en jaque las cadenas de suministro de exportadores como Vietnam y Malasia. Trump no llega con palabras vacías: persigue megacontratos como los 550.000 millones de Japón y 350.000 de Corea del Sur para revivir astilleros estadounidenses, aunque estos memorandos penden de un hilo ante el escrutinio congressional y compromisos privados frágiles.
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La cumbre de la ASEAN irrumpe mañana bajo presidencia malasia, con el magnate estadounidense en Kuala Lumpur mientras se exponen fisuras tectónicas: Anwar Ibrahim, reformista forjado en prisiones, reprime protestas islamistas –miles claman en la calle contra el “cómplice de Gaza”– mientras mendiga inversiones yankis para frenar la expansión china en el Mar Meridional. Filipinas calibra su deriva pro-Pekín; Indonesia blinda su neutralidad archipelágica; Tailandia y Singapur tejen equilibrios precarios, temiendo aranceles que devoren el 20% de su comercio con EE.UU. en electrónicos y textiles. Corona el drama de un posible jaque mate: Trump auspiciará un armisticio entre Camboya y Tailandia en los márgenes de la cumbre, zanjando escaramuzas fronterizas que cobraron 48 vidas en julio, con “progresos significativos” desde Bangkok y una fuerza observadora en ciernes –triunfo para Washington o fiasco humillante.
La gira delinea el arco geoestratégico: en Japón, presiona a la premier debutante Sanae Takaichi para elevar el gasto defensivo más allá del 2% del PIB (actual 1,8%), soldando alianzas anti-Pekín; en Corea del Sur, extorsiona pagos por 28.500 tropas y control operativo en guerra, preludio a un duelo con Xi Jinping sobre tierras raras vitales, crudo ruso y grilletes a chips de IA, con Pekín exigiendo desarme arancelario. Acecha incluso un encuentro con Kim Jong Un.
En este bipolarismo rampante, cortejar a Trump salva mercados y tecnologías esenciales, pero enciende a Xi, maestro de boicots y presiones militares. Analistas advierten: Trump negocia desde la debilidad, lacerado por su propia guerra comercial que Pekín ha resistido y contraatacado.
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