Guerra en Ucrania

Ucrania cierra la campaña electoral en medio de una nueva escalada del conflicto

Ucrania cierra hoy la campaña de las elecciones presidenciales en medio de una nueva escalada del conflicto en el este prorruso, donde los rebeldes amenazan con abortar por todos los medios la votación del domingo.

"Durante los últimos tres meses nuestros enemigos han intentado desestabilizar el país y abortar el proceso electoral. Pero los ucranianos han demostrado ser más fuertes y sabios", aseguró Alexandr Turchínov, presidente interino de Ucrania.

Turchínov pidió a los ucranianos que acudan en masa a las urnas consciente de que está en juego la legitimidad internacional de las autoridades que derrocaron al presidente Víctor Yanukóvich y, en particular, el reconocimiento ruso de los resultados electorales.

"Al elegir a un presidente completamos la formación en Ucrania de un poder legítimo y responsable", señaló.

Las autoridades no lo tendrán fácil, ya que los insurgentes están haciendo todo lo que está en sus manos para impedir que los habitantes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk elijan al próximo presidente ucraniano.

Tras la muerte de 16 soldados en los ataques rebeldes del jueves en Lugansk, los combates prosiguieron hoy en esa región y en la vecina Donetsk, donde las fuerzas gubernamentales intentaron en vano arrinconar a los milicianos, que, en muchos casos, cuentan con la complicidad de la población local.

Al menos, un soldado y un miembro del batallón especial Donbass pueden haber caído en los combates, mientras las bajas entre los milicianos serían mucho mayores, según el Ministerio de Defensa.

Si las autoridades no lo remedian, el domingo los rebeldes controlarán más de la mitad de las comisiones electorales, lo que impediría el voto a dos o tres millones de personas y pondría en entredicho la legitimidad del nuevo presidente ucraniano.

Según el Comité de Electores de Ucrania, un 5 por ciento de los ucranianos no podrá ejercer su derecho al voto el domingo debido a las amenazas de los insurgentes, en cuyas regiones vive un 14 por ciento del total del censo electoral.

En un intento de burlar el boicot rebelde, las autoridades han decidido cortar por lo sano y trasladar físicamente cinco comisiones al aeropuerto de Donetsk.

Paradójicamente, el presidente ruso, Vladímir Putin, pareció ponerse hoy del lado de las autoridades de Kiev al asegurar en San Petersburgo que respetará la elección del pueblo ucraniano, aunque volvió a acusarlas de dar un golpe de Estado y a recordar que Yanukóvich es el legítimo presidente.

Aunque no es seguro que Moscú reconozca oficialmente los resultados, el compromiso de Putin de trabajar con las nuevas autoridades es un alivio para Kiev, que aún espera que Rusia cumpla su promesa de retirar sus tropas de la frontera.

"Si esto ocurre, entonces no solo saludaremos la declaración rusa, sino también los pasos concretos para el reconocimiento del Gobierno ucraniano", respondió Andréi Deshitsa, ministro de Exteriores ucraniano.

Deshitsa también espera que Rusia cumpla con su palabra y "coopere con el presidente y el Gobierno ucraniano legítimamente elegidos".

Por todo ello, tanto Occidente como muchos analistas ucranianos confían en la victoria en la primera vuelta del oligarca Petró Poroshenko, ya que los insurgentes podrían intentar impedir la celebración de una segunda ronda el próximo 15 de junio.

"Sería bueno que Poroshenko fuera elegido presidente en la primera vuelta. De esta forma, se acortaría el vacío de poder. Poroshenko es un hombre con experiencia", aseguró Levkó Lukianenko, político ucraniano y disidente soviético.

Lukianenko fue en el pasado aliado de la ex primera ministra, Yulia Timoshenko, a la que las encuestas otorgan muy pocas posibilidades de victoria.

En un último intento de revertir las encuestas, Timoshenko retó a Poroshenko a un debate hoy, viernes, en el programa político más popular de la televisión ucraniana, pero el multimillonario declinó la invitación, consciente de que tenía mucho más que perder que ganar.

Entre otras cosas, Poroshenko, uno de los hombres más ricos del país, ha prometido un estatus regional para el ruso, mayores competencias a las regiones, eliminar la figura del gobernador designado por Kiev, la posibilidad de celebrar referendos locales y normalizar las relaciones con Rusia en tres meses.

"El sureste de Ucrania es un mito inventado por el Kremlin", aseguró durante la campaña Poroshenko.

Mientras, fiel a su estilo, Timoshenko ha centrado su campaña en la lucha contra la corrupción y los oligarcas, en acusar a Rusia de agresión, pedir un aumento del presupuesto militar de hasta el 5 por ciento y prometer la reintegración a Ucrania de Crimea, anexionada por Moscú en virtud del referéndum del pasado 16 de marzo.

"El presidente ruso, Vladímir Putin, es el enemigo número uno de Ucrania", dijo Timoshenko al comienzo de la campaña.

Además, ha abogado por el estatus oficial para el ruso, pero solo en las regiones en la que su uso sea mayoritario y ha prometido la pronta firma de un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, antesala de un futuro ingreso.