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¿Una Europa ingobernable?

La crisis de los grandes partidos, la dispersión del voto y el auge populista amenazan su futuro político

¿Una Europa ingobernable?
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La crisis de los grandes partidos, la dispersión del voto y el auge populista amenazan su futuro político.

Seis meses para formar Gobierno en Alemania. 208 días para cerrar una coalición de cuatro partidos en Países Bajos. Repetición de elecciones en España ante la incapacidad de investir a un presidente del Gobierno. Sin embargo, el récord mundial lo ostenta Bélgica con 541 días sin Ejecutivo. La estabilidad política parece ser un bien escaso en la Europa del siglo XXI. La crisis del bipartidismo y la irrupción de nuevos partidos, muchos de ellos populistas y antisistema, han convertido la formación de Gobierno en una auténtica carrera de obstáculos.

Para Ignacio Molina, investigador principal para Europa del Real Instituto Elcano, «desde la II Guerra Mundial no existe otro momento, exceptuando la IV República Francesa (1945-1958), en el que haya sido tan complicado formar Gobierno». «En aquellos países donde era complicado, como Bélgica o Países Bajos, ahora es complicadísimo y es complicado donde nunca antes lo era, como Alemania o España», explica. Como resultado, si miramos el mapa de Europa, las coaliciones entre partidos gobiernan la inmensa mayoría de países europeos. Apenas unos pocos (Francia, Malta, Polonia y Hungría) cuentan con un Gobierno que disfruta de una envidiable mayoría absoluta. El caso francés es paradigmático, puesto que el presidente de la República dispone de amplias prerrogativas ejecutivas que, en caso de disponer de una Asamblea Nacional afín, le permiten poner en marcha sin demasiados sobresaltos su agenda política. Éste es el caso actualmente de Emmanuel Macron, cuya República en Marcha (REM), un partido creado hace un año para dotar precisamente de mayoría parlamentaria al nuevo inquilino del Elíseo, cuenta con 350 de los 577 diputados del Parlamento.

También son excepción en la Europa actual los países con Ejecutivos en minoría que necesitan del apoyo parlamentario de otros partidos de la oposición para mantenerse en el poder. Es el caso de Mariano Rajoy en España con Ciudadanos, la conservadora Theresa May en Reino Unido con los unionistas del DUP o el socialista Antonio Costa, que gobierna Portugal gracias a un pacto de legislatura con el Partido Comunista y el Bloque de Izquierdas. Finalmente, la atomización de ciertos parlamentos es tan elevada que incluso una coalición con dos o varios partidos, como ocurre en Dinamarca, Suecia o Noruega, no es suficiente por sí misma para garantizar la mayoría parlamentaria a sus actuales primeros ministros.

La creciente complejidad de los sistemas políticos europeos es resultado, según Molina, del «desalineamiento ideológico y de clase social de los votantes en un mundo globalizado donde se ha desdibujado el viejo eje izquierda-derecha». Como la base electoral es mucho más inestable que antes, los partidos se muestran más cautos a la hora de pactar con otros partidos. «Durante mucho tiempo –explica el investigado del Real Instituto Elcano– la estabilidad permitía a cada uno hacer sus cálculos. Sin embargo, como ahora hay expectativas de que suban los partidos populistas, estos hacen cálculos para no pactar».

El sistema electoral con el que vota cada país también contribuye decisivamente a dotarle de mayor o menor estabilidad política. A mayor proporcionalidad, mayor es el número de partidos presentes en el Legislativo. «El sistema mayoritario ayuda a formar Gobierno, mientras que en el sistema proporcional resulta mucho más difícil si, por ejemplo, hay cuatro partidos por encima del 15% de los votos», explica Molina, que recuerda que incluso en la democracia bipartidista por antonomasia, Reino Unido, «los liberal demócratas llegaron a tener un buenísimo resultado en las elecciones de 2010 y ahora los nacionalistas escoceses tienen más fuerza que nunca».

En medio de este clima de incertidumbre, los jefes de Estado están asumiendo, a su pesar, un destacado protagonismo. El italiano Sergio Mattarella o el alemán Frank Walter Steinmeier se han convertido en Italia y Alemania, respectivamente, en árbitros entre los partidos para acabar con el bloqueo político. «Van a asumir cada vez más protagonismo nombrando primeros ministros, formando gobiernos técnicos o repitiendo las elecciones, lo que siempre es muy comprometido», constata el politólogo.

