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La brutalidad de Asad fuerza la huida del jefe de la Policía militar
El general Jasim dice que el régimen actúa como una «banda de destrucción y muerte». Veinte personas, entre ellas ocho niños, fallecen en un bombardeo en el norte de Siria
«Soy el general Abdelaziz Jasim al Shalal, jefe de la Policía militar. He desertado debido a la desviación del Ejército de su deber primordial, la protección del país, y su transformación en bandas de asesinato y destrucción». Así anunciaba ayer su deserción el alto oficial sirio en un vídeo transmitido por la cadena de televisión «Al Arabiya», filmado en un lugar no identificado –que algunas fuentes en la oposición dicen podría ser Turquía– indicando que se incorporaba a la revuelta contra el régimen del presidente Bachar al Asad. Puede que sea cierto lo alegado por fuentes allegadas al régimen en el sentido de que esta nueva deserción no tendrá efecto «estratégico» alguno y que, de todos modos, el general Jasim al Shalal debía terminar su servicio dentro de un mes. Pero nadie puede negar el efecto que este anuncio pueda producir entre las tropas leales al régimen después de un conflicto iniciado hace 21 meses como una protesta pacífica y convertido tiempo después en una terrible guerra civil que ya se ha cobrado la vida de 45.000 personas, en su gran mayoría civiles, entre ellos numerosos ancianos, mujeres y niños.
Otras veinte víctimas inocentes murieron ayer a consecuencia de un ataque con artillería del régimen de Asad contra la aldea Al Qatania, en la provincia norteña de Raqaa, aunque se desconoce cuándo exactamente ocurrió el hecho. Fuentes locales aseguraron que entre las víctimas se encontraban por lo menos ocho niños. A este tipo de bombardeos indiscriminados, se refería el jefe de la policía militar al asegurar que «el Ejército ha destruido ciudades y aldeas y ha perpetrado matanzas contra la población desarmada que salía a las calles para exigir libertad». Además, el general Jasim al Shalal llamó a una «larga vida a la Siria Libre». Si bien el jefe de la Policía militar no es el primero en desertar, es de destacar que se hallaba en un alto cargo en servicio activo al anunciar su cambio de bando y es considerado el oficial de más alto rango en hacerlo. Su paso ha sido precedido por una decisión idéntica que ya tomaron en el transcurso de los últimos meses otras decenas de oficiales en los diferentes brazos del Ejército y servicios de seguridad del régimen sirio, la enorme mayoría de ellos atribuyendo su decisión a los ataques oficiales contra la población civil. El primero en las filas consideradas muy cercanas al presidente Asad que anunció su deserción fue el general Manaf Tlass, durante el pasado mes de julio.
Mientras sobre el terreno continúa la violencia, la diplomacia intenta su suerte, aunque con gran especticismo de fondo. Una delegación de altos funcionarios sirios fue enviada ayer a Moscú para estudiar propuestas para poner fin al conflicto. No está claro por qué fuentes cercanas a Bachar al Asad se manifestaron «optimistas» tras los contactos mantenidos por Lakhdar Brahimi, enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe, con el ministro de Exteriores Walid Muallem y el propio presidente Asad. «Algo bueno está sucediendo», dijo un funcionario, según una cita que le fue atribuida por agencias internacionales. Los comentarios en este sentido, en el mejor de los casos, son extraños.
Hasta ahora, Rusia ha actuado como principal apoyo armamentístico y político de la Siria de Asad que junto a China ha bloqueado inclusive resoluciones prácticas contra el presidente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por una parte, Moscú alega que no «protege» al rais sirio, pero ese es claramente el resultado, a lo que se suma el hecho de que el Kremlin haya criticado duramente todo apoyo extranjero a los rebeldes en Siria. Pero en la práctica, hay escepticismo también en Rusia acerca del desenlace final de la cruenta y prolongada crisis. Sergei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores ruso, declaró días atrás que la Guerra Civil en Siria «está estancada». En su opinión, eso significa que los esfuerzos internacionales por quitar a Asad del medio fracasarían. La otra cara de la moneda es que no se logra llegar a un punto en el que se puede decidir el fin de la guerra en el terreno.
¿Una solución política?
Un punto clave al respecto –que debe tener en cuenta Brahimi, también ahora en Damasco, y la delegación siria que viajó a Moscú– es que la oposición insiste en que no existe opción, en el marco de un arreglo, que incluya la permanencia del presidente Asad en el poder, sean cuales sean los cambios alrededor y condiciones. Mientras tanto, el periódico árabe «Al Quds al Arabi» informó de que recientemente, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, visitó Jordania, para tratar con el rey Abdalá el peligro de que Siria use armas químicas. La información no fue confirmada todavía por fuentes oficiales, pero tampoco se ha desmentido.
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