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Trump se esforzará para lograr un gran acuerdo de paz entre Israel y Palestina
El presidente de Estados Unidos comparece junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca para sugerir «un Estado» entre judíos y árabes.
El presidente de Estados Unidos comparece junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca para sugerir «un Estado» entre judíos y árabes.
Donald Trump prometió ayer al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que Estados Unidos trabajará para alcanzar la paz en Oriente Medio, pero el presidente estadounidense pidió a su interlocutor más «flexibilidad» por parte de Israel de cara a un futuro acuerdo con los palestinos. Trump, que compareció con Netanyahu en la Casa Blanca tras su primer encuentro cara a cara, reclamó que la responsabilidad negociadora recaíga sobre ambas partes, a las que pidió un mayor compromiso.
La reunión entre ambos dirigentes había levantado una gran expectación. Aunque no lo expresó públicamente, Netanyahu apoyó a Trump en las elecciones norteamericanas. Trump, por su parte, prometió entonces ser el presidente más proisraelí y criticó a su antecesor, el demócrata Barack Obama, por haber tratado injustamente a Israel. Además, hizo bandera de su campaña con el traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén. Sobre este espinoso asunto, reconoció ayer que le «encantaría» llevar a la práctica su promesa y que no ha dado nada por cerrado. «Veremos lo que ocurre», declaró.
Preguntado por su posición ante la solución de los dos estados (una aspiración reconocida en los acuerdos de paz de Oslo de 1993 y defendida por la diplomacia de EE UU), Trump aseguró que no ve esta vía como indispensable para avanzar y añadió: «Veo dos estados y un Estado. Me gusta la solución que guste a las dos partes. Puedo vivir con cualquiera de las dos». De esta manera, se puede decir que por primera vez en muchos años un presidente estadounidense se aleja de la teoría dominante en Washington que ha permitido a este país mantener un papel clave como mediador en Oriente Medio. Cabe recordar que los palestinos no están dispuestos a aceptar ninguna salida que no contemple el reconocimiento a su soberanía como Estado.
Trump no ofreció detalles de su postura para avanzar en el camino de la paz en el largo conflicto que enfrenta a Israel con los árabes, pero se mostró especialmente optimista al decir: «Vamos a alcanzar un acuerdo. Y será un acuerdo mejor que lo que la gente en esta sala piensa». Netanyahu añadió al respecto que él prefiere concentrarse en un acuerdo que tenga «sustancia» antes que en un acuerdo con «etiquetas», en relación a la fórmula de los dos estados. Trump combinó la política del palo y la zanahoria. Durante la rueda de prensa, pidió al primer ministro israelí que se abstenga «un poco» de construir nuevos asentamientos en Cisjordania. «Como pasa en cualquier buena negociación, las dos partes tienen que aceptar concesiones. Lo sabe, ¿verdad?», conminó Trump a su interlocutor girando la cabeza hacia él. En este sentido, el líder republicano también exigió a los palestinos que acepten el reconocimiento del Estado de Israel y que se deshagan del «odio» que sienten hacia los judíos y que es inculcado a los niños en las escuelas. Para «Bibi», los asentamientos no son «el núcleo del conflicto», sino simplemente «un asunto» de los muchos para tratar en unas hipotéticas negociaciones.
La puesta en escena de la rueda de prensa estuvo muy cuidada. En primera fila, junto a la primera dama, Melania Trump, se sentó la hija del presidente, Ivanka, junto a su marido, Jared Kushner, cuya familia es judía ortodoxa. El yerno de Trump se ha convertido en las últimas semanas en el «enlace» entre los diferentes líderes de la comunidad internacional, que utilizan sus contactos en Wall Street para llegar al Despacho Oval en vez de los tradicionales protocolos del Departamento de Estado. De momento, Kushner –un asesor muy cercano al presidente– ya ha empezado a ponerse en contacto con varios países árabes de Oriente Medio que se han acercado a Tel Aviv para hacer pinza contra Irán, el enemigo común que comparten Israel y los regímenes suníes de la zona.
Según los analistas, este acercamiento entre enemigos acérrimos –como han sido durante años Israel y Arabia Saudí– podría facilitar la posibilidad de un acuerdo de paz con los palestinos. De momento, Trump no ha mantenido contacto alguno con las autoridades palestinas, si bien se ha sabido que el director de la CIA, Mike Pompeo, se citó ayer con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, en Cisjordania.
Netanyahu agradeció a Trump las recientes sanciones adoptadas contra la República Islámica de Irán y «su importante esfuerzo» para deshacer el acuerdo nuclear iraní, que supone una vía para que el régimen de los ayatolás logre fabricar la bomba atómica. El dirigente israelí dijo que con la sola llegada de Trump a la Casa Blanca la situación ha mejorado e insistió en que la amenaza iraní persiste, como lo demostrarían las inscripciones de «Israel debe ser destruido» inscritas en los misiles lanzados recientemente por Teherán.
No pasó inadvertido ayer el hecho de que Netanyahu estuviera más sonriente que en sus anteriores visitas a la Casa Blanca siendo Obama el presidente, con quien mantuvo una conflictiva relación hasta el final, cuando la Administración demócrata apoyó una resolución de condena a Israel en la ONU por los asentamientos en Cisjordania. Pero el nombre de Obama ayer era historia pasada. «Israel no tiene mejor aliado que Estados Unidos y os aseguro que Estados Unidos no tiene mejor aliado que Israel», subrayó el primer ministro hebreo, que no dudó en afirmar que los lazos con Trump en la Casa Blanca serán «aún más fuertes».
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