Partido Republicano
Trump trata de limitar el escrutinio de su Gobierno
Acelera los exámenes de los altos cargos en el Senado para evitar daños.
Acelera los exámenes de los altos cargos en el Senado para evitar daños.
El sistema político norteamericano obedece más que a un criterio de separación de poderes a uno de «equilibrios y contrapesos». En otras palabras, la separación de poderes es mayor, por ejemplo, que en España, pero, por añadidura, los diferentes poderes se vigilan y limitan recíprocamente para evitar, como dicen los clásicos, la tiranía. Una muestra de lo que significa este sistema la tendremos a partir de la semana que viene, ya que Donald Trump ha decidido acelerar el nombramiento de altos cargos que han de pasar, preceptivamente, por el Senado. Los republicanos parecen haberse plegado a los deseos de Trump y están dispuestos a mantener cinco comparecencias tan sólo el miércoles para abreviar el trámite. De hecho, el senador por Kentucky y jefe de la mayoría republicana, Mitch McConnell, ya ha anunciado que van a confirmar todos los nombramientos realizados por Trump.
Los demócratas no van a resultar igual de complacientes. El viernes pasado, el director de la oficina gubernamental de ética, Walter M. Shaub Jr., manifestaba su preocupación porque varios de los designados no habían concluido el examen ético de rigor, lo que, según él, constituía un motivo grave de preocupación. En general, los demócratas se están quejando de que Trump apresura el proceso legal, lo que no permite, por ejemplo, examinar con precisión las relaciones de los posibles altos cargos. Dado que algunos de ellos son multimillonarios, a juicio de los demócratas, no puede dilucidarse adecuadamente si cuentan con historiales y relaciones que desaconsejen la confirmación de su nombramiento. Los demócratas no están solos en esa apreciación. Por ejemplo, Richard W. Painter, un catedrático de Derecho de la Universidad de Minnesota, incluso ha llegado a decir que no se puede aceptar a uno solo de los nominados sin completar un proceso de análisis previo que, desde luego, no está concluido. Painter, para más señas, fue el consejero jefe de ética del presidente republicano George W. Bush.
Con todo, en la práctica, no parece que vayan a producirse grandes cambios en la agenda. Las sesiones deben comenzar el martes con las declaraciones del senador Jeff Sessions, que ha sido designado como fiscal general, y el general John F. Kelly, que será secretario de Seguridad Nacional. El miércoles, comparecerán Rex W. Tillerson, designado como secretario de Estado; Betsy DeVos, que sería secretaria de Educación, y el congresista Mike Pompeo, que se convertiría en el nuevo director de la CIA.
Al final de la semana harían acto de presencia ante el Senado el multimillonario Wilbur L. Ross Jr., futuro secretario de Comercio, y Andrew F. Puzder, en calidad de secretario de Trabajo. A pesar de las protestas de los últimos días, es previsible que no sólo los republicanos sino también los demócratas den por buenos los nombramientos. No será, sin embargo, sin reticencias. A decir verdad, las preguntas a que se someterá a los designados resultan más que previsibles. Los demócratas serán, sin duda, hostiles al congresista Tom Price, nominado como secretario de Sanidad y destacado enemigo del «Obamacare». Lo mismo cabe esperar con Tillerson –que se ha pasado horas intentado convencer a la prensa de que va a distanciarse de Putin a pesar de que es receptor de una alta condecoración rusa–, quien tendrá que responder sobre su apoyo a la promesa de Trump de cancelar el acuerdo de París sobre el cambio climático.
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