Parlamento Europeo
Un dividido PPE inicia el proceso de expulsión del partido de Orban
Los populares europeos podría consumar el divorcio con el ultra húngaro el 20 de marzo
A Bruselas se le empieza a terminar la paciencia con Viktor Orban. Y esta vez parece que será la definitiva. La campaña del primer ministro húngaro contra el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker se ha convertido en la la gota que amenaza con colmar el vaso. Hasta la todopoderosa delegación alemana en la Eurocámara ha planteado por primera vez la expulsión de Fidesz, el partido de Orban, de la familia del Partido Popular. El siempre pragmático Manfred Weber –cuya candidatura como sucesor del Junker fue apoyada por el primer ministro húngaro- ha dejado esta puerta abierta en una entrevista concedida a la prensa alemana este pasado fin de semana. El portazo podría consumarse el próximo 20 de marzo cuando el partido tiene prevista su próxima asamblea.
Pero no es una decisión fácil de tomar. Las fuentes consultadas por la Razon extreman la prudencia sobre esta hipótesis y prefieren no adelantar acontecimientos. Esta semana habrá diferentes reuniones y todavía no se ha llegado a ningún veredicto inapelable. Las divisiones dentro de la familia europea son evidentes. La ofensiva comenzó la semana pasada con delegación sueca quien decidió enviar una misiva a la dirección del PPE en la que se pide de manera contundente que Fidesz no forme parte del Partido Popular Europeo. Belga, luxemburgueses y nórdicos se han sumado a esta petición, aunque el partido prefiere no confirmar oficialmente el número de misivas recibidas. Se necesita un total de siete partidos de cinco países diferentes y todo indica que, por primera vez, este umbral resulta fácil de alcanzar.
Pero los inconvenientes son también muy numerosos ya que una salida de Fidesz dejaría al PPE con hasta trece eurodiputados menos según las últimas encuestas y ayudaría a engordar las filas de las familias euroescépticas en vísperas de las elecciones a la Eurocámara el próximo 26 de mayo. Justo lo que el Partido Popular Europeo ha intentado evitar durante todos estos años ya que la estrategia siempre ha sido la misma: controlar a Orban desde dentro para mantenerlo dentro del redil. Pero el enfant terrible se ha convertido en Frankestein y su influencia dentro de la familia europea amenaza con socavar sus papel como cordón sanitario respecto al populismo. El Partido Popular español es uno de los más reticentes a dar pasos en este sentido, ya que en el pasado mes de septiembre se abstuvo en la activación del artículo 7 por la deriva autoritaria húngara, a pesar del apoyo de la delegación alemana a esta decisión.
“Ya sea que estas campañas apunten o ataquen a nuestro presidente, a nuestro vicepresidente Frans Timmermans o a cualquier otro miembro de nuestra institución, responderemos y defenderemos nuestro trabajo con la misma fuerza de esas falsedades y esa retórica engañosa"”, aseguró ayer el portavoz comunitario Margaritis Shinas. Y es que como muestra de un controvertido gesto de buena voluntad hacía su todavía partido, Orban prometió este pasado fin de semana sustituir a Junkcer (del PPE) por Timmermans (de los socialistas) en sus diatribas contra el ejecutivo comunitario y el multimillonario y filántropo George Soros. En esta campaña, Orban acusa a Bruselas de permitir la inmigración descontrolada como forma de destruir la herencia cristiana europea. En una decisión sin precedentes, el ejecutivo comunitario ha contraatacado con otra campaña en la que desmonta punto por punto estas afirmaciones. La guerra parece que sólo acaba de comenzar.
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