Atentados terroristas en Bruselas

Un centro de poder zombi

Bruselas era una ciudad fantasma tras los dos atentados. Sin transportes públicos, la población se encerró en casa o en la oficina

Un centro de poder zombi
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Bruselas era una ciudad fantasma tras los dos atentados. Sin transportes públicos, la población se encerró en casa o en la oficina

«Quédense donde estén». La sugerencia de las autoridades belgas no daba lugar a interpretaciones. El Centro de Crisis se puso en marcha inmediatamente tras los atentados de Bruselas, primero en el aeropuerto de Zaventem, y una hora después en la concurrida estación de metro de Maelbeek. El Gobierno puso en marcha el nivel más elevado de vigilancia en toda Bélgica, que indica «que sigue habiendo un peligro real y que pedimos a todos permanecer vigilantes», indicó el Gobierno.

A partir de ese momento, todos los transportes públicos quedaron paralizados. Ni metro, ni trenes, ni tranvía, ni autobús circularon a lo largo del día. En Bruselas, el barrio que acoge las instituciones europeas y que cada día constituye un hervidero de gente, con miles de personas circulando por sus calles, a pie, en coche o en bicicleta, ayer ofrecía la imagen de una ciudad fantasma.

Tras explotar la bomba en el metro de Maelbeek, a las 9:11, decenas de ambulancias se sucedieron para evacuar lo más rápidamente a los heridos, al menos 130, sin contar con los que quedaron traumatizados por el «shock» de la experiencia vivida, que fueron acogidos en dos hoteles cercanos que se convirtieron por unas horas en centro de acogida.

Rachid, que vive junto a la rue de La Loi, por donde circula la línea de metro Gare de l’Ouest-Stockel, logró salir de casa al atardecer, todavía impresionado por lo que había sucedido: «Mi hermana coge el metro a esa hora, pero le pedí que antes viniera a tomar un café conmigo. Está en casa hundida, pensando en lo que podría haberle sucedido». A un centenar de metros se podía ver a los agentes de la Policía científica con sus monos blancos, saliendo por la boca del metro Maelbeek.

Desde la Plaza Robert Schuman hasta la Grand Place, todas las tiendas, restaurantes, bares, bancos y comercios cerraron las puertas, sólo aquí o allá, un kiosko o un bar había decidido continuar abierto, pero esperaban inútilmente los clientes.

También fue un día especialmente duro para los padres porque todos los niños que habían ido ya al colegio quedaron confinados en el interior, y sólo pudieron salir al mediodía aquellos cuyos padres habían logrado desplazarse para ir a recoger a sus hijos. Algo que fue prácticamente imposible para aquellos que no disponían de vehículo particular. Todos los establecimientos escolares cerraron sus puertas y sólo dejaron abierto un acceso que mantuvieron bajo vigilancia. También las universidades se vieron afectadas y muchas facultades cancelaron las clases. Pasadas las cuatro de la tarde, los primeros autobuses y metros comenzaron a circular y las personas que habían seguido trabajando en sus oficinas en un clima de ansiedad pudieron regresar a casa.