Alemania

La ultraderecha alemana amenaza la hegemonía de los grandes partidos

La AfD aglutina el voto de protesta contra las política energética del Gobierno de Scholz y escala a la segunda posición en los sondeos

Robert Sesselmann es el primer ultra que gobierna una comarca en Alemania, Sonneberg en Turingia
Robert Sesselmann es el primer ultra que gobierna una comarca en Alemania, Sonneberg en TuringiaDANIEL LOBAFP

El ascenso de la extrema derecha del partido Alternativa para Alemania (AfD) g parece imparable. La formación alcanza el 20% de intención de voto en la última encuesta publicada ayer por la televisión ARD. Es el máximo valor conseguido hasta ahora por la formación de extrema derecha, que sería, según dichos pronósticos, la segunda fuerza más votada en el país tras la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), que ganaría con un 28%. El Presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, del Partido Socialdemócrata (SPD), se mostraba ayer en una entrevista con dicha televisión «preocupado» por estos pronósticos. «Creo que los electores lo hacen de forma consciente para mostrar su descontento», explicaba. «Tenemos que volver a recuperar la disputa democrática sin caer en el odio y el acoso». Animó asimismo a «no considerar todas las preguntas críticas como de extrema derecha o populistas».

El SPD se encuentra en una grave crisis de popularidad y cae al 18% . También Los Verdes pierden fuerza y alcanzarían el 14%. El tercer socio de la «coalición semáforo», el Partido Liberal FDP, tan solo obtendría el 7%. Con estas cifras sería imposible repetir la coalición actual. Un 75% de los encuestados se muestra insatisfecho con el Gobierno del canciller Olaf Scholz y de dicho descontento sacan partido tanto la CDU como la AfD. Alrededor de la mitad de los encuestados se muestra descontentos con la nueva ley de eficiencia energética para los edificios por sus altos costes y que la AfD ha criticado en el Parlamento. Otros temas que los ultras repiten en sus intervenciones públicas son la oposición a la creciente inmigración, a la actuación del Gobierno en la guerra de Ucrania o al uso del lenguaje inclusivo.

En los Estados del este del país, además, la AfD ganaría las elecciones. En un pueblo de Sajonia-Anhalt, Raguhn-Jeßnitz, se elegía el 3 de julio el primer alcalde de la región de dicho partido. También en el distrito de Sonneberg fue elegido a finales de junio el primer administrador de comarca de la formación ultra. De los alrededor de 55.000 ciudadanos de Sonneberg unos 15.000 eligieron a la AfD. Para evitar su elección, el resto de partidos trató de unirse y votar en contra, pero el candidato extremista ganó la contienda. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Kassel Wolfgang Schroeder explica que en Alemania hay 400 comarcas y en tan solo uno gobierna la AfD, pero también constataba que «cada vez es más difícil hacer política contra la AfD o ganarle en las elecciones».

Por ahora, ningún otro partido colabora con la AfD. Sin embargo, con los pronósticos actuales, en 2025 Alemania se podría encontrar ante un grave problema para formar Gobierno. Es por ello que hay voces que piden su ilegalización. Las posiciones extremas del partido fueron analizadas por el Instituto Alemán para los Derechos Humanos, un organismo público. El Instituto publicó en junio un informe en el que asegura que se dan las condiciones previas para iniciar un proceso de ilegalización porque la AfD lleva a cabo una «implantación de sus objetivos racistas y de extrema derecha», explicaba la institución. La AfD «ha alcanzado tal nivel de peligrosidad para el orden democrático que podría ser prohibido por el Tribunal Constitucional de conformidad con el artículo 21 de la constitución», asegura.

Más adelante se explica que «es de fundamental importancia para la defensa de los fundamentos indispensables de los derechos humanos y, por tanto, del orden básico democrático libre, que crezca la conciencia sobre el peligro que representa la AfD tanto en la sociedad en su conjunto como por parte del Estado y que este y los actores políticos actúan en consecuencia». En especial la influencia de Björn Höcke, que se baraja como candidato a canciller, sería uno de los factores de la extremización. En 2003 se trató de ilegalizar otro partido de extrema derecha, el NPD, sin éxito. Desde el Gobierno, sin embargo, se aseguró que no se planea nada parecido por temor a que el partido pueda ganar aún más fuerza al presentarse como víctima.

El editor del diario «Die Welt», Stefan Aust, explicaba que «cuando los partidos clásicos ignoran los intereses reales o imaginados de los electores, estos se buscan otras alternativas». Una parte ya no va a votar y otros votan a los ultras. Los temas que mueven a los electores que se pasan a la AfD serían «inmigración, energía, criminalidad, la locura de género, las regulaciones verdes, etc y por eso no podemos asombrarnos si la gente hace su cruz en otros partidos». Los partidos establecidos estarían cometiendo errores como en el caso del Estado de Brandenburgo, pone de ejemplo, donde los lobos suponen un problema creciente para la agricultura y la población. «Allí el único partido que se toma en serio este problema es la AfD».