Siria

Un guerrero para Arabia Saudí

Los analistas advierten de que el príncipe Mohamed Bin Salman ya acumula todo el poder en Arabia Saudí
Los analistas advierten de que el príncipe Mohamed Bin Salman ya acumula todo el poder en Arabia Saudílarazon

Bin Salman combina un tímido aperturismo social con un liderazgo agresivo en la región

Mientras todas las miradas estaban dirigidas a Qatar, confinada al aislamiento regional, en la vecina Arabia Saudí se preparaba un golpe dentro del reino: el ascenso de Mohamed Ibn Salam, de 31 años, como heredero al trono tras los rumores del delicado estado de salud de su padre el rey Salam.

Los saudíes han despertado a una nueva realidad que aún los mantiene en estado de choque. Es la primera vez que sucede un cambio en la linea de sucesión desde que el rey Saud tuvo que abdicar a favor del príncipe Faisal en1964.

“Bin Salman es ahora el rey en todo, menos en el nombre”, asegura David Hearst, director del portal de noticias en inglés y francés, Middle East Eye.

El joven príncipe ya estaba considerado el hombre más poderoso del reino, manejando las palancas de poder como ministro de Defensa y artífice de la reformas económica del país, como

el programa Visión 2030, que tiene el objetivo librar al país de su dependencia al petróleo. Bin Salam también está detrás de la rotura de relaciones diplomáticas y económicas con Qatar.

Analistas lo describen como “un hombre joven, inexperto y temerario”, que en su corto tiempo en el poder como ministro de Defensa se ha ganado la reputación de “imprudente”, explica a LA RAZÓN Amro Adli, del Carnegie Middle East Center en Beirut.

Para el analista, su nombramiento traerá cambios para el futuro del reino saudita.

El primero de ellos es que el futuro monarca dejará de gobernar “con puño de hierro”. “Bin Salman silenciará las voces disidentes, al tiempo que permitirá limitadas libertades personales que estarán organizadas por la nueva Dirección General de Entretenimiento (GEA)”, señala Adli.

Arabia Saudí está experimentando cierto aperturismo social, que ha venido de la mano del joven príncipe, con la apertura de cines y un Palacio de la ópera. Las mujeres también serán símbolo de esa nueva modernidad de la sociedad saudi ya que pronto será permitido que puedan conducir automóviles. En el futuro, “los sauditas disfrutarán hasta cierta libertad sin el hostigamiento de la policía religiosa”, indica.

Adli aplaude las reformas sociales que está implementando Bin Salam pero critica que su “ímpetu le llevó a dirigir una campaña militar desastrosa en el Yemen”.

“Diez mil muertes en el país y los hutíes todavía están firmemente asentados en Saná (la capital), y el sur independentista se ha alejado del control del (presidente depuesto) Abd Rabbuh Mansour Hadi, y ha estallado el cólera”, denuncia el experto.

Respecto a la guerra en Siria, Arabia Saudi ha pasado de “dirigir a la oposición de Siria a perder interés en los rebeldes por completo, lo que convierte al príncipe Ibn Salam en un aliado poco de fiar”, esgrime el analista.

En cuanto a las reformas económicas, Bin Salam introdujo la “austeridad” mediante la aplicación de profundos recortes de sueldos a los funcionarios del gobierno para impedir que el país cayera en quiebra en cinco años. También está detrás del multimillonario contrato de hasta 500 mil millones de dólares para la compra de material militar a Estados Unidos. Bin Salam dio el primer paso a la privatización del 5% de la petrolera estatal Aramco.

El guiño al aperturismo económico y social va de la mano del rejuvenecimiento de las estáticas monarquías del Golfo.

Bin Salam ha emulado al príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed, en su vertiginoso ascenso al trono. Siguiendo sus consejos, Bin Salam ha abierto una vía para las relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, mantiene un discurso agresivo contra Irán y se ha revelado contra el “establishment” religioso haciendo disminuir el poder de las autoridades religiosas en el reino.

No obstante, Adli advierte que el futuro rey “no está intentando neutralizar el papel de la religión en los asuntos del Estado para promover la democracia sino que la está usando para establecer su propio régimen autoritario”.

El alzamiento al trono de Bin Salam coincide con la peor crisis en el Golfo en los últimos años. Precisamente el apoyo que ha brindado Ankara a Doha sin duda le pasará factura al presidente Recep Tayip Erdogan que también mantiene históricos lazos con Arabia Saudita.

Después de que estallara la crisis, el gobierno turco ratificó dos acuerdos militares con Qatar que permiten el establecimiento de una base militar turca en el reino, y el entrenamiento de las tropas. “Turquía se enfrenta ahora un delicado equilibrio si quiere mantener relaciones cordiales con el poder más dominante e influyente de la región”, sostiene por su parte, el periodista turco Mohamed Gul.

Una de las mayores preocupaciones de Bin Salam son el Islam político y la Hermandad Musulmana, así como aquellos que los apoyan, por lo que Erdogan deberá relajar su discurso islamista y abandonar su política de apoyo a Qatar si no quiere volver a enfriar las relaciones con Riad.