Guerra en Siria

Un Nobel para el desarme de Asad

Oslo premia la labor en Siria de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas

Un Nobel para el desarme de Asad
Un Nobel para el desarme de Asadlarazon

La misión más complicada de sus 16 años de historia y que enfrenta grandes desafíos le ha valido el Premio Nobel de la Paz a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que se encargará de la destrucción del arsenal químico sirio. Aunque el nombre que más sonaba para el galardón era el de Malala Yousafzai, la adolescente paquistaní que sobrevivió a un ataque del talibán por defender la educación de las mujeres, la OPAQ cumple con los ideales para los que se diseñó este reconocimiento a la Paz. En su testamento de 1895, Alfred Nobel, inventor de la dinamita, indicó que el premio debía entregarse en relación con una de tres causas: la fraternidad entre naciones, la abolición o reducción de los ejércitos y la formación y expansión de congresos de paz. Por ese motivo, Thorbjoern Jagland, jefe del comité del premio Nobel de la Paz, dijo que el galardón era un recordatorio para que las naciones con grandes reservas de armas químicas, como EE UU y Rusia, se deshagan de sus arsenales, «especialmente porque están demandando que otros hagan lo mismo, como Siria». «Ahora tenemos la oportunidad de deshacernos de una categoría completa de armas de destrucción masiva. Sería un gran logro en la historia si lo consiguiéramos», dijo Jagland. Por su parte, Ahmet Uzumcu, director del organismo galardonado con el Nobel, tras agradecer el premio dijo que «estoy seguro de que alentará a nuestro personal a mostrar más lo que puede hacer en términos de contribución a la paz y a la seguridad global». Uzumcu indicó que el 80% de las reservas bajo supervisión de la OPAQ, excluyendo Siria, ya habían sido eliminadas. La OPAQ fue fundada en 1997 para aplicar una Convención sobre Armas Químicas de 1992 que buscaba destruir estos arsenales. Recientemente, la organización ayudó a destruir reservas en Irak y Libia.

Esta organización de 500 empleados y con un presupuesto de menos de 100 millones de dólares está realizando una misión sin precedentes en un ámbito de guerra civil para la eliminación completa de las armas químicas en Siria. Y para ello sólo cuenta con un plazo de menos de un año. Un desafío merecedor del prestigioso Nobel de la Paz. La tarea de los inspectores de la OPAQ, que por el momento sólo cuenta con 27 especialistas en el terreno pero se espera la llegada de otros 100 más, combinados con la ONU, servirá para poner un primer pilar para construir la paz en Siria, un país devastado por la guerra y que ha dejado más de 100.000 muertos. Los desafíos para los equipos de la OPAQ son innumerables, ya que trabajarán en zona de guerra con la única protección de las fuerzas sirias. La seguridad es esencial para que tenga éxito esta misión. Por ello, el director general de esta organización con sede en La Haya, ha instado recientemente a un alto el fuego temporal en Siria para facilitar el trabajo de sus inspectores. Sin embargo, los intereses internos van más allá de la destrucción de las armas químicas y esta petición de la OPAQ podría quedar en papel mojado a la hora de acordar un cese de hostilidades entre las partes del conflicto. La división interna de los rebeldes, los grupos yihadistas y aliados de Al Qaeda que operan en Siria hacen casi imposible un alto el fuego.