► ALEMANIA: Atados a la Gran Coalición

La irrupción del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) como tercera fuerza más votada en las elecciones federales de septiembre pasado y el fuerte castigo a los partidos tradicionales –democristianos (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD)– dio lugar al Parlamento más atomizado desde la II Guerra Mundial. De las tres formaciones que dominaban el escenario político alemán en los años 80 hemos pasado a seis, lo que dificulta la formación de mayorías. Como ganadora de los comicios, la canciller Angela Merkel trató en principio de formar una inédita coalición Jamaica (llamada así por el color de los partidos) con liberales (FDP) y Verdes. Sin embargo, las diferencias entre los dos socios menores frustraron las negociaciones. Ante la presión del presidente federal, Frank Walter Steinmeier, para evitar la repetición de los comicios, el SPD hizo de tripas corazón y aceptó sentarse a negociar con Merkel la que sería su tercera Gran Coalición tras prometer en la campaña pasar a la oposición si no conseguían la Cancillería. En total, Alemania estuvo seis meses con un Gobierno en funciones, un récord en la República Federal.

► ESPAÑA: Vieja política «versus» nueva política

Los últimos sondeos muestran una carrera electoral sumamente ajustada con cuatro partidos (PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos) con alrededor del 20% de los votos. El bipartidismo que dominó España desde la restauración de la democracia en 1978 dio muestras de su agotamiento en las elecciones de noviembre de 2015, cuando irrumpieron con fuerza Podemos y Ciudadanos en el Parlamento en detrimento de los populares, que fueron los más votados pero perdiendo más de 60 escaños, y los socialistas, que cosecharon su peor resultado en democracia. La imposibilidad de llegar a acuerdos para gobernar obligó a la repetición de elecciones en junio de 2016. Sólo la abstención del PSOE en el último minuto impidió una nueva convocatoria electoral en diciembre. En apenas unas década, los dos grandes partidos han caído del 84% que sumaban en las elecciones de 2008 al 46% que les concedía la encuesta del CIS hace apenas una semana.

► REINO UNIDO: un bipartidismo con achaques

Incluso en el país con un sistema electoral mayoritario que garantiza sobre el papel una mayoría absoluta al partido que vence en las urnas, la estabilidad política comienza a dar muestras de cansancio. En 2010, salió de las urnas el primer «Parlamento colgado» desde 1974, lo que obligó al «premier», el conservador David Cameron, a pactar una inédita coalición de Gobierno con los liberal demócratas, que habían obtenido un resultado histórico de la mano de Nick Clegg, nombrado después viceprimer ministro. Antes de dimitir tras perder el referéndum del Brexit, Cameron recuperó la mayoría absoluta para los «tories» en 2015, pero esta ventaja se esfumó en las elecciones anticipadas de junio de 2017, lo que obligó a la nueva «premier», Theresa May, a buscar el apoyo parlamentario de los diez diputados unionistas del DUP para mantenerse en el 10 de Downing Street. Pese a ese revés, lo cierto es que el bipartidismo dio muestra de fortaleza. Conservadores y laboristas sumaron el 82% de los votos tras la debacle de los «libdem» y de los euroescépticos del UKIP.

► ITALIA: la crisis política permanente

Si hay algún país europeo acostumbrado a la inestabilidad política ése es Italia. El país transalpino ha tenido 64 gobiernos en 70 años. Un auténtico récord. Tras el terremoto que supuso en 1992-1993 la «operación Manos Limpias», desaparecieron la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, que habían dominado el panorama político con diferentes alianzas de hasta cinco partidos. Su espacio fue ocupado por el magnate televisivo Silvio Berlusconi y los herederos del Partido Comunista. Sin embargo, tras un cuarto de siglo de alternancia entre izquierda y derecha, en las elecciones de 2013 irrumpió con fuerza el Movimiento 5 Estrellas (M5E), que fue el partido más votado, pero relegado a la oposición gracias a un pacto contra natura entre Berlusconi y el Partido Democrático (PD). Cinco años después, Italia se dispone a tener el primer Gobierno euroescéptico y antisistema de su historia con la alianza entre los «grillinos» y la xenófoba Liga Norte de Matteo Salvini.

► PAÍSES BAJOS: El «sudoku» holandés

Con un Parlamento con una docena de partidos, formar Gobierno se ha convertido en un ardua tarea en Países Bajos. Tras ganar las elecciones de marzo de 2017 frente al auge del xenófobo Geert Wilders, el primer ministro, el liberal Mark Rutte, necesitó siete meses para formar una heterogénea coalición de cuatro partidos que apenas suma 76 de los 150 diputados de la Cámara. Junto a los liberales de Rutte (VVD), participan en el Gobierno los democristianos (CDA), los liberales progresistas (D66) y los calvinistas de Unión Cristiana (CU). Frente a los 54 días que llevó a liberales y socialdemócratas (PvdA) pactar una coalición en 2012, fueron precisos esta vez 208. Otro récord para un país acostumbrado a las largas negociaciones.