Internacional
China eleva a Xi al altar de Mao
El Congreso del Partido Comunista Chino consagra al presidente Xi Jinping como el líder más poderoso desde Mao Zedong al introducir su «pensamiento socialista con características chinas» dentro de la Constitución. Un reconocimiento que Deng Xiaoping sólo obtuvo tras su muerte.
El Congreso del Partido Comunista Chino consagra al presidente Xi Jinping como el líder más poderoso desde Mao Zedong al introducir su «pensamiento socialista con características chinas» dentro de la Constitución. Un reconocimiento que Deng Xiaoping sólo obtuvo tras su muerte.
Ya es oficial. El anfiteatro del Gran Palacio del Pueblo de Pekín vivió ayer un momento histórico cuando los 2.300 delegados que asistían a la clausura del XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) alzaron sus manos de manera unánime para votar por la inclusión del pensamiento de su actual presidente, Xi Jinping, en la Constitución de la formación política, un hecho que eleva su figura a la altura de líderes de la talla de Mao Zedong y Deng Xiaoping. Éste último solo obtuvo este reconocimiento tras su fallecimiento.
Denominado como «Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con características chinas para una nueva era», esta decisión sitúa al actual dirigente chino claramente por encima de sus inmediatos predecesores, Hu Jintao y Jiang Zemin, cuyos idearios fueron incluidos en los estatutos del Partido sin mencionar su nombre y cuando ya se estaban retirando.
Diversos analistas ven en este movimiento un claro indicio de que Xi Jinping busca perpetuarse en el poder más allá del final de su segundo mandato de cinco años, que acabará en 2022. Algunos apuntan incluso a que de no aparecer un probable sucesor en la composición del Comité Central del Partido que hoy se hará pública, se podría deducir sin duda ya que su plan de gobernar se extiende al menos hasta 2027, o incluso más allá. Sea o no así, las especulaciones están servidas. Entre los perfiles que podrían completar la alineación destacan: Hu Chunhua, Chen Min’er o Zhang Qingwei. Si sus nombres no aparecen en el Politburó todo indica que Xi Jinping aspirará a perpetuarse más allá del máximo de diez años establecido en el Partido Comunista en la década de los 90.
Para llegar hasta aquí, Xi se ha servido de la gran popularidad cosechada gracias a su campaña contra la corrupción y su defensa del papel de China en la política internacional, un rol que ya puso de manifiesto en la inauguración del cónclave cuando definió al gigante asiático como un potencia global que ocupa una importante posición en el mundo y que será su líder en 2050. Ayer el presidente insistió. «Hoy más de 1.300 millones de chinos vivimos con júbilo y dignidad. Nuestra civilización china brilla con esplendor y glamur duraderos», destacó Xi, al tiempo que elogiaba el liderazgo del Partido Comunista y la «fuerza y vitalidad» de su sistema socialista.
Ése es el mensaje que Xi ha compartido durante sus cinco años de mandato y con el que ha logrado ilusionar y llenar de optimismo a sus ciudadanos. El «rejuvenecimiento de la gran nación china» se ha convertido en otro emblema que ya forma parte fundamental del «Pensamiento de Xi». Ahora, su doctrina será estudiada en los colegios y formará parte de las «guías de acción» de los trabajadores de las empresas públicas y los funcionarios del partido. Todos los miembros del partido –la formación política más grande del mundo con casi 90 millones de miembros– deberán «estudiar el pensamiento de Xi sobre la nueva era», declaró Liu Yunshan, integrante del actual Comité Permanente del PCCh, el núcleo central de siete personas que dirige el gigante asiático. La composición de ese Comité, epicentro del poder en China que cuenta con entre cinco y nueve miembros, será anunciada hoy después de que sus componentes sean elegidos por los 25 miembros que conforman el Buró Político, segundo escalón del poder y cuyos miembros han sido previamente escogidos entre los 204 integrantes fijos del Comité Central. Mientras los analistas vienen haciendo quinielas desde que empezara el encuentro, la única certeza es la continuación del primer ministro, Li Keqiang, y la salida de Wang Qishan, responsable de la campaña anticorrupción abanderada por Xi que se ha llevado por delante a casi un millón y medio de oficiales del partido. No obstante, pese a abandonar el cuerpo decisorio más poderoso de China, muchos apuntan a que Wang –mano derecha de Xi durante largo tiempo– continuará trabajando en alguno de los comités creados por el presidente que rivalizan en importancia con los propios ministerios.
Culto al líder
A partir de hoy, es de esperar que el partido y los medios de comunicación estatales emprendan una campaña nacional para promover las decisiones de un presidente cuya figura se ha venido ensalzando desde mucho antes de que comenzara el congreso. En los días previos, las librerías de Pekín se llenaron de volúmenes sobre sus logros, y su papel en la reforma del Ejército también le valió ser el eje central de una exposición que repasaba los últimos cinco años de China.
Ahora le queda otro lustro en el poder, para el que ha creado una hoja de ruta basada en 14 puntos. En ella contempla desde mejorar su papel como potencia internacional a promover la reunificación nacional con Taiwán. Para lograrlo, el partido apuesta por reducir el nivel de pobreza y «fomentar la educación, mejorar la calidad del empleo, subir los salarios, fortalecer la seguridad social, ganar la batalla contra la pobreza y salvaguardar la seguridad nacional». Xi, a quien llaman el Maquiavelo chino, podría quedar arrastrado por su ambición y tendencia dictatorial.
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