Cumbre del G20

Una economía en busca de estímulos

La Cumbre del G-20 arranca hoy en China en busca de fórmulas que reactiven el crecimiento

Barack Obama y Xi Jinping se estrechan la mano ayer en su encuentro en Hangzhou
Barack Obama y Xi Jinping se estrechan la mano ayer en su encuentro en Hangzhoularazon

Dejar atrás definitivamente la crisis financiera que azotó el planeta en 2008 y cuyas secuelas aún siembran de dudas el crecimiento económico. Ése es el empeño del anfitrión, el Gobierno chino, en la Cumbre del G-20 que se inaugura hoy en la ciudad de Hangzhou. Pekín ejerce de anfitrión en un momento en el que su propia economía aparece más inestable que nunca, una realidad que los medios estatales han tratado de pasar por alto arguyendo que el gigante asiático es el único país con un ritmo de crecimiento elevado y superior al de otras naciones desde que se produjera la gran crisis ocho años atrás.

Precisamente, gran parte de los esfuerzos se han dirigido a que la reunión gire en torno a los números y, bajo el lema «Hacia una economía mundial innovadora, estimulada, interconectada e integradora», Pekín centrará sus conversaciones en el crecimiento mundial, el comercio electrónico y el libre comercio. Además, tratará de mostrarse como un actor clave para resolver los problemas económicos mundiales y ésa será la línea que el presidente Xi Jinping mantendrá a la hora de reunirse con líderes de varios países, entre los que se encuentra el presidente en funciones de España, Mariano Rajoy.

Las incertidumbres son muchas, acentuadas en los últimos meses por el referéndum del Brexit, la atonía económica en China, las tensiones en el comercio mundial, la caída del precio de las materias primas y su plasmación en la debilidad de las economías de los países emergentes y ahora la que parece inminente subida de los tipos de interés en Estados Unidos.

No se esperan grandes acuerdos, pero sí que se discutan temas como las tasas, las trabas al comercio internacional o la superproducción de las industrias pesadas y que se señalen las líneas a seguir en los próximos años, envidando mensajes de confianza a nivel internacional, como ayer recalcó Xi Jinping en el encuentro de empresarios previo a la cumbre. En la línea con las pretensiones de su homólogo Barack Obama, el líder chino pidió al resto de líderes que garanticen la estabilidad en los mercados financieros y un comercio mundial «abierto y transparente». China aspira a que la política no «distraiga» a los participantes del encuentro. Según Xi, las principales economías desarrolladas y emergentes del planeta deberían aspirar a que los beneficios del crecimiento económico y el desarrollo humano se extiendan a todos los países y pueblos.

«Queremos que toda la gente, especialmente en los países en desarrollo, disfrute de una vida mejor cada día», para lo que deseó que la cumbre de Hangzhou promueva un crecimiento económico «robusto, sostenible, equilibrado e inclusivo», señaló, a la vez que reconoció que «tenemos la resolución de hacer autoajustes dolorosos y abordar los problemas que se han creado (en China) a lo largo de muchos años», subrayó Xi, reconociendo también que el modelo económico de su país, que le ha permitido crecer a tasas cercanas al 10% durante 30 años, «ya no es sostenible».

Pekín se ha empeñado en que la política no protagonice la cumbre, pero lo cierto es que la marca desde ayer, cuando los primeros líderes mundiales en llegar abordaron temas como la guerra de Siria, la tensión en Ucrania o en el mar de China. También el Brexit y la reciente destitución de Dilma Rousseff marcarán la presencia de dos de los mandatarios que se presentan en sociedad, Theresa May y Michel Temer. Por el contrario, para el presidente de Estados Unidos, que ha hecho de la región Asia Pacífico una de las bases de su política exterior, ésta será su última visita como tal, ya que las elecciones en su país tendrán lugar en apenas dos meses.

Son temas que, de alguna manera, se colarán en las conversaciones bilaterales, formales e informales, sobre la economía mundial que tendrán lugar al margen de la cumbre. Ya lo hicieron ayer en los encuentros entre Barack Obama y Xi Jinping. Según Reuters, Obama ya advirtió a Xi Jinping. «Si se firma un tratado que exige arbitraje internacional en torno a cuestiones marítimas, el hecho de que seas más grande que Filipinas, Vietnam u otros países, no es una razón para sacar músculo. Hay que respetar el derecho internacional».

Los miembros del G-20, que representan alrededor del 90% del producto interior bruto (PIB), el 80% del comercio y dos tercios de la población global, tratarán de llegar a acuerdos mientras Pekín se esfuerza en mostrar la importancia de su papel en la diplomacia y economía mundiales.

Los cielos de la ciudad sede del gigante electrónico Alibaba lucirán hoy limpios. Sus calles, casi vacías. Sus edificios, impecables. Y la seguridad en general, insuperable. Según los medios oficiales, se han reclutado a más de 760.000 voluntarios para ayudar a los participantes de la cumbre, mientras que se ha obligado a cerrar a miles de fábricas que teñían el firmamento de esta metrópoli de humos contaminantes.

Los nueve millones de habitantes de Hangzhou se han beneficiado de paquetes vacacionales a buen precio con los que poder marcharse y se ha declarado toda la semana festiva. Sin embargo, activistas defensores de derechos humanos y numerosos disidentes han sido detenidos u obligados a abandonar la ciudad de manera temporal, unos hechos que muchos han criticado ya que, pese al lavado de cara que han hecho para el evento, China muestra una vez más el férreo control que ejerce sobre sus ciudadanos.