Aviación

YF-23: así es el caza “hermano” del temible F-22 Raptor que nunca vio la luz

Se trata de un prototipo de aeronave de la Fuerza Aérea de EE UU que podría haber sido una leyenda del cielo

El YF-23 quiso ser el caza de quinta generación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos
El YF-23 quiso ser el caza de quinta generación de la Fuerza Aérea de Estados UnidosFuerza Aérea de EE UU

A día de hoy, el F-22 Raptor de Lockheed Martin es una de las aeronaves de combate más temibles. Dotado de tecnología furtiva, es el caza de quinta generación insignia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Y si bien su desarrollo y fabricación ha estado plagado de críticas por los altos costes del programa, ha dado sobradas muestras de sus capacidades.

Sin embargo, lo que muchos no saben es que este avión tuvo un "hermano" que nunca vio la luz: el vanguardista YF-23, de Northrop y McDonnell Douglas. Este prototipo, que parecía haber salido de una épica de ciencia ficción, evocaba imágenes de héroes como Michael Biehn o Sigourney Weaver. El YF-23 presentaba un diseño radical: alas trapezoidales, una cabina avanzada, un morro en forma de pico de pato, y una cola en V. Una joya de la ingeniería aeronáutica, que en su rareza, se convertía en objeto de culto.

De este fenómeno aéreo solo se fabricaron dos YF-23. El primero, apodado Black Widow II, montaba motores Pratt & Whitney que le permitían supercrucero a Mach 1.43. El segundo, el Grey Ghost, equipado con motores General Electric YF120, superaba incluso al F-22 de Lockheed, alcanzando Mach 1.6 en supercrucero.

No obstante, aquí radica la ironía: el YF-22 de Lockheed, con su tecnología de vectorización de empuje, superaba en maniobrabilidad al YF-23, que se basaba en métodos convencionales. La vectorización de empuje, que permite al piloto modificar el ángulo del empuje, era un as bajo la manga para el YF-22. Northrop, en una decisión estratégica, había optado por omitir esta tecnología en el YF-23, prefiriendo preservar su sigilo.

Esta elección resultó ser profética. El YF-23 superaba en sigilo al YF-22, una ventaja crucial en la era moderna, donde el combate aéreo se inclina más hacia el sigilo que hacia la maniobrabilidad. Con la evolución de la tecnología de misiles aire-aire y la disputa creciente del espacio aéreo, la maniobrabilidad pierde su preeminencia. Además del sigilo, el YF-23 superaba al YF-22 en alcance global, un factor crítico en posibles conflictos con potencias como Rusia o China.

Sin embargo, pese a sus impresionantes capacidades, el YF-23 fue descartado, no por sus prestaciones, sino por la forma en que fue presentado, sellando así el destino de lo que podría haber sido una leyenda del cielo. Lockheed, con demostraciones espectaculares en las pruebas ATF – operaciones a altos ángulos de ataque, lanzamientos de misiles, maniobras a 9G – encantó a los evaluadores. Northrop, en cambio, optó por una aproximación más conservadora.