Terrorismo yihadista
Túnez detiene a varias personas por su relación con el atentado de Susa
Las autoridades tunecinas han detenido a varias personas presuntamente relacionadas con el atentado del pasado viernes en Susa en el que murieron 39 personas, la mayoría turistas británicos.
Las autoridades tunecinas han detenido a varias personas presuntamente relacionadas con el atentado del pasado viernes en Susa en el que murieron 39 personas, la mayoría turistas británicos. El ministro del Interior, Nayem Gharsalli, ha informado de estas detenciones, pero no ha dado ningún detalle más sobre el número concreto de arrestados. Las autoridades investigan ya si el sospechoso recibió formación en campos de entrenamiento yihadistas de la vecina Libia.
Asistidos por agentes de la Policía británica, los investigadores tunecinos se hallaban ayer inmersos en la búsqueda de cómplices del terrorista que acabó con la vida de 38 turistas en una playa situada en la ciudad de Susa. Desde el Ministerio del Interior tunecino afirmaron estar «seguros» de que el atacante no actuó solo. Identificado como Seifeddine Rezgui, el estudiante de 24 años que sembró el terror en el hotel Imperial Marhaba el viernes, armado con un fusil de asalto Kalashnikov, llegó en una embarcación y sin compañía al lugar de la matanza, según diversos testigos. Las autoridades descartaron que contara con asistencia sobre el terreno, pero dijeron estar convencidos de la existencia de otros implicados en la concepción y organización del atentado.
El joven terrorista, que había logrado zafarse del rastreo de los servicios de inteligencia locales, fue abatido por las Fuerzas de Seguridad tras cometer el sanguinario crimen, lo que colocó inmediatamente a sus familiares y amigos en el punto de mira de los investigadores. El padre del atacante y sus tres compañeros de piso fueron detenidos y sometidos a interrogatorio, con la perspectiva de obtener información que permita apresar a los supuestos compinches.
Impelido por la necesidad de suavizar un descalabro del sector turístico que ya ha comenzado a manifestarse en un éxodo de visitantes y en cancelaciones, el presidente de Túnez, Beyi Caid Essebsi, instó al primer ministro, Habib Essid, a implementar medidas extraordinarias encaminadas a contener la expansión del yihadismo en el país. El Ejecutivo admitió en un comunicado que «los acontecimientos recientes han demostrado la necesidad de una mayor vigilancia y preparación para poder anticipar todos los peligros que amenazan a la seguridad del país» y notificó que en torno a 1.000 policías serán desplegados desde el 1 de julio en hoteles y otros lugares turísticos.
Pero la lucha contra el terrorismo no se libra únicamente en las calles. En los últimos tiempos, internet se ha convertido en un foro para la difusión de ideas del islamismo radical y en un lugar de encuentro para quienes están dispuestos a alistarse en lo que consideran una guerra santa. Si el sábado las autoridades tunecinas advertían del cierre de 80 mezquitas cuyas actividades habían escapado al control gubernamental, la novedad ayer era que, además, podrían puertas al ciberespacio.
La intensificación de la presencia policial era patente no sólo en Susa, la localidad que fue sacudida por el atentado, sino también en otras poblaciones como Hammamet, Monastir o Sidi Bou Said. El ministro del Interior, Mohamed Nayem Garsali, precisó que no escatimarán esfuerzos para prevenir nuevos ataques: «No queremos transformar los establecimientos turísticos en barricadas, ése no es nuestro objetivo. Pero debemos actuar para garantizar la seguridad del sector turístico», precisó. En una entrevista para la radio Mosaique FM, Garsali lamentó, asimismo, que los guardias encargados de salvaguardar a los residentes del Imperial Marhaba no hubiesen contactado con la Policía con mayor celeridad, insistiendo en que una mejor coordinación con las fuerzas del orden habría permitido abatir antes al agresor. La directora del «resort» de lujo, Zohra Idris, ha defendido la actuación del personal bajo su cargo, aduciendo que no hubo un fallo de seguridad: «¿Cómo podían defenderse contra alguien que llevaba un Kalashnikov y los estaba matando?. Intentaron golpearle con sillas, con jarrones... pero era imposible. Todo ocurrió de forma muy repentina», declaró a Ap.
Pese a su actitud enérgica, el Gobierno tunecino debe demostrar su competencia para proteger a los turistas, objetivo declarado del terrorista que ejecutó el asalto al hotel. El presidente Essebsi ya anunció medidas similares a las adoptadas en los últimos días tras el asesinato de 24 personas en un atentado que tuvo como escenario el Museo del Bardo en la capital el pasado marzo, que se han revelado insuficientes. En su comunicado de ayer, todavía no había aclarado cómo piensa poner freno a la oleada de tunecinos que ya se han integrado en las filas de formaciones yihadistas que combaten en Sira e Irak y cuyo número asciende a 3.000, según las últimas estimaciones. El propio Gobierno cifró en 10.000 el número de nacionales del país norteafricano que han sido captados por redes extremistas y que han huido como combatientes o han sido arrestados.
Por el momento, varios países, entre ellos Reino Unido, ya han actualizado sus recomendaciones de viaje, exhortando a sus ciudadanos a no desplazarse a Túnez si no lo consideran estrictamente necesario. El Ministerio de Exteriores destacó la facilidad que tendrían «individuos desconocidos por las autoridades y cuyas acciones están inspiradas por grupos terroristas a través de las redes sociales» para perpetuar nuevos ataques. Al menos 23 británicos engrosan la lista de muertos, que se ha ido actualizando con extremada prudencia, dilatando la angustia sufrida por los familiares de las víctimas.
